No están fáciles pero las tarus están al acecho debajo del planterío. Vadeando o de orilla, con variedad de señuelos con antienganche, podemos practicar una sufrida pero entretenida pesca con devolución.
La pesca de orilla en ámbitos de acceso público suele presentar dificultades propias de todo ámbito con gran presión de pesca. Pero eso no quiere decir que, haciendo bien las cosas, no se pueda hacer una pesca muy digna. En nuestro caso, nos pusimos como premisa relevar pesqueros del partido de San Miguel del Monte con señuelos, para ver cómo arrancaron las taruchas.

La primera jornada visitamos Las Perdices, por la tarde, parando en el camping San Huberto Km 116. Ese mismo día, nuestro amigo Facundo Pujol se quedó haciendo la última hora de Monte en zona de la compuerta con Las Perdices, pero haciendo foco en la islita que está 100 metros antes de la misma, donde se amontona gambarrusa.

En Las Perdices, junto a Charly Geier caminamos a la derecha hasta un arroyo que nutre la laguna, donde Cristian Battegazzore y un amigo mosquero del Club San Huberto habían tenido un pescón con señuelos y moscas tres días antes. Esta vez, encontramos las tarus muy erráticas, tirándoles tarascones tardíos a los artificiales, y sólo a los que trabajaran bien encima del planterío, como las cucharas Goziolure, los Spinit Highlander con el anzuelo bien oculto en la goma, y las ranas paseantes Tech.

Sólo cobramos un par de ejemplares entre tres. Mejor panorama tuvo Facundo en Monte, donde a la caída del sol metió cinco ejemplares junto a un amigo.

La segunda jornada, donde contamos con los amigos Adrián Flex y su amigo Martín, pescador de Monte, hicimos a la inversa, relevamos Monte por la mañana, teniendo algunos piques en la citada isla, donde clavé una muy linda taru con la rana tech que se me fue a un metro de la orilla y luego se cortó la cosa, por lo que recorrimos el espejo circunvalando la laguna. Vadeando en la boca del arroyo Totoral logramos otros ejemplares, pero siempre en una pesca trabajosa, logrando alguna por aquí y alguna otra por allá, con mucho pique errado e insistiéndole una y otra vez a la zona donde detectamos movimiento hasta lograr ejemplares. Nuevamente nos movimos y la última hora vadeamos otro sector de ingreso de agua a Monte llamado La Aguada.

Aquí, en un ámbito inmejorable, se repitió el ritual de trabajar pura y exclusivamente la zona mas tapiada de lentejuelas y colas de zorro, dado que en claros abiertos no había piques. Usando jiggs con cucharas, en algunos ojitos de agua entre el planterío, logramos mover algunas, al igual que con ranas de goma con buzzers adelante y el Spinit Highlander al que le adosamos la hélice de la rana Spinit Highlander aprovechando el mosquetón que permite este fácil intercambio. Así las cosas, habremos redondeado unas 10 tarariras en toda la jornada entre 3 pescadores, haciendo que este primer intento justifique la frase "difícil pero no imposible". Cabe destacar que esta pesca la hicimos antes de esta intensa ola de calor record con que cerró octubre. Ahora, las tarus se pusieron mucho más activas. La prueba está en que nuestro amigo Andrés Brítez, del pesquero El Cristo (pasando la compuerta con Las Perdices, 200 metros), las estuvo pescando con carnada y de embarcados muy bien en esta última semana. Vaya y disfrute. Las tarus de Monte, cuestan pero están.

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