Accedemos a este sitio por Avenida del Libertador, yendo de Capital a Provincia, y ni bien termina la ex ESMA doblando a mano derecha y siguiendo ese camino hasta la rotonda de ingreso al parque. Otra es tomar la Av. Lugones y al pasar la cancha de River estar atentos a mano derecha al cartel de ingreso al parque. Entrando por allí llegamos a la misma rotonda antes mencionada e ingresamos al parque tras un camino de unos 800 metros. Una vez en el parque, la zona que elegimos fue la comprendida entre la salida del arroyo Medrano, extremo derecho del parque, y la primera reja abierta en el balcón al río. Allí
había un par de aficionados tirando líneas y habían salido a media mañana sólo un par de pejerreyes.
Opté por armar dos equipos, uno de fondo y otro de flote, con línea volcadora para pescar a línea retenida. Este dato es importante pues al ser un lugar concurrido, muchos aficionados quieren pescar a línea suelta y se producen galletas fenomenales entre los que anclan las líneas o pescan directamente a fondo y los que pescan con líneas sueltas y acompañándolas en su deriva. Un consejo importante: la zona presenta enganches, por lo cual es importante que a la volcadora la rematemos con un fusible de nailon fino para atar la plomada, de modo tal que si enganchamos, perdamos sólo un poco de nailon y la plomada y no toda la línea de pejerrey.
Como carnadas llevé únicamente mojarras de El Abuelo, que en San Pedrito 601 siempre dispone de este vital insumo para el pejerrey. La de fondo dio el primer indicio de actividad: clavé un bagre amarillo de novela que traje desde bien lejos, pues había llevado un equipo de medio lance pare meter un plomo adentro, atento a que en este parque una bajante puede retirar el agua muchos metros de la costa. No era ése el caso en este día, donde la sudestada había metido un buen volumen de agua, hecho que acercaba el pescado a la costa.
Sin embargo, estaba bajando. Por eso la de flote la armé con boyas tipo topolino y con yo-yo tramposas de 15 mm, para facilitar por un lado mi visual y por otro que el pescado llevase con confianza. No le erré: el primer tiro me dio un soberbio matungo que midió 45 cm, que picó en una brazolada de 15 cm lastrada con plomito jaf.
Luego tuve un par de capturas menores de pejerreyes en la de flote, mientras que la de fondo siguió entregándome alternativamente especies de cuero como bagres y soberbios patíes. Por desgracia la jornada se me hizo corta pues empezó a crecer nuevamente y el arroyo Medrano, con su carga de aguas pluviales y mucha basura, empezó a tirar aguas negras al sector de nuestra pesca, por lo cual decidí levantar campamento.
En conclusión, vale la pena tener muy en cuenta este pesquero que en plena Capital Federal y justo al límite con Provincia no sólo nos ofrece un ámbito seguro y bien parquizado, sino también un excelente pesquero que, a veces, nos salva las papas del fuego. Vaya y disfrute.