Con una geografía bien distinta a la del Paraná, asentada en pedregales y zonas bajas, este pesquero ofrece alternativas muy deportivas para dar con los grandes trofeos de la cuenca del Plata: el dorado y el surubí.

Con menos ruido que otros pesqueros del Litoral, desde hace unos años se viene poniendo de moda Monte Caseros, un pesquero ubicado a casi 600 de Buenos Aires que constituye un verdadero paraíso de pesca sobre el río Uruguay, sobre el extremo sudeste de la provincia de Corrientes.

En este hermoso lugar de pintorescas playas, opera el Nego Monje, gran guía de la zona que conoce su ámbito al dedillo. Con los amigos Hugo Giardino y Jorge Espasandín comandando este relevamiento, embarcamos temprano y comprobamos de entrada que los ambientes que presenta Monte Caseros son bien distintos a los del Paraná: La escasa profundidad de los lugares, sumado a las aguas claras, y además una gran cantidad de piedras en su lecho, le dan una oxigenación óptima a este tramo del río Uruguay, elegido por buenos dorados y excelentes surubíes.

Precisamente apenas pasaron tres minutos del comienzo de los intentos en la modalidad trolling, cuando la caña de Jorge marcó un pique fantástico debido a que arrastrábamos los señuelos a unos veinte metros de la embarcación. Esto hace que la llevada se magnifique por la cercanía. Luego de varios minutos afloró un soberbio surubí de más de ¡treinta y cinco kilos!

La tensión durante la lucha fue muy alta, ya que la cantidad de piedras con las cuales el multifilamento se roza en el fondo puede dejarnos con las manos vacías en cualquier momento. Tras varias embestidas y con el corazón latiendo a mil revoluciones logramos subirlo a la lancha y sacarle gran cantidad de fotos antes del retorno del guerrero a su hábitat, donde debe seguir viviendo. Nos fundimos en un abrazo con Jorgito y nuestro guía, ya que ante un panorama climático amenazante, la naturaleza nos regalaba una de estas bestias del río Uruguay.

Cuando los latidos del corazón estaban normalizándose, en la próxima pasada, logramos el pique de un hermoso dorado que, luego de cuatro saltos, se desprendió. Esto es apenas una muestra de la actividad desarrollada en pocos minutos.

La lluvia cada vez más intensa puso paños fríos a la algarabía del momento y tuvimos que refugiarnos para esperar que pasase. Al retomar la actividad comenzamos los lances en bait y volvieron los piques de dorados de diferentes portes, que tomaban los señuelos con firmeza y una vitalidad llamativa. Las peleas se prolongaban por el estado de los peces: muy fuertes, combativos y perfectos en su figura.

Por la tarde dejamos de pescar satisfechos por lo obtenido y un poco agotados por el viento y la lluvia que siempre estuvo amenazando nuestros ensayos.

Al otro día se sumó Luciano en la embarcación, uno de los guías de Nego, y partimos aguas abajo de la ciudad, a unas correderas formadas por pedregales en medio del río Uruguay, un paraíso para los pescadores de fly y señuelos. Nuevamente se sucedieron los piques de dorados, pero en este sector del río, de mayor porte que el día anterior: saltos, corridas y señuelos destrozados mostraban la bravura del tigre de los ríos que, en estos parajes, se pescan en gran cantidad y tamaño.

Monte Caseros, sin duda, es un excelente pesquero: el río Uruguay y el Miriñay, que le trae agua y peces de los esteros del Iberá, seguramente serán tomados como referentes de pescas cuantiosas por pescadores exigentes que necesitan de emociones fuertes para calmar la calurosa pasión de este deporte.


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