-Nada. En mi casa cada uno hace su vida. No nos unen los mandatos ni las prohibiciones, ni los acuerdos. No nos une el rigor, sino el amor.
l Usted cree que los argentinos, ¿somos hijos del rigor?-Porque nadie se quiere hacer cargo del fracaso. Es más, muchos confunden la vergüenza con el fracaso. Incluso, varias veces, hay grandes triunfos que son fracasos. Es increíble, pero real.
l De su vida, ¿qué le parece increíble?-No. Este tema lo hablo mucho con Guillermo Francella. Los dos llegamos más lejos de lo que imaginábamos. Ambos cumplimos con holgura nuestros sueños, lo cual es muy positivo en un ambiente tan competitivo y difícil.
l ¿Cuánto tuvieron que ver con eso los ojos de los que lo vieron?-Todos los que me acompañaron en este viaje, los que me ayudaron y me dieron fuerzas para seguir cuando yo venía menos veinte, tienen que ver.
l ¿Ha dudado de su capacidad profesional?-Bárbaro. No me podría acostumbrar a otro ritmo de vida. Tigre es mi lugar en el mundo y no lo cambiaría por nada. Lo que sí cambié es de amigos, porque advertí que cuando te dicen tres veces lo mismo es porque no avanzaron. Se transformaron en jóvenes-viejos y eso no me gusta.
l A usted, ¿el trabajo lo mantiene joven?-Trabajar en la radio y en la tele te obliga a renovar tu balero y a reinventarte. Hace treinta años, peleaba contra la marihuana, si sigo con ese discurso hoy no me escucha nadie. Tengo que readaptarme e ir conquistando nuevos públicos.
l ¿Cuál es el secreto de su permanencia?-A que soy como el dragón de Komodo, a nadie le gusta, pero nadie quiere que se extinga. Soy un animal útil dentro de un medio donde todos son falsos, todos son progres y todos se quieren, se besan, se abrazan y son exitosos.
l ¿Se define como un perro verde?-Maravilloso. Hasta hace tres años, tomaba mis recaudos, no me gustaban ciertas cosas y me molestaba que los periodistas hicieran mugre con las notas, pero cuando salí del hospital y tenía a mi hijo muriéndose, estaban todos ahí, llorando por mí. Entonces, advertí que yo era de la familia. Desde ese momento, empecé a amar al medio y a defender con el cuerpo a mis compañeros. Antes, me sentía un sapo de otro pozo.
l En el medio, ¿de qué hay que cuidarse?-Hay que cuidarse de los afectos efímeros. En el medio los afectos tienen horario, comienzan cuando llegás y terminan cuando te vas. Es un afecto de telenovela, es un afecto de ficción. El afecto real está en tu casa.