Hilda Sayavedra fue abusada, junto a otra paciente, por un enfermero que la durmió mezclando un somnífero en el suero. El agresor fue sentenciado a cinco años de prisión, pero nunca cumplió la pena.

Hilda Sayavedra tiene 60 años y la violaron cuando tenía 51. Ocurrió en un hospital de Berazategui, cuando estaba internada y un enfermero la durmió mezclando un somnífero en el suero. No sólo ella resultó abusada en esas condiciones, también una compañera de cuarto sufrió la misma pesadilla.

Ambas víctimas tuvieron la valentía de denunciar el ataque y el sujeto fue condenado. Dos veces: en primera y segunda instancia. Pero nunca fue preso. Para esquivar la cárcel, sólo le alcanzó con apelar cada sentencia condenatoria, que ahora espera su turno en la Corte Suprema de Justicia bonaerense.

En diálogo con DIARIO POPULAR, Hilda sostuvo que "toda la situación con la Justicia es un escándalo, porque esta persona es muy peligrosa y aunque se probaron todas las atrocidades que cometió jamás estuvo detenido, ni siquiera el día que lo condenaron por primera vez en los tribunales de Quilmes en 2010".

La mujer recordó que el pasado 26 de marzo se cumplieron exactamente nueve años desde que fue violada por el enfermero Jacinto Ponce. "Lo recuerdo como si hubiera ocurrido ayer. Me arruinó parte de mi vida. Convivo con esto, que es horrible, y peor porque no tengo justicia. Lucho sola. Primero fui decenas de veces a Casación y ahora a la Corte de La Plata para reclamar", dijo la mujer.

El 19 de marzo de 2006, Hilda decidió concurrir al Hospital Evita Pueblo de Berazategui. Llegó a la guardia con fuertísimos dolores abdominales, vómitos y la piel con tonalidad amarilla. "Me diagnosticaron pancreatitis, con cálculos en la vesícula. El problema es que los médicos no podían tocar el páncreas, entonces estuve internada una semana. Querían disolverme los cálculos con medicación. Primero estuve sola en una sala, y luego con otra paciente, más joven, de 37 años y de nombre Alejandra", relató la víctima.

La noche del 25 de marzo, Hilda y Alejandra fueron atendidas por el enfermero Ponce, a cargo de la sala. A la primera le dio pastillas para dormir, y a la mujer mayor le introdujo un potente somnífero en el suero.

"Apenas lo puso me desmayé. Creo que fueron segundos. No supe más nada. Recién me desperté a las 5 de la madrugada del 26. Empezamos a sospechar con Alejandra que nos había manoseado. Ella fue la primera, porque estaba dopada pero no se había dormido. Se ve que las pastillas no eran tan fuertes como lo que me había puesto a mí. Entonces vio cuando el tipo le hacía de todo, sin poder hacer nada", explicó Hilda.

"Me parece que me violaron", le dijo la víctima a su mejor amiga, vía telefónica, tras lo cual le pidió que alertara a su marido e hijos.

Todo lo que ocurrió posteriormente, hasta que se realizó la denuncia, fue una sucesión de hechos lamentables. "Quisieron tapar todo. Yo tenía hemorragia. No entendía nada, porque hacía meses ya no menstruaba. Me sentía rara. Nos movieron de habitación. Después supe que era para limpiar la escena de la violación, las sábanas y todo. Mi familia ya estaba conmigo. Por suerte, mi marido Daniel era policía, entonces se enfrentó a todos. Exigió que nos tomen la denuncia. Una médica forense vino, pero al día siguiente. Apenas me revisó, me dijo que no sabía cómo me habían atacado, pero confirmaba la violación. Pudo ser con un objeto, una mano o el miembro. Me lastimó por ambas vías, anal y vaginal", contó.

En el año 2010, el Tribunal Oral Criminal 5 de Quilmes condenó a sólo cinco años de prisión a Ponce, por doble abuso sexual gravemente ultrajante contra Hilda y Alejandra. Esa vez, el enfermero violador salió caminando del lugar.

"La sentencia la leyó una secretaria, en la puerta. Una frialdad total. Me descompuse de la rabia. No es un castigo justo para alguien que dopó a pacientes y las violó. Ni siquiera nos pudimos defender. Y luego me dijeron que no iría preso, porque su abogada había apelado el fallo", recordó la víctima.

Hilda supo, desde ese momento, que la aguardaba una larguísima y desgastante lucha por algo de justicia. "Primero fue la pelea con Casación. No me daban bolilla. Un día hice un escándalo, ahí movieron los papeles. Le confirmaron la pena. Pero Ponce volvió a apelar. Se salvó de la cárcel nuevamente. El expediente lo tienen desde entonces en La Plata los jueces de la Corte Suprema provincial. Ya fui un montón de veces. Son nueve años ya. Hace poco me dijeron que no me podía quejar, porque estaba condenado. Parece una burla. Da mucha bronca", cerró la mujer


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