Primero gestionaron ayuda oficial. Les dieron los hierros para sentar las bases. La cooperadora, ante la falta de respuestas, inició una colecta. Reunieron 15.000 pesos para comenzar la construcción, que empezó en los sábados de junio y se intensificó en estos días, por el receso invernal: todos los días, entre las 9 y las 15 horas, la comunidad del colegio se ensucia las manos con cemento para poner ladrillo por ladrillo. También se acercaron albañiles de la zona, que decidieron colaborar desinteresadamente con la actividad.
Al jardín asisten niños de entre 3 y 5 años. El inmueble sufrió ataques que rompieron un panel de ladrillos de vidrio, el daño de puertas y ventanas, la destrucción de lámparas de iluminación perimetral y hasta el robo de cables. Como en las últimas semanas desaparecieron varios bloques de alambrado y el edificio quedó expuesto, la comunidad tomó la decisión de construir el muro.
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