Sin lógica visible de lo que pasará dentro del ring –no tanto debajo-, el duelo Pacquiao-Mayweather de mañana en el MGM Grand de Las Vegas, atrapa por ser desconcertante de principio a fin, y una perfecta combinación de estilos, que chocarán en un momento en que los planetas no están alineados. ¿Qué pasará?
Opiniones, pálpitos, reflexiones, análisis.

Nada más odioso a la hora de enfrentar a conocidos en vísperas de una pelea como la que se avecina, que exigen agudeza verbal en el pronóstico, certeza en el  vaticinio, arrojo en la apuesta, para exponerse luego a pagar facturas gratuitas. Un ponerse a prueba, como si el analista también peleara a su modo. Y nada más apasionante.

Vaya antítesis. La misma de quienes se enfrentan, en un diametral duelo de estilos. La misma contradictoria energía, donde uno se ampara en la defensa, y el otro en el ataque.

"¿Quién gana?" "¿Será la pelea del siglo?" "¿Será buena o mala?" "¿Se pegarán en serio?" "El negro ya está en otra cosa". "Pacquiao está de vuelta", son las preguntas frecuentes, y las sentencias comunes.

Y en medio de eso, la responsabilidad del acierto en el juicio previo, que muchas veces lleva a tocar de oído.

Nadie que se precie de sincero puede saber cómo está realmente Floyd Mayweather y tampoco Manny Pacquiao.

Sería bueno tener la bola de cristal, pero por acá no anda. No se puede responder a ciencia cierta esas preguntas, como se quisiera.

Mas cómo gustaría. Y cómo tienta el debate previo.

Se ignora cómo entrenaron, con quiénes guantearon, si tuvieron problemas, si lo hicieron a fondo, si les duele algo, si conservan su rapidez y reflejos, si están sintiendo los golpes, en qué están pensando, si se exigieron en el peso, si no les cayó mal nada.

Sabemos su historia. Lo que hicieron hasta ahora. La plata que ganarán, que excede las ganas de querer mirarse con bronca. Más bien todo lo contrario -180 palos verdes Floyd, 120 Manny-.

Sabemos lo que es la info, pero no lo que pasará dentro del ring, que podrá ser bueno o malo, justo o injusto.

La lógica indica que será tanto más bueno cuanto más dependa del Pac Man, y tanto más tedioso y aburrido cuanto más dependa de Money.

La otra lógica dicta que no habrá KO, porque ninguno de los dos gana por esa vía hace tiempo (5 años y medio el Pac Man, 7 y medio Floyd, con una excepción hace casi 4 años, con Víctor Ortiz, a quien le pegó en el saludo tras una infracción).

En ese análisis, si es por puntos gana Mayweather, porque es el dueño del circo. ¿Pero gana bien, o gana mal? ¿Con guantes de 8 onzas, o con guantes blancos? Ésa es la cuestión.

Hace 5 años, cuando debió haberse dado este duelo y el Pac Man venía volteando muñecos a lo pavote, la tendencia general lo veía como ganador. Sin embargo, en aquel entonces, ni lo hubiera tocado al veloz yanqui, mañero, vivaz y lúcido estratega.

El Pacquiao de hoy, que no noquea pero sigue pegando y haciendo daño, viene de sufrir un tremendo KO en contra frente al mexicano Juan Manuel Márquez hace 2 años y medio, cuando lo estaba por rematar, habiéndolo tenido sentido. Y eso confunde a la gente, que por esa derrota le quita chances.

Mayweather no es Márquez, y no se jugaría a cara o cruz con Pacquiao. Buscaría defenderse, que no le peguen, sumar, tocar e irse, tenerlo lejos –aunque dice todo lo contrario, que lo peleará en el cuerpo a cuerpo-. Por tal motivo, la vía del KO frente al filipino tiene tachada la doble, como en la Generala.

¿Pero se bancaría Money la presión de Manny? ¿Le bancará la mano? Si Pacquiao lo encierra como lo hizo el Chino Maidana, y le pega tanto, habrá que ver si el yanqui sabe sufrir. Porque Pacquiao no pega al bulto, como el Chino. Ni es tan lento como él. No avisa, no se deja leer y sabe dónde pegar. Es zurdo, algo que –dicen- complica a Mayweather.

Un Mayweather que no ve la hora del retiro, que declara que pelea para cumplir su contrato, que se la pasa contando sus verdes, exponiendo sus autos, mostrando sus chicas, y coqueteando con los excesos, como los campeones aburguesados.

Será una de las pocas veces que Pacquiao no enfrente a un pegador, por lo que sólo tendrá que concentrarse en que no se le escapen, en acertar el balazo. Ésa será su taba.

Las reglas de tres simples, y el carácter transitivo entre ambos, no ayudan a dilucidar la respuesta, porque el filipino venció por KOT 8 y paliza a Oscar de la Hoya, quien le hizo una pelea pareja a Mayweather. Pero éste a su vez venció fácil a Márquez, la sombra negra del Pac Man, a quien noqueó feo en el 6º la última vez.

Si Pacquiao impone su ley y supera en el ring al yanqui -sensación que cada vez parece instalarse más en el pálpito, por presentir que quien más decreció en los últimos meses fue Floyd, y tómese como pronóstico-,  ¿se lo reconocerán en las tarjetas?

El no saberse qué irá a pasar, y cómo, es lo que más atrapante hace a este duelo sin lógica en su guión.

Floyd expone el welter AMB/CMB y Manny el OMB. Si pierden, no será un drama, y si ganan, nada de lo que venga será más que ésta, salvo una revancha, si se justifica.

Lo que más parece estar en juego, independientemente de futuros, dineros, títulos y glorias, es el ego que envuelve a ambos, más grande que el MGM, y más brilloso que las cadenas de oro del ex Pretty Boy.


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