En el Día de los Muertos, en México se lleva comida a las tumbas de los difuntos y se los recuerda con música y alegría.

Los fines del mes de octubre vienen cargados con toda una serie de tradiciones que comienza con la enigmática noche del 31 de octubre, Noche de Brujas, seguida por el 1º de Noviembre, festividad de Todos los Santos y por el 2 de noviembre Día de los Fieles Difuntos.

Las tradiciones religiosas que tienen en sus credos la continuidad de la vida después de la muerte, aceptaban la creencia de que las almas de los difuntos tienen el poder de volver a la tierra en estas celebraciones. En muchas regiones de Europa, en la Noche de los Difuntos, se dejaban las puertas de las casas entreabiertas y muchas velas encendidas para mostrar el camino y para que las ánimas de visita en ese día tan especial, pudieran pasar a calentarse y comer, porque se dejaba una mesa con castañas asadas y otro tipo de comidas calientes en el hogar encendido.

Esa noche, alrededor de la mesa familiar, se dejaban tantos sitios libres como difuntos había en la familia. Otra tradición incluía llevar alimentos a las sepulturas.

Según cuentan antiguos relatos que vienen desde los albores del Cristianismo, en las vidrieras de las confiterías cuando se acercaban los fines de Octubre se veía pastelería alusiva como "Huesos de Santos", Buñuelos, Dulces con base de Almendras, Arrope, etc. , para compensar los malos momentos que se pasan cuando se recuerdan a los que se fueron.

San Agustín cuenta en sus "Confesiones" que su madre -Santa Mónica- llevaba tortas de miel, pan y vino a las sepulturas de los mártires. Otra eminencia como Tertuliano quemaba esencias e incienso en homenaje a los difuntos sin olvidar de dejar ofrendas de alimentos en sus tumbas. y estas tradiciones estaban tan arraigadas que en uno de los Concilios de Braga se prohibieron esas costumbres.

Las tradiciones en el Día de los Difuntos

En el Día de los Fieles Difuntos se acostumbra llevar flores a sus tumbas y en casi toda Europa se considera al "crisantemo" como la flor apropiada para este homenaje ya que se trata de una flor símbolo de luz solar y por lo tanto de inmortalidad.

También se considera como una tradición con los difuntos enterrados en tierra, de tomar un puñado de tierra, besarla y lanzarla sobre la sepultura del pariente fallecido. Esta antigua tradición llega de la lejana época de los forasteros y caminantes que morían en los caminos y eran enterrados a la vera de los mismos.

Cuando un caminante llegaba a pasar y veía la cruz tomaba una piedra, la besaba y la depositaba sobre la sepultura. Cada piedra representaba un espíritu y de este modo se calmaban las ansias de los difuntos por tener la compañía de otros difuntos.

Así se llega a la conclusión de que desde la víspera de Todos los Santos, hasta 2 de noviembre es el momento especial en todo el año en el que se supone se permita a las almas de los muertos volver a sus antiguos hogares para calentarse al lado de los que fueron sus familiares y sentir el alivio al ver que aún se los recuerde con cariño y respeto.


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