El ex futbolista reconoce tener sangre aurinegra más allá de los golpes que tuvo con el Mirasol y de cualquier otra camiseta que haya vestido. Recuerdos de un jugador que supo escribir su nombre en la historia del club.
Conoce cada rincón del club, es parte de la familia brownista, es parte de la historia de Almirante Brown. La memoria lo rescata del pasado, a partir de enfocarlo en su hábitat: el lateral derecho. Pasó buenas y de las otras con la aurinegra y hoy destila un sentimiento coloreado con el negro y el amarillo cada vez que se prende en una charla futbolera. Martín Alvarez, cuyo documento marca 41 años, hoy sigue ligado al fútbol desde el rol de entrenador, en cuyo terreno está haciendo sus primeras armas.

Un día el fútbol quedó atrás y el comercio pasó a ser su móvil. 'Me costaban los entrenamientos y ya no podés revertir determinadas situaciones. Y esto pasaba porque ese fuego divino que lleva todo jugador adentro se apaga y ese día se termina la carrera', analiza el Chueco Alvarez, quien se retiró de la actividad en 2003, con 30 años. 'Además, ya no se podía aguantar más no cobrar durante meses, ya que el contexto del país tampoco lo permitía por más que uno lo quisiera', suma.

Las calles de San Justo, en donde reside, lo ven ir y venir, mientras atiende su trabajo o se detiene a charlar con alguien que lo reconoce. Martín Alvarez también es San Justo, también es Almirante Brown, pese a que nació en el Bajo Flores y vivió durante 30 años en el barrio 20 de Junio de Isidro Casanova. 'Soy hincha de Almirante. Estuve 14 años en el club, desde infantiles, inferiores y primera', afirma. Del 90 al 2000 jugó en la primera de Almirante Brown, luego su campaña siguió así: Sarmiento de Junín (un año), Ituzaingó (dos años), Colegiales y Comunicaciones, en ambos casos durante una temporada. Y cerró en la Liga de Chivilcoy. Fueron 12 los goles que llevaron su ADN: 7 en Almirante Brown; 1 en Colegiales; 4 en Ituzaingó.

Su salida

Irse del club no fue simple. Golpeó, dolió, pero salió. 'Cuando me fui de Almirante se me vino el mundo abajo. Estuve unos días bajoneado, en los que no salí de mi habitación. Me levanté cuando pude darme cuenta de que mi familia estaba sufriendo. Ahí pude descubrir que había 2 mil clubes para seguir. Parece una estupidez, pero mi mundo era sólo Almirante Brown', admite y subraya Martín Alvarez, quien tuvo un lugar en el recordado plantel que dirigía Osvaldo Piazza.

Si de algo tiene en el casillero del reproche es no haber estudiado, algo que les transmite a sus dos hijos como experiencia de vida a no repetir. 'No me capacité y ese fue un error del que me arrepiento. No estudié por el fútbol Y un día me di cuenta que era buen vendedor y hoy soy vendedor', resalta. Si bien los recuerdos se alojan en la memoria y siguen casi intactos, Martín Alvarez no se esfumó del mundo mirasol. Desde otro lado en el estadio, mantiene en alto sus proyectos de vida. Claro, siempre con el negro y amarillo como estandarte.