Conocida su muerte, poco a poco aparecieron supuestos clientes de la empresa del asesor financista y no precisamente para aportar datos sino para averiguar cómo cobrar lo que, aparentemente, se les debía.
Mariano Benedit (31) tenía que pagar intereses y devolver capital de negocios financieros que, supuestamente, había realizado junto a su socio. Ambos estaban al frente de unas oficinas ubicadas en el piso 12 del edificio de Esmeralda 1066, donde tendría su sede la denominada Sociedad Mutual de Empleados Directivos del GCBA.

Con la noticia de la muerte de Benedit, poco a poco se fueron presentando supuestos clientes de la sociedad de Benedit, según comentaron altas fuentes de la investigación. Pero no lo hicieron para aportar información que permita dilucidar la muerte del joven financista, sino que se presentaron con una sola intención: averiguar cómo tienen que hacer para cobrar lo que, aparentemente, se les debería.

Además de cambiar cheques y comercializar dólares, según declararon algunos testigos en el expediente que está en manos de la fiscal Graciela Alicia Bugeiro, en las oficinas de la calle Esmeralda ofrecían negocios en la Bolsa que dejaban intereses varias veces superiores a los del mercado. Los intereses eran elevados, la tentación era grande y en los primeros meses todo resultó de la mejor manera: en la oficina pagaban religiosamente en tiempo y forma los mencionados dividendos. Pero, cabe aclarar, no hay ningún registro que explique a dónde iban esos capitales ni cómo se originaba la exuberante ganancia.

Pero para poder descubrir más indicios sobre lo que sucedía dentro de las oficinas de Esmeralda, y saber si ahí podría estar el motivo de la muerte de Benedit, deberán trabajar mucho los sabuesos de Homicidios de la Policía Federal. Ocurre que cuando allanaron, no había nadie y, en una evidente maniobra de urgencia, se habían llevado las CPU y habían dejado los monitores y los teclados de las computadoras. Ni siquiera aparecieron las agendas y los libros contables.

Pero sí hay elementos que están siendo analizados por los especialistas. Y precisamente los tenía en su poder la víctima. En la mochila, que estaba al lado del cadáver en la Costanera Sur, había una computadora, un teléfono, tarjetas de crédito, algo de dinero, facturas y presupuestos. En esos papeles aparecen algunos nombres, direcciones y números que están siendo revisados, además de los datos cargados en la notebook.

Los investigadores judiciales y policiales están convencidos de que la muerte de Benedit estaría directamente relacionada con su actividad comercial y financiera. Las deudas, la extracción de dólares de una caja de seguridad del Banco de Valores y su presunto paso por el Casino Flotante la tarde de la desaparición (tal como lo declaró un testigo), formarían parte de una sucesión de hechos que terminaron con el disparo en la cabeza en un pastizal ubicado a escasos cien metros de la entrada al Astillero Tandanor.

Lo más importante, por ahora, para la fiscal Bugeiro es determinar si fue un homicidio o un suicidio. Si Benedit, agobiado por las deudas, se pegó un tiro luego de ir al casino o bien lo mataron por esas deudas o por otro conflicto aún desconocido. La aparición de la vaina servida en el lugar del hecho, la pistola Bersa Thunder Pro 9 mm propiedad de la víctima, la presencia de restos de los componentes de la pólvora en la mano derecha del financista y las deudas son un inequívoco indicio de la posibilidad de un suicidio.

Pero, cabe aclararlo, que la moto Honda Tornado blanca, aún no fue hallada lo que genera dudas e interrogantes. Se sabe que dos empleados de Tandanor dijeron que el martes pasado, día de la desaparición, estuvieron esperando el colectivo en la parada frente al predio y a metros de ahí vieron estacionada en la banquina una moto blanca con el caso sobre el manubrio. Justo en el lugar donde al día siguiente aparecería el cadáver. Y ambos fueron contundentes: a la moto la vieron a la salida del trabajo, después de las 19 horas, cuando, de acuerdo al informe del forense, Benedit ya llevaba por los menos dos horas muerto.

¿Quién se la llevó? La principal línea de investigación indica que se la pudo haber robado un delincuente oportunista que jamás se dio cuenta de que el dueño estaba muerto a unos 30 metros de ahí. ¿Será posible o es demasiada coincidencia? Y además: la familia asegura que jamás notaron el más mínimo indicio de un problema en el estado psicológico de Mariano, sumado a que al día siguiente tenía previsto bautizar a su primera hija, de tan sólo dos semanas de vida.

Pero lo cierto es que, hasta el momento, no hay ningún indicio que indique la participación de una tercera persona. Nada, ni un solo rastro. Por lo que poco a poco todo se encamina, salvo una sorpresa, a una calificación de suicidio. Pero hay algo que será contundente en las próximas horas: los registros de las cientos de cámaras de seguridad de esa zona de la Costanera, Puerto Madero y el micro centro que se están procesando. Cuando se vean las imágenes, si Mariano Benedit aparece solo o acompañado, será fundamental para suponer qué es lo que pudo haber ocurrido.

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