El cantante mexicano se presentó el jueves en GEBA, donde hizo un repaso por los temas más representativos de sus más de 30 años de carrera

Jovencitas, adultas, señoras mayores, hombres; el público de Luis Miguel no distingue sexo ni edad y fue el que estuvo presente este jueves, contabilizado en 18 mil personas, en el primero de los cuatro recitales que el ídolo mexicano brindó en el estadio GEBA.

Eran las 22:22, cuando el telón se bajó y les dio paso a los músicos. El astro se ubicó en el centro de impecable traje negro, camisa blanca, corbata oscura y gemelos negros con dorados. Abrió con "Quién será", para luego pasar a "Tú sólo tú".

El show, de aproximadamente 100 minutos, fue un continuo paso por canciones que marcaron su carrera, incluso sus comienzos. Temas como "Pupilas de gato", "Separados", "Culpable o no" y "Directo al corazón", fueron sólo algunos de los que hicieron revivir los  '80.

Pero también hubo tiempo para las melodías románticas. "Tengo todo excepto a ti", "Más allá de todo" "Hasta que me olvides" "Hoy el aire huele a ti" y "La incondicional" conformaron la lista de   los más coreados.

Y aunque en menor medida, los fanáticos de los boleros también se llevaron su regalo: "Sabor a mí" "Sin ti", "Todo o nada", "Por debajo de la mesa" fueron interpretados por el artista en la mitad del concierto.

Luego de aproximadamente una hora, vino el cambio de look. Traje completamente negro, que incluyó la corbata oscura y la camisa del mismo color y casi al final, su clásica remera negra fue el vestuario elegido para cantar los temas más "bolicheros": "Cómo es posible que a tu lado", "Será que no me amas", "Te propongo esta noche".

Al final, no faltó su nuevo tema "Deja Vu" y posteriormente "Labios de miel", con el que le dio el broche definitivo a la velada.

A lo largo del show, Luis Miguel demostró una calidad vocal que permanece inalterable, con variaciones de tonos dignos de un artista de su nivel. No obstante, su performance fue inversamente proporcional a la interacción con el público. Prácticamente, no pronunció una palabra, más que dar las gracias, lo que desilusionó a muchas fanáticas. De hecho, casi al final, desde el público se escuchó un coro al unísono: "¡Que hable, que hable!", que salvo por el "muchas gracias Buenos Aires", no fue correspondido.

Sus movimientos también fueron cortos y lentos. El asiduo fanático sabe que Luis Miguel nunca se caracterizó por bailar, en el sentido más significativo del término, en el escenario. Pero en esta ocasión, prácticamente sólo se limitó a recorrer la tarima de un lado a otro.

Sin embargo, sus caras e improvisaciones de los temas mostraron el costado más simpático del artista, que bastó para conformar a las fanáticas y despertar suspiros, gritos y, en algunos casos, hasta llantos de emoción.

En definitiva, el show fue un repaso por sus más de 30 años de carrera, que incluyó un mix de temas de su trayectoria tanto en el pop como en la balada, y que sirvió para demostrar una vez más su vigencia a pesar del tiempo.

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