Con cientos de inscriptos en maratones de todo el país, más el hábito de poblar parques y calles realizando esta disciplina, correr se volvió un hábito saludable. Literatura, promoción oficial o comercial, invitan a expertos y novatos a salir a la pista y simplemente, andar.

Con más de medio millón de adeptos que se inscriben regularmente en las diferentes variantes de carreras urbanas, el running se convirtió en la práctica deportiva de mayor crecimiento en la Argentina en la última década.

Esta tendencia en constante crecimiento en los últimos años, no sólo en el país sino también en buena parte del mundo, se verifica a diario en la cantidad de personas de todas las edades y ambos sexos que corren por parques y calles.

La última edición de la Media Maratón de la Ciudad de Buenos Aires, corrida a principios de septiembre, tuvo más de 20 mil inscriptos (en su amplia mayoría simples aficionados), una convocatoria superior a la de, por ejemplo, la célebre Half Marathon de Nueva York.

Y la reciente Maratón de Buenos Aires, con sus 10.335 inscriptos, volvió a superar, como lo hace todos los años, su propio récord de participantes pese a tratarse de una prueba de alta exigencia física.

La popularidad que ganaron las carreras de calle llevó a que las autoridades tuvieran que poner un límite a la cantidad de permisos que otorgan para su organización en el ámbito metropolitano, donde llegaron a superar el centenar en un año.

Como muestra de esta abundancia vale un ejemplo: hoy habrá una carrera de 10 km en Puerto Madero, otra similar en Palermo y una media maratón en Vicente López, Núñez y Belgrano, con numerosos cortes de calles.

"El fenómeno mundial del running tiene que ver con un redescubrimiento de la vida sana como arma para combatir el estrés de la vida moderna y sentirse mejor, y anotarse en carreras es un paso natural para quien sale a correr con regularidad", explica Osvaldo Marzullo, autor del libro "A correr que se acaba el mundo", recientemente publicado por la editorial Aguilar.

El libro no es un manual deportivo ni una guía de entrenamientos, sino que apunta a mostrar al running como una fuente de energía espiritual para los aficionados y una práctica que no sólo genera beneficios físicos, sino también emocionales. Dividido en 21 km (capítulos) como una media maratón, con una entrada en calor (prólogo) y una relajación final (epílogo), "A correr que se acaba el mundo" repasa sentimientos y sensaciones que se experimentan al correr. .

Con la primavera, el running vive su esplendor. La práctica se tornó tan popular en todo el país que la gran mayoría de las ciudades tienen sus propias competencias callejeras y numerosas empresas las respaldan con fines publicitarios.

Durante bastante tiempo, las carreras más populares fueron las de 10 km; sin embargo, en los últimos años se incrementó notoriamente el número de inscriptos en pruebas por distancias superiores, con seguridad debido a un crecimiento en el rendimiento de los aficionados. Esa demanda de carreras más largas llevó a que en el 2014, en Buenos Aires se organizaran decena de pruebas de más de 10 km.

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