Al igual que en otros países, por estos lugares se está imponiendo una nueva moda: pequeños bocados, platos completos, pero más chicos. La idea es que la gente pida varias preparaciones a la vez y picotee un poco de todo con el objetivo de divertirse entre amigos. Este concepto recibe el nombre de shared dining, una manera de comer que es habitual en países como Estados Unidos, China, Holanda, Perú y Grecia, entre otros.

No son platos convencionales de un menú con entradas y platos principales, pero tampoco son tapas en el sentido estricto de su concepto de pequeños bocados. Son platos completos pero más chicos.

La idea es que la gente pida varias preparaciones a la vez y picotee un poco de todo con el objetivo de divertirse entre varios amigos, disfrutar de una comida original y gourmet, a la vez accesible, debido a que se trata de porciones menor tamaño y que son para compartir entre varios.

Este concepto recibe el nombre de shared dining, una manera de comer que es habitual en Estados Unidos, en China, Holanda, Perú, Grecia, Indonesia, Japón, España o México, donde muchos restaurantes sirven variedad de platos de porciones más chicas que un plato individual bajo el lema de "compartir".

"Hay una moda de picotear un poco de todo -dice Josefina Mengoli, chef de Brac, restaurante cuyo menú se basa en este estilo de cocina-. En el resto del mundo es muy común. De a poco, se va implementando también en Argentina. Es divertido tener la mesa llena de cosas y probar. A veces, la gente más grande no termina de entender el concepto, te dicen: '¡Qué chiquita la porción de ñoquis!', y nosotros les explicamos que la idea es probar varios platos a la vez", explica.

Se trata, además, de una experiencia sensorial que nos evita de antemano esa decepción que es bastante común en un restaurante donde nos parece que el plato que eligió el otro es mejor que el nuestro.

Acá todos prueban un poco de cada cosa. En Brac, por ejemplo, algunas opciones son: ensalada de burrata con tomates asados, albahaca y chips de jamón crudo; ensalada thai de pollo con vermicelli, castañas, zanahoria y aderezo thai; quesadilla de falafel con pepino y tzatziki; sandwich de langostinos acompañado con mix de hojas, salsa criolla de durazno y salsa de lima y jalapeños, entre otros.

"Tratamos que los comensales pidan todos los platos juntos, así la experiencia es más intensa, pero por lo general los piden en 2 o 3 tandas. En lo personal, a mí me encanta comer y picotear en una mesa grande, que es lo que me gusta hacer en familia", señala Josefina Mengoli.

En consonancia con esta filosofía, el menú ha sido diseñado para compartir un almuerzo o una cena en función de la interacción social. En esto tiene también una gran importancia la presencia del camarero, quien será el que sugerirá combinaciones de acuerdo a los gustos manifiestos de cada uno de los comensales.

Así, todos pueden disfrutar del menú en su totalidad, seleccionando aquellos bocados que más se adapten a sus preferencias. "Los platos tienen sabores que me gustan a mí en lo personal. Me gustan mucho las cosas frescas como el cilantro o la lima, trato de mezclarlos sin que tenga un estilo muy definido. O sea, me gusta la comida del Sudeste asiático pero no quiero que sea un estilo. Trato que los platos tengan diferentes ondas pero un sentido en común y que se note que son todos hechos por la misma persona y con la misma idea. Hay un poco de cocina peruana, mediterránea, asiática, hay mucha fruta mezclada con pescados y mariscos, hay carnes como osobuco, pero que va con una criolla con mango", explica.

La diferencia con las tapas españolas o los pinchos de la gastronomía vasca es que en este caso se trata de platos con un concepto en sí. No son mini-porciones sueltas de distintos ingredientes. La idea tampoco es picar a modo de aperitivo sino compartir una comida central pero variada. "Esto se ve mucho en Perú, en México y también en Japón, donde sirven mesas de platitos chicos. Yo tuve la oportunidad de viajar a Grecia y ahí todos los platos son así, chiquitos y variados".

Experiencia diferente
Una experiencia diferente que va de la mano de nuevos conceptos gourmet que acentúan el aspecto sensorial de una comida y a la vez se adaptan al bolsillo de la gente con precios que son más que accesibles.

Al consultarle a la cocinera como fue la experiencia de asumir un rol con mucha responsabilidad siendo tan joven, explicó que "Fue y es muy difícil. Pero la venimos remando bastante bien. Es puro esfuerzo. Los que trabajamos en el restaurante somos todos muy jóvenes. Traté de que fuera un lugar de gente joven y que nos esforcemos para que nos vaya bien a todos juntos. Estoy todo el día a full, hay días que estoy 16 horas en el restaurante, pero la satisfacción es también muy grande".

Finalmente cuando se le pregunta si le gustaría tener su propio restaurante, expresa que "Ahora no, muy a futuro sí. El día que tenga mi propio restaurante quiero hacerlo con todo".

Una nueva tendencia que se impone en nuestro país, al igual que en otros lugares del mundo y que supone una nueva manera de disfrutar de la comida.

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