Xavi Tamarit, ayudante del técnico de Independiente, Mauricio Pellegrino, promueve un método de entrenamiento para sistematizar jugadas que "generen hábitos" en los jugadores. Este hombre de 33 años que dice que llegó al fútbol para "tratar de estar entre los mejores", es un colaborador con aires de vanguardista que privilegia una mirada tecnocrática de los episodios y relieves del juego.
   Tuvo suerte Xavi Tamarit, colaborador de Mauricio Pellegrino. Tuvo suerte de que ese estupendo periodista que fue Dante Panzeri se haya ido para otros rumbos el 14 de abril de 1978. ¿De qué se salvó Tamarit? De la crítica durísima que le hubiera dispensado Panzeri a su modelo de "periodización táctica" que Xavi confirmó en el diario Olé haber implementado en Independiente con "la repetición sistemática de jugadas que pueden darse en un partido para generar hábitos que permitan tener mejores respuestas".

   Y agregó: "En el fútbol el 90 por ciento de las acciones pertenecen al subconciente; no se decide en el momento. Por eso si no lo entrenás, no se responde de forma adecuada". Bastaría con reproducir algunas palabras de Panzeri para interpretar las diferencias que lo separarían del joven ayudante de Pellegrino: "En las tácticas creen mucho más lo que no han jugado al fútbol. Quiénes jugaron creen en los jugadores". Tamarit (33 años), quien nunca jugó al fútbol profesionalmente, es un teórico con aires de vanguardista que estudió educación física en la Universidad de Valencia y Oporto. Su fuente de inspiración es un método de entrenamiento creado por el portugués Vítor Frade, profesor de deportes en la Universidad de Porto, licenciado en educación física,  alumno de medicina y filosofía, además de frecuentar la psicología, antropología y cibernética. Frade, alter ego de Tamarit, según algunos comentarios de la prensa lusitana que hay que tomar con pinzas, fue muy influyente en la exitosa carrera de entrenador que abrazó José Mourinho.  

   El método "para entrenar especificidades tanto a nivel macro como a nivel micro a través de principios metodológicos", como comenta Tamarit desde cierta solemnidad academicista, le abrió las puertas a la publicación de dos libros que su maestro Frade reivindicó como "la Biblia de la periodización táctica".

   Pellegrino convocó a Tamarit mientras ejerció como técnico del Valencia, antes de su regreso a la Argentina para conducir a Estudiantes. ¿Qué fines y objetivos persigue Tamarit? "Llegué al fútbol para tratar de estar entre los mejores y si me doy cuenta que no estoy a la altura de los mejores, intentaré de estar entre los mejores en otra cosa", comentó a la agencia Telam, poniendo en puntos suspensivos su vocación por el fútbol. 

   Advierte Xavi que "la periodización táctica no es fácil de comprender" porque el conocimiento futbolístico se fue brindando a partir de otras lecturas e interpretaciones a lo largo de los años. Afirmar que "no es fácil de comprender" revela un comportamiento muy similar al que suelen adoptar un amplio sector de los periodistas especializados en economía y los lobbistas de los organismos internacionales de crédito  que manejan un lenguaje encriptado para vender, en muchos casos, gato por liebre. O para sacar chapa de inteligentes y cultos frente a auditorios no profesionalizados en esa área.

   Tamarit, seguramente, no tendrá ningún interés en vender gato por liebre ni en sacar chapa de inteligente y culto, pero el fútbol nunca puede ser un escenario inaccesible para las mayorías. Porque las mayorías juegan al fútbol, que por otra parte nunca ha dejado de ser un juego para reconvertirse en una ciencia. Siempre es un juego. 

   Esta búsqueda de cierta iluminación táctica que propone el hombre que nació hace 33 años en España y que acompaña a Pellegrino a partir de 2012, parece carecer de algo esencial: naturalidad, frescura y libertad para hacer lo que no se dicta en ningún seminario. ¿O los grandes jugadores aprendieron a jugar en un claustro? ¿O los grandes equipos que recoge la historia se encumbraron a partir de un formato táctico? ¿O esos equipos extraordinarios en realidad brillaron a favor del talento espontáneo de los jugadores, cobijados por una organización que no sometió los alcances de la creatividad?    

   El fútbol no precisa "sistematizarse" aún más, como pretende Tamarit desde su rigor y convicción metodológica. El fútbol, por el contrario, precisa liberarse aún más de  consignas y postulados grandilocuentes para expresar su auténtico potencial creativo. Esto no significa que tenga que minimizar o despreciar la táctica. De ninguna manera. Desde su nacimiento el fútbol incorporó la táctica como un valor reconocido. Hasta para jugar 4 contra 4 en la playa se demanda una táctica. Porque sin táctica, todos correrían como desesperados detrás de la pelota.

   Pero lo que deja traslucir Tamarit es su mirada tecnocrática del fútbol. Lo que el periodista Dante Panzeri, precisamente, detestaba. Que era poner al fútbol al servicio de los tecnócratas. ¿Qué es la tecnocracia? Es un fenómeno que Interpreta que a partir de un método científico pueden resolverse problemas políticos, económicos, religiosos, sociales, filosóficos y quizás también futbolísticos. Basan sus argumentaciones en parámetros de eficiencia y pragmatismo. Pero parten de lugares falsos: no incorporan la ideología, la moral, la ética, la genética, la política, la sensibilidad, el amor, la pasión, el dolor, la utopía.

   Ese nivel de abstracción aséptica de los contextos y de las distintas sensibilidades, llevan a los tecnócratas a creer que tienen respuestas para episodios y dinámicas inmanejables que los superan. Entre ellas, por supuesto el fútbol. Y tantas otras disciplinas muy lejanas del fútbol.

   ¿Cómo se entiende entonces el crecimiento ostensible que viene experimentando Independiente? Es lo que por estas semanas se manifiesta como la evolución colectiva del equipo. Para atacar, recuperar y defender. Lo que el fútbol de todos los tiempos definió como saber juntarse. Juntarse mejor. No partirse. No dispersarse. No estar lejos del otro. Es ir con determinación para presionar en campo rival y volver bien sin quebrarse. Juntos. En la partida y en el regreso. La fortaleza incipiente allí quedó plasmada.   

   Eso conquistó Independiente con la conducción austera y nada efectista de Pellegrino, la colaboración de Tamarit y Compagnucci y el aporte de Gabriel Macaya en la función de preparador físico. Todo lo otro, que son los mensajes que vinculan la superación del equipo a la "periodización táctica" que alienta Tamarit (en sintonía con la promoción y publicación de su segundo libro), no dejan de ser un exceso innecesario. O una nueva vuelta de tuerca de la tecnocracia siempre renovable.

  
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