El vecino de Laferrere Ernesto Amarillo les enseña música, cultura, arte y oficios a jóvenes de la localidad. Desde hace un mes usan la plaza Ejército de Los Andes, ante la falta de un techo para mejorar la enseñanza.
El trabajo por el otro, por el necesita es su misión en este mundo. Así lo cree, lo siente y lo sostiene Ernesto José Amarillo, un vecino de Gregorio de Laferrere, quien desde su actividad de técnico electrocardiógrafo -su medio de vida- lucha por mejorar la calidad de vida de los chicos con capacidad especiales. Ha golpeado puertas, ha pedido, a veces ha recibido respuestas, a veces no, y hoy avisa de la necesidad de la asociación que lleva adelante: 

El Club de Chicos de Capacidades Especiales. "No tenemos un espacio físico acorde y necesitamos que alguien nos dé una mano en Laferrere", revela el hombre de 56 años.

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Ernesto Amarillo apunta a la enseñanza de la música, de la cultura, arte y oficios, como trabajar con hojalata, madera en carpintería y cuero. "La música a los chicos les hace bien. Por eso, apuntamos a instalar o armar un taller de música y arte de día para los chicos especiales", sostiene y cuenta: 
"Estamos en Laferrere, en Piedrabuena 6.186, en donde alquilamos un primer piso, pero es un problema para que los chicos con discapacidades motrices puedan subir. Por ello es que necesitamos un espacio adecuado para los chicos", avisa. Y resalta: "Hay chicos de San Alberto que tocan sikus y quena, otros de Merlo que tocan el violín. Esos chicos vienen a darnos una mano cuando pueden".

La búsqueda de soluciones llevó a Amarillo y los chicos a hacer público lo que hacen y lo que quieren hacer. Desde hace un mes en la plaza Ejército de Los Andes, de Laferrere, sábados y domingos toma la guitarra y el bajo y toca música. Allí salen zambas, tangos y diversos ritmos más. Y los chicos del club cantan. Así es que la arista cultural del club funciona en la plaza. 

Y él mismo lo cuenta. "Queremos que la gente se entere de lo que estamos haciendo y que estos chicos tienen talento para desarrollar. Ellos tienen capacidades que nadie cree que tienen por la disminución motriz. Y eso queremos que se sepa", indica.

Y a la hora de contar la cocina del grupo, da a conocer: "Dieguito, por ejemplo, tiene siete años, tiene un retraso madurativo. Canta con nosotros y le gusta cantar la Vaca Lechera e Indio Toba, de Jairo. Es muy inteligente y le queremos dar la chance e incentivarlo. Sería una pena no lograrlo, o al menos intentarlo", manifiesta con emoción y esperanza de lograr el objetivo que persigue. Y enseguida aclara. 

"No son payasitos, ni mogólicos, como suele decirse tan livianamente. Son chicos con mucho talento y que merecen desarrollarlo".

En las jornadas que desarrollan en la plaza de Laferrere, además de los instrumentos, los chicos despliegan una consigna, en un afiche, que reza: "Los niños especiales no tenemos una enfermedad, sino una condición. No estamos buscando cura, sino aceptación. Tampoco buscamos lástima, sino respeto y cariño. La peor discapacidad es no darse cuenta de que todos somos iguales. ¿Nos ayudas a construir nuestro taller de música y arte? La pregunta está formula. La respuesta se espera.

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