El icono de la radio, actualmente en la folclórica, dice que seguirá trabajando mientras se lo permitan sus "neuronas”. Además, habla de la situación de su mujer: “Hoy podemos llevar una vida casi normal”

Afirma que está atravesando una etapa de su vida que huele a despedida. Cree en libre albedrío y que más allá de lo escrito, hay mucho por hacer. Se reconoce ciclotímico y con un espíritu conciliador. No lo acosa ningún remordimiento y considera que no tiene sentido huir de la infelicidad.

l ¿En qué etapa de su vida se encuentra?

-En verdad, me estoy despidiendo.

l ¿Cómo debe ser esa despedida?

-Lo más decorosa posible, mientras me lo permitan mis neuronas (risas).

l ¿Qué resguardos toma para que se dé de ese modo?

-Bueno, ya le dije a mi gente que si notan que comienzo a hablar estupideces, me avisen. Hasta la fecha, eso no sucedió. Por ahora, no tengo más problema que el que tenía cuando era joven.

l ¿De qué se trata?

-De la falta de memoria.

l Y anímicamente, ¿cómo se siente?

-Muy bien, pero soy un tipo ciclotímico.

l En el aspecto psíquico, ¿cómo diría que está?

-Inestable, pero por suerte existe un patrón de equilibrio al que siempre vuelvo.

l Usualmente, cuando actúan irrespetuosamente con usted, ¿cómo reacciona?

-Si la falta de respeto se produce en la calle, me voy para otro lado. Hay que tener mucho cuidado de embarcarse en una discusión en la vía pública, porque nunca sabés cómo puede terminar. En el plano laboral, jamás me faltaron el respeto.

l En general, ¿intenta bajar la tensión?

-Sí. Por ejemplo, cuando discuto con mis hijas, y ellas dicen algo con intención de mortificarme, bajo los decibeles.

l ¿No le gusta discutir?

-No. Soy conciliador.

l En el medio, ¿siente que ocupa el lugar que merece?

-Ocupo un lugar mucho mejor del que merecía. Ya estoy hecho de acá a veinte años.

l ¿Se siente favorecido?

-Sí. He sido muy favorecido por todos. El reconocimiento es generoso. Por otro lado, la memoria se va olvidando de algunos precursores y uno pasa a ser el precursor. Yo no puedo a decirle a cada persona que antes de mi estuvieron Antonio Carrizo y Cacho Fontana.

l ¿Ellos marcaron el camino?

-Sin duda y ese camino lo seguimos muchos.

l ¿Qué piensa de la nueva generación?

-Es excelente. Ahora tenés una generación fantástica.

l Desde su perspectiva, ¿por qué muchos se desesperan por cinco minutos de fama?

-No es mi caso.

l Bueno, usted es famoso.

-Es cierto, pero nunca busqué serlo. Yo fui a trabajar a la televisión porque me dijeron: "Si no trabajás en la tele nunca te van a conocer y no te van a dar el programa de radio que querés hacer".

l ¿No le interesaba la televisión?

-No me entusiasmaba. Además, casi nunca veía tele. En las pensiones donde vivía, cuando vine de Bragado a Buenos Aires, los televisores estaban en las piezas de los dueños. Un día, en el ISER, me avisaron que en Canal 13 estaban haciendo pruebas y me preguntaron: "¿Querés ir?", yo respondí: "Es que no sé ni cómo hablan en televisión". Un compañero me llevó a su casa y me mostró cómo hablaba alguien por tele. Me presenté al casting y no pasó nada. Al tiempo, me llamaron. El canal había comprado un paquete de películas y en ese combo venía un programa de jazz, que debía amortizar. Se trataba de un ciclo sin demasiadas posibilidades de audiencia. Me reuní con un tipo del canal, me preguntó: "¿Usted se atreve a conducirlo?", respondí que sí. Lo cierto es que el ciclo resultó atractivo. Me hice muy conocido y me dieron el programa en radio que quería. En base a eso, te puedo decir que la fama es atractiva, porque la gente te trata distinto.

l ¿Lucha contra el olvido?

-¡Nooo! El olvido es la esencia del paso del tiempo. Luchar contra el olvido es como luchar contra el tiempo, una lucha estéril.

l ¿Lo acosan arrepentimientos?

-No me arrepiento de las cosas que hice, que no le gustan a la gente con la que compartí cierto tramo de mi vida; tampoco me arrepiento de acompañar durante toda la vida a mi esposa, una mujer con problemas de salud.

l ¿Usted se hizo cargo de ella?

-En todo lo que pude y puedo aunque, por momentos, me sentí solo. Ella estuvo cinco años internada en un psiquiátrico, hasta que finalmente pude sacarla.

l Eso para usted fue un triunfo.

-Sin duda porque hoy, estando bien medicada, podemos llevar una vida casi normal.

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