La teoría de moda en el boxeo argentino de arrancar la planta de raíz, privilegiando el árbol pensando en que así se fortalece el bosque, viene con certificado de defunción adquirido. ¿Los que lo pregonan serán conscientes de esto?
La derrota de Lucas Matthysse frente a Viktor Postol reavivó una polémica instalada hace un tiempo en el boxeo argentino, en algún caso de sectores interesados, y en otros, de extracción genuina.

¿Deben nuestros púgiles irse a entrenar afuera para competir en el máximo nivel internacional?

Este planteo origina otro más profundo, que completaría la teoría:

¿Desde cuándo? ¿Desde amateur? ¿Desde que pasan al profesionalismo? ¿Desde que son figuras y quieren dar el salto? ¿O desde que están consagradas?

Quienes pregonan esta tesitura, tal vez no tengan muy elaborada la idea. Lo dicen en general, sin demasiado análisis. Pero para tomarla con seriedad y llevarla a cabo, es necesario definir una política concreta, pues de lo contrario no pasaría de ser una simple expresión de parroquiano de bar.

Para empezar, ya desde el vamos la realidad argentina reciente desmiente la teoría, con tantos campeones mundiales en las últimas dos décadas y grandes cracks surgidos, que se consagraron haciéndose y entrenando aquí: Narvaes, Reveco, Matthysse, Maidana, Diego Chaves, Castro, Vásquez, Domínguez, Chacón, Coggi, etc, etc, más todas las mujeres.

Tales evidencias vuelven raquítico y absurdo el planteo, al punto que un juez ni se sentaría a abrir un expediente.

De allí que la idea más viable admita que se vayan y se pulan ya de consagrados, una vez que se forjaron acá, fomentaron y fortalecieron la base y estimularon la competencia interna.

Pero supongamos que por alguna razón el conflicto se concentra en este último tiempo, en el aquí y ahora, de repente, al desaparecer maestros, administrarse mal los recursos, o por fallas estructurales a nivel dirigencial que antes no ocurría (aunque son las mismas desde hace tres décadas). ¿Cómo se supone que sería la cosa?

A ver. Sigamos el camino hipotético de lo que pasaría de imponerse esa política:

Un pibe quiere boxear, va a un gimnasio, o a la FAB, se pone a las órdenes de un DT para que lo entrene (gratuitamente, claro), saca su licencia amateur después de un montón de requisitos médicos y comienza su carrera.

El DT invierte en él su tiempo, esfuerzo y sabiduría (mucha o poca). Es más, muchas veces hasta le banca los viáticos para que pueda viajar a entrenar.

El pibe no avanza, no sirve, no tiene condiciones, y a la larga deja. Al DT nadie le devuelve nada de lo que invirtió.

Pero otro pibe sí avanza, es crack, tiene condiciones. Gana, sirve. Es amateur, no cobra bolsa, el DT no ve un peso durante los 4 ó 5 años (o más) que le lleva su preparación hasta transformarlo en profesional.

Alguien lo descubre, le ve esas condiciones y se lo lleva a USA, porque acá fracasará, ya que tiene un techo técnico y económico. Afuera es donde más se desarrollará y ganará plata.

El DT no verá tampoco un mango de su producto, de todo el tiempo y esfuerzo invertido esta vez sí en algo bueno y productivo, y lo que es peor, ve desmoronada su ilusión de tener un campeón propio, fruto de su enseñanza.

No importa. Importa el pibe. Los cracks se van, y acá quedan los mediocres.

Los mediocres acá no ganan nada en la faz amateur, no entran a los JJOO ni a competencias de nivel.

Se hacen profesionales y son horribles.

El ciclo televisivo advierte la pobreza boxística local, porque la mayoría de los buenos están afuera formándose, aunque mientras tanto pelean a 4 rounds contra "muertos" para hacerles la carrera.

Viene otro pibe al gimnasio de ese DT (o de otros), y pasa lo mismo. Y así sucesivamente. Los buenos se van, los malos quedan.

Con los malos no se gana plata ni se puede tener un proyecto serio y mucho menos lucrativo.

¿El DT sigue perdiendo tiempo, esfuerzo y dinero?

No. El DT se cansa, se dedica a otra cosa, y deja de formar chicos para hacerles el caldo gordo a los demás gratuitamente.

Lo mismo sucedería si los pibes se marchan en sus primeras peleas profesionales, donde los promotores les hacen festivales, organizan peleas (no siempre con la TV), pagan bolsas de los rivales, alquilan estadios a veces a pérdida porque no va mucha gente, firman un contrato para que no se les vaya, para lo cual generalmente le dan algún dinero, o los bancan con alguna mensualidad. Pero estos luego se les van igual, o lo hacen cuando caduca el contrato, que por lo general es de 2 ó 3 años, máxime si son cracks y pueden triunfar afuera, o ganar más plata.

El promotor, sin muchas armas para luchar contra eso, se achancha. Se conforma con lo que tiene, prefiere no invertir, no gastar, o hacerlo lo menos posible.

El ciclo televisivo Boxeo de Primera aguanta un tiempo, pero con cada vez menos elementos y cada vez de peor nivel (los buenos están todos afuera), a la larga baja la persiana, o televisa solo cuando hay alguna pelea buena de afuera.

Los DT dejan de formar boxeadores porque se les van los buenos, así que en poco tiempo no habrá ni buenos ni malos. Tampoco habrá nada para llevarse, ni por ende, campeones formados afuera, salvo que los pibes en vez de ir a un gimnasio de barrio, o a la FAB, de entrada se tomen un avión y directamente vayan a entrenarse a USA.

De los que se fueron (veintenas), algunos triunfan, otros no.

Los que no, se malogran. Vuelven, y al no haber boxeo acá se dedicarán a otra cosa, menos a ser DT para que les roben los púgiles.

Los que sí, serán los menos. ¿Pero hay tanto espacio afuera como para albergar a tantos boxeadores argentinos? ¿Interesa en USA que los argentinos invadan sus carteleras?

Los que triunfan, cuando hagan una pelea buena y cobren mucho dinero, ganen o pierdan (hasta ahora, a la larga perdieron como Maidana, Matthysse, o Maravilla Martínez), se retiran.

¿El boxeo argentino, sin ciclo televisivo, sin DT, sin promotores, sin boxeadores o con púgiles mediocres? Bien, gracias.

¿Este es el futuro que muchos quieren?

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