Peleas poco difundidas, o menores, contienen errores que por no trascender, no se erradican, poniendo en peligro la rectitud y corrección a futuro de las reglas. Pero nada es porque sí, y detrás de cada yerro suele haber una explicación que la fomenta. ¿Quién es el culpable?

En el boxeo hay cosas y casos que ameritan ser mencionadas para bien o para mal, pero pasan inadvertidas porque suceden en peleas preliminares, veladas poco trascendentes, poco interesantes, o no televisadas.

El viernes pasado en Lanús, en una preliminar de Claudio Ábalos-César Reynoso que transmitió la TV Pública, el porteño Demian Fernández venció por KOT 1 al invicto entrerriano Alejandro Ramírez que venía con 7-0-0, 3 KO, por culpa de la impericia del árbitro René Godoy, quien en una pelea que incluso venía dominando este último, primero le efectuó una cuenta de protección de pie -de por sí dudosa-, y al instante directamente se la paró, sin mediar siquiera otra caída.

El reglamento contempla hasta tres por round como tope para establecer un KOT, por lo cual, salvo que alguien se vea realmente mal, todo púgil merece recibir al menos dos cuentas, máxime estando en el 1º round, de pie y respondiendo.

Lo menos que se puede decir es que el árbitro se apuró demasiado, de todos los defectos, quizás el mal menor, aunque para el boxeador que recibe tal perjuicio sea el peor y más injusto de todos los fallos.

Sin embargo, repasando, este árbitro fue el mismo que la semana anterior –ya en la pelea de fondo-, había arbitrado Ranoni Prieto vs Mauricio Barragán en Quilmes, paraguayo nacionalizado argentino contra uruguayo, por el título latino OMB de los mediopesados.

En aquella ocasión, Prieto derribó dos veces en el 1º round a Barragán, quien finalizado el mismo no quiso seguir. Y al sonar la campana del 2º se quedó sentado en su rincón, en evidente señal de abandono de lo que se dieron cuenta todos, menos el árbitro, que le comenzó a contar presionándolo indirectamente a seguir, cosa que el uruguayo hizo por apenas unos segundos,  hasta que recapacitó y se dio vuelta, blanqueando sus verdaderas intenciones de abandono.

Los periodistas hasta lo habían advertido desde abajo del ring en el minuto de descanso, sin esperar a que lo manifestara. ¿Estuvo desatento el árbitro, o lo hizo por convicción reglamentaria?

Sea como fuere, Godoy en una semana pasó de un extremo a otro. En una pecó por mucho y en otra por poco. ¿Por qué tal inseguridad? ¿Por qué su criterio es tan diametralmente opuesto y confuso consigo mismo?

Nada es casual. Este árbitro sólo hizo el curso de árbitro/juez amateur en la FAB, y al poco tiempo emigró hacia la otra organización que existe en nuestro país, la CMP (Comisión Mundial de Pugilismo) –sin predicamento- a arbitrar combates profesionales, para lo cual no solo es menester haber permanecido 4 años dirigiendo ininterrumpidamente en el amateurismo, sino luego aprobar el curso equivalente para pasar al profesionalismo -cosa que dudamos Godoy haya hecho-, atento a que las reglas cambian. De allí se explican sus dudas.

La FAB lo "repatrió" y le revalidó su experiencia profesional –aunque bajo otro organismo- por entender que con ella alcanzaba para cumplir sus funciones idóneamente, dado que se necesitan autoridades de ring, que hoy escasean.

Craso error y contradicción interna dirigencial. Nada cuesta realizar un examen de equivalencias donde se evalúen especialmente las diferencias entre ambos campos, si es que se quieren evitar luego males mayores.

Como siempre, la culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer.

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