La diabetes se ha convertido en una epidemia incluso en los niños y adolescentes quienes, según cada etapa evolutiva, requieren de un abordaje diferencial para su tratamiento. Un tema para tener en cuenta, al conmemorarse el próximo 14 de noviembre el Día Mundial de la Diabetes. Es importante prestar atención a los síntomas de los chicos.

La diabetes constituye el trastorno endocrino/metabólico más frecuente en la infancia y adolescencia, y conlleva importantes consecuencias físicas y emocionales. Aunque se dispone de un tratamiento sustitutivo adecuado, todavía no se ha logrado evitar la aparición de complicaciones crónicas, pero si se puede controlar su aparición y retrasarlas con el control adecuado. De ahí la importancia de que la atención al niño diabético no sea materia exclusiva de los endocrino pediatras o diabetólogos sino con una mirada integra guiada por el pediatra de cabecera.

La forma más común en la infancia y en la adolescencia es la diabetes tipo 1 autoinmune cuyo comienzo es relativamente agudo. Sin embargo, hoy en día se registra un franco aumento de diabetes tipo 2 en niños, niñas y adolescentes debido al sobrepeso que desencadena insulinorresistencia. Es importante prestar atención a los síntomas entre los cuales el más constante y precoz es la poliuria (orinar frecuentemente) y que se manifiesta con incontinencia urinaria nocturna en un niño que previamente controlaba esfínteres.

El diagnóstico de diabetes mellitus tipo 1 y 2 tiene profundas implicaciones para el niño y su familia. El tratamiento debe ser intensivo y abarca algunos aspectos clave: insulinoterapia o antidiabéticos orales, dieta, actividad física, autocontrol, educación diabetológica y aspectos psicosociales. Esta variedad de aspectos que a su vez están interrelacionados plantea a cada edad distintos desafíos para la adherencia y control del tratamiento indicado que explica el doctor Fernando Lamas (MN 82.404) médico pediatra Red Niños sanos, niños felices:

eDe 0 a 3 años: el niño depende de sus padres para el control de la enfermedad quienes se encuentran con el reto de que su hijo es incapaz de entender las inyecciones y/o punciones de los dedos y se siente "castigado". A su vez los hermanos se sienten abandonados por los cuidados hacia el otro. En esta etapa los aspectos claves del cuidado son:

eEl primer objetivo es evitar los episodios de hipoglucemia que pueden ser causantes de déficits cognitivos en el futuro.

eComprender la incapacidad del niño para entender la necesidad de cooperación, requiriendo un refuerzo emocional de los padres y tratar de implicar al niño desde etapas precoces, como por ejemplo en la selección del dedo para la punción.

eLos padres deben compartir responsabilidades.

eEvitar la sobreprotección y los conflictos con los hermanos por una atención desigual.

eNiños y niñas pre-escolares (de 4 a 7 años): en esta etapa los padres siguen siendo los principales responsables de la enfermedad, pero el niño ya acude a la guardería o al colegio, se separa de los padres y se encuentra con otros niños. Es el primer contacto con las consecuencias sociales de la diabetes: deben explicar a los demás su enfermedad. Es muy importante que no se sienta culpable de padecerla. El niño debe empezar a participar en su autocontrol (seleccionar bocadillos adecuados, elegir y limpiar las zonas de inyección, identificar síntomas de hipoglucemia). Es importante instruir a maestros y cuidadores sobre cuidados básicos de la diabetes.

eEtapa prepuberal (8 a 11 años): a estas edades establece relaciones de amistad y empieza a plantearse su valoración, comparando sus capacidades con la de sus amigos. Aunque los padres siguen siendo los principales responsables, el niño debe comenzar a entender los beneficios del buen control para su futuro. Debe empezar a tomar parte activa en su tratamiento, como seleccionar dietas suplementarias para los días de ejercicio, realizar autoanálisis, inyectarse insulina a veces (supervisado por padres).

Se debe enfatizar a los padres la importancia de participar en actividades con los amigos, dejando al niño que asuma responsabilidades parciales en el control de la dieta. El equipo de salud debe negociar más individualmente con el niño en relación con los problemas de la diabetes, en lugar de hablar continuamente con los padres. No conviene ser demasiado rígidos. Es clave negociar con el niño un compromiso razonable para fiestas y ocasiones especiales: una tarta o un helado podrá elevar sus glucemias, pero el valor emocional de participar con otros niños también es vital.

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