Guillermo Moyano, el joven de 26 años que fue señalado por su ex pareja Daiana Sánchez, la única imputada por el crimen de Catherine Moscoso en la localidad bonaerense de Monte Hermoso, rompió el silencio y dijo que producto de la salud mental de la detenida temía por su propia vida. "Ella amenazó con clavarme un cuchillo", aseguró.
"Y bueno, pasó: soy hombre", aseguró Moyano, peón de albañil y estudiante secundario en una escuela nocturna, al contar que Moscoso, la joven de 18 años asesinada a golpes la semana pasada, se le había insinuado para tener un encuentro sexual fugaz y él aceptó. "Ella me buscó a mí", aclaró. En ese marco, contó que se dirigieron a los médanos cercanos, cubiertos de malezas y colas de zorro para un poco de privacidad, pero fueron vistos por una amiga de Daiana Sánchez, en ese entonces novia de Guillermo, que se los cruzó en el camino.
Por ello, Daiana le armó un escándalo inmediato, con llanto y platos rotos incluidos.Tiempo después, Catherine volvió a él. "Me tocó la puerta tarde a la noche, mis viejos estaban dormidos. Fue un 'toco y me voy'", aseguró. El joven dijo que Daiana jamás se olvidó de la infidelidad.
En la noche de la pueblada del sábado 23, en que fue linchado Juan Carlos González, alias 'Canini', una turba iracunda se juntó en la esquina de su casa: "Vino una vecina a avisarme que me iban a matar. Yo no me quería ir, era mi casa. Pero mi vieja es especial", afirma.
Ya declaró dos veces ante la Justicia y está a disposición del fiscal del caso, Mauricio Del Cero, que, según Guillermo, sabe dónde está. Su testimonio se volvió crucial en la causa para apuntar a Daiana.
Moyano se convirtió en la parte elemental de un triángulo amoroso entre dos jóvenes, y el centro de una disputa de envidia entre amigas que puede costarle a Sánchez la libertad. Por el momento, la defensa de Sánchez centra su estrategia en que sea considerada inimputable.
"A Daiana la conocí hace tres años en el barrio Bungalow, donde tenía su casa antes de que se mudara con su hermana Rocío, que tiene una discapacidad mental más prolongada, al barrio Néstor Kirchner. Limpiaba, lavaba, cocinaba, se encargaba de todo, una mina muy buena. Pero cuando convivimos en lo de 'Canini', un alquiler que yo negocié y que nos cobraba unos 1700 pesos, ella cambió. Dejó de cocinar y de lavar. Yo me enamoré de cómo era ella, nunca vi una discapacidad", dijo Moyano.
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