Otro Monsters of Rock que quedará en la historia. Como los 6 anteriores que pasaron por Argentina. Motörhead con Lemmy desgastado, pero con ese poder y mística de siempre; Judas con Halford hecho un pibe; y el gran Ozzy con toda su locura y esa banda del recontra carajo, le partieron la cabeza a los 35 mil metaleros en el Ciudad del Rock.

Otro Monsters of Rock que quedará en la historia. Como los seis anteriores que pasaron por esta tierra. Aquellos inolvidables de 1994, 1995, 1997, 1998, 1999, y 2005. Todos dejaron su marca en los heavys argentos.

Este del 2015, tuvo otra mística. Un cónclave de monstruos, precursores, vanguardistas con ya más de 40 años de rock encima del lomo. Una convención de bandas que fueron, son y serán fuentes de inspiración para todos los que sienten la luminosa y bella oscuridad del metal: Motörhead con el legendario Lemmy desgastado por sus 69 años de rock, agite y Jack Daniel´s, pero con el poder y furia de siempre; Judas con un Rod Halford impecable, con garganta y diafragma de pibe; y el gran Ozzy Osbourne con toda su locura perfecta y esa banda del recontra carajo.

Un tridente que le partió la cabeza a los 35 mil metaleros que se bancaron la tormenta matutina, el frío, los charcos de agua, y el barro en el Ciudad del Rock. Leyendas que le dieron, le dan y le seguirán dando una larga vida al metal...

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Que nunca falte un Lemmy


Cuando Lemmy no se subió al escenario en el Monsters of Rock de San Pablo por problemas gástricos, los metaleros argentinos sufrieron y feo, eh. Pensar por un segundo que Motörhead podía suspender la continuidad de su gira por la salud de Lemmy fue terrible. Pero a los días, el mismo el británico confirmó que estaba bien y que iba a seguir rockeando en el resto de la gira del Monsters. Y cómo la rockeó con su voz rasposa, bigotes largos, chaleco de jean, botas texanas, su típico sobrero, ese hermoso bajo Rickenbacker 4004LK; y sus históricos compañeros Phill Campbell con la LAG Explorer Signature y todo su arsenal de violas; y el gran Mikkey Dee con esa batería doble bombo del demonio. Un show corto, pero a puro poder. Lemmy, un genio. No te mueras nunca ¡por favor! Si hay algún científico metalero podría ir pensando en clonarlo. El rock y metal deberían tener un Lemmy por los siglos de los siglos...

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Halford, un frontman de la hostia


Lo de Judas Priest también fue acorde a la magnitud de sus 41 años de historia. Con un Rod Halford impecable. Qué cantante ¡Un frontman de la hostia! En imagen, en puesta, en talento, en todo... Quizá su cuerpo sintió el paso de los años; pero a los 63, su garganta, su diafragma y su energía bestial siguen igual que siempre. Y en las violas, el mítico Glenn Tipton y el virtuoso joven Richie Faulkner -que en el 2011 reemplazó al histórico Kenneth Downing-, la descosen. Demuestran en las tablas eso de hablar a través de las seis cuerdas. Claro que pueden volar tanto porque atrás, tienen una pared gigante. Una base tan sólida como explosiva con Ian Hill en el bajo y Scott Travis en la bata.

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Ozzy y un cierre soñado


Y el cierre soñado con Ozzy Osbourne fue así: un sueño. El loco perfecto de Birmingham regresó a la Argentina con una banda del recontra carajo. Y sonó tremendo, de la hostia. Acompañado por Gus G. en guitarra, Rob "Blasko" Nicholson en el bajo, Tommy Clufetos en la batería y Adam Wakeman -hijo del famoso Rick Wakeman, integrante de Yes- en teclados; el príncipe de las tinieblas como de costumbre dio un show sublime. Y se lo vio feliz, prendido fuego, colifato de contento al ver que las 35 mil almas metaleras dejaron hasta la última gota de sudor en Villa Soldati por sus enormes canciones. Corrió, bailó, saltó sin parar. Bañó de espuma a los fotógrafos y camarógrafos con una manguera en la mitad de "Mr. Crowley" del disco Blizzard of Ozz; y se emocionó con el coro de la gente en todo momento. En cada canción, sobre todo en Iron Man de Sabbath, donde a grito pelado largó: "I love you, people!". ¡¡¡Nosotros también, Ozzy!!!

Un rato antes del adiós, entre sus clásicos y los de Black Sabbath, Ozzy dejo el escenario para los solos del griego Gus G. y el estadounidense Tommy Clufetos. ¡Terribles! Que Gus G. es un poco frío, es totalmente verdad. Pero toca y mucho. A montones. Tira fantasías en cada hueco que puede. Ojo, mete arreglos delicados, frases cortas y muy efectivas. El griego tiene una técnica bárbara y un sinfín de herramientas en los dedos. Y no abusa. No empalaga con su sabiduría, como pasaba con Zakk Wylde en los últimos tiempos que estuvo junto a Ozzy (qué metalero se podría olvidar de los comienzos de Zakk con Ozzy, que fueron maravillosos, inolvidables; pero con los años se volvió muy repetitivo hasta que se fue a tocar prácticamente con lo mismo con su proyecto Black Label Society). Y del solo de batería de Clufetos, qué decir...Batero de Alice Cooper, Rob Zombie y Black Sabbath, entre otros... ¿Si estuvo y está al lado de bandazas históricas, hace falta decir lo que toca este loco? ¡Descomunal! Un pulpo, con golpe de gorila. Un animal arriba de los parches. Le pega con un poder, un peso, un groove y una precisión bestial. ¡Te parte la cabeza!

Un Monsters of Rock inolvidable más. Con los heavys argentos rendidos a los pies de estos monstruos, de estas leyendas que con más de 40 años de historia le siguen dando una larga vida al metal...

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