El ataque del submarino nuclear Conqueror, ordenado por Margaret Thatcher en el marco del conflicto de Malvinas, se produjo cuando la nave argentina estaba fuera del área de exclusión.

Hace hoy 33 años, el 2 de mayo de 1982, a las 16, el crucero ARA General Belgrano recibió el impacto de dos torpedos que fueron disparados por el submarino nuclear 'Conqueror', cuyo comandante fue autorizado a iniciar el ataque por la entonces primera ministra británica Margaret Thatcher.

"El crucero General Belgrano hizo honor a su lema: irse a pique antes de arriar el pabellón nacional. La bandera fue lo último que se vio. Luego en la balsa en la que me encontraba, mis conscriptos entonaron el himno nacional, con ellos pasé las 36 horas de supervivencia", relató el comandante de la nave, capitán de navío Héctor Bonzo, a los pocos días del rescate.

El hundimiento del crucero General Belgrano, en el marco del conflicto de Malvinas, es considerado por muchos como un crimen de guerra porque la nave fue atacada cuando se encontraba fuera del área de exclusión de 150 millas alrededor de las islas, que había sido impuesta unilateralmente por los ingleses. De los 1.093 tripulantes del navío, sólo 740 fueron rescatados con vida luego de permanecer casi tres días en sus balsas.

Aquel 2 de mayo, Thatcher ordenó al ministro de Defensa inglés, John Nott, que transmitiera la directiva dirigida al comandante del submarino nuclear británico 'Conqueror', capitán de fragata Christopher Wreford-Brown, de torpedear y hundir al Crucero General Belgrano.

El primer torpedo alcanzó al crucero a proa, por babor; el segundo hizo impacto hacia popa, en la parte inmediatamente posterior a la sala de máquinas, destruyendo el sistema de mando del timón. Diez minutos más tarde, el comandante decidió que no se podía hacer otra cosa que dar la orden de abandonar el barco.

Entonces se lanzaron 70 balsas autoinflables, que podían contener veinte hombres cada una. Los techos anaranjados de las balsas parecían un collar rodeando al buque para protegerlo. Un hora después de haber sido tocado, el Belgrano se dio vuelta y se hundió. Al llegar la noche se levantó viento y el mar empeoró.

Las ráfagas alcanzaban casi los 100 kilómetros por hora y las olas los 5 metros de altura; algunos botes iban sobrecargados, llevando hasta 30 hombres, varios de los náufragos sufrían graves quemaduras. Como consecuencia del ataque y posterior hundimiento murieron 323 tripulantes, unos a causa de las explosiones producidas por los torpedos que al introducirse en el casco chocaron con depósitos de explosivos, otros por asfixia y otros al ahogarse en el hundimiento. La criminalidad del hundimiento del Belgrano fue reconocida hasta por los británicos.

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