Como pocas veces, el boxeo argentino se protagonizó afuera, con buenos púgiles y buenos resultados, pero escasa repercusión mediática. Algo está cambiando, ¿pero por qué quiere ocultarse, y a dónde conducirá un factible nuevo escenario?

Entre el viernes y el sábado del último finde, pese a la escasa repercusión, hubo tres combates internacionales donde participaron destacados púgiles argentinos, todos fuera del país, y uno solo fue por título mundial: el de una mujer.

Fue la victoria por demás valiosa de la entrerriana Débora Dionicius sobre la encumbrada –y ya veterana- italiana Simona Galassi, como visitante en Lombardía, Italia, donde retuvo su corona mundial supermosca FIB en localista fallo dividido, que constituyó otro bochornoso veredicto fiscalizado por la entidad con sede yanqui.

La segunda participación argentina tuvo que ver con el explosivo debut del bonaerense Brian Castaño en tierra estadounidense, con triunfo por KOT 1 frente al probador local Todd Manuel, en combate pactado a 6 vueltas.

Y la tercera, ya en pleno sábado, fue curiosamente en el mismo escenario donde triunfó Dionicius -el Palasport de Manerba del Garda, Lombardía-, y donde se produjo la única derrota: la del también entrerriano Carlos Aquino, en los 64 kg de la APB de la AIBA.

Cayó por puntos en 8 asaltos (78-74 las tres tarjetas) a manos del argelino Abdelkader Chadi, en un cruce en el que de haber ganado, hubiese pasado a la final y competido para clasificarse directo a los JJOO de Río 2016, ya que estaba en la llave de los 4 primeros.

La derrota lo excluyó en esta instancia de esa chance, pero aún tendrá más.

Fue un finde positivo, redituable, aunque pasó inadvertido, periodísticamente hablando.

Lo de Dionicius fue virtuoso, porque hizo "pata ancha" ante alguien que como amateur fue estrella y declarada Mejor Boxeadora de cuanto torneo intervino.

Y no sólo por su boxeo, con el que arrolló las 10 vueltas a la longilínea tana -ex campeona mundial mosca y supermosca-, sino porque además debió ganar la pelea de abajo, donde otra vez la FIB mostró la hilacha, estando a punto de destronar con la lapicera lo que una atleta había ganado con los guantes.

Porque pese a que dos jueces (un holandés y un italiano –curiosamente-) le dieron dos míseros puntos de ventaja a la "Gurisa" (96-94) como de lástima, -es apenas 1 round, que de haberlo fallado al revés daba empate-, el tercero (un francés) dio ¡97-93 para la Galassi!

Sería bueno saber cómo actuará la quisquillosa entidad con alguien que demostró ser un inepto, o un corrupto, y tan mal la hizo quedar ante la opinión boxística general.

Esa misma noche al fin debutó Brian Castaño en USA, pese a las falsas declaraciones que su nuevo "mánager", el argentino Sebastián Contursi, cabeza del "Team Maidana",  le hizo hace poco al colega Carlos Irusta en espn.com.ar, negando la veracidad de la misma en una nota cuyo link adjuntamos aquí , para que quien quiera pueda chequearla y cotejarla con la realidad:

(Extracto de una parte de la nota): "Contursi está viviendo en Los Ángeles por un tiempo. Su relación con Al Haymon ha sido muy fluida desde los primeros encuentros y los boxeadores a los que representa el argentino están en esa empresa. "Haymon produjo movimientos muy fuertes y nosotros lo acompañamos como podemos. Tenemos varios boxeadores que están trabajando en el gimnasio de Robert García en Oxnard, en California, y esperamos seguir creciendo, de a poco".

  "¿El caso más reciente es la llegada de Brian Castaño? 
En realidad, deberían preguntarle a Gustavo Nigrelli, el periodista argentino que dio la noticia, porque -al menos que yo sepa-, Castaño ni siquiera viajó a los Estados Unidos: yo, al menos, no tuve ningún encuentro con él".

Más allá de las patas cortas que otra vez muestra la mentira, hay un análisis que se impone: todo fue afuera, una sola televisada –la de Dionicius-, y en diferido, ya que la pasaron a la 1:00 de la mañana.

Que alguien pretenda negar que algo cambió en estos últimos meses en el boxeo argentino, es como querer ocultar un elefante en el comedor.

No obstante, Castaño mostró todo lo que puede dar, que es bastante más que lo que exhibió en el ring, donde apabulló a su oponente con 3 caídas y golpes de todo tipo a la velocidad de la luz.

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Sin embargo, pese a su contundencia, quedaron escritas en la nebulosa percepciones hoy invisibles que a futuro lo pueden traicionar, dado su abierta forma de pelear, máxime si su confianza se transforma en autosuficiencia, tendencia presente en él y su nuevo equipo.

Lo de Aquino poco puede analizarse, porque no se vio, ni hay un archivo a donde pueda acudirse, pero no hace otra cosa que resaltar el nivel que existe en esos torneos, la dificultad de ganar allí, y lo meritorio de la performance del 56 kg Alberto Melián, único argentino que llegó a la final en dicho torneo y que competirá el próximo 11 de julio por el pasaje a Río, inmerso en otra polémica que es digna de un tratamiento aparte.

Pero lo que más hubo que ver en el boxeo de este finde, fue aquello que no se vio, o que por diversas razones no se quiere ver, y que, como las enfermedades graves, para su cura es indispensable primero reconocerlas.

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