Si bien el paso por Suiza fue agotador, a Macri se lo vio cómodo en el Foro de Davos, donde se codeó figuras mundiales. El giro internacional de la Argentina. El papel especial de Sergio Massa.

Anticipábamos la semana anterior que, pasado el sinsabor de la fuga de presos, que no dio tregua desde las fiestas, el gobierno volcaría toda la atención a la economía. Tenía sentido, a partir de la presencia del primer mandatario en el Foro Económico Mundial de Davos. Pero ese retorno del gobierno argentino a un ámbito donde no participaba desde hacía 13 años -el último presidente argentino en asistir fue Eduardo Duhalde, proveniente de una Argentina en default y que trataba de salir del infierno- estaba destinado a dar mucho más que señales a los mercados. Que ya de por sí no sería poco.

Las imágenes del gobernante argentino dialogando con el primer ministro británico excedían obviamente lo económico, como así también el acercamiento con Washington, exhibido con una muy amistosa reunión con el vicepresidente norteamericano Joseph Biden -una figura mucho más trascendente de lo que puede esperarse de un vice-, que terminó dándole a Macri su teléfono personal.

En ese marco llegó la novedad de que Estados Unidos ya no trabará créditos para la Argentina, hubo anuncios sobre inversiones y acercamientos con países como Francia e Israel, entre otros. La prensa mundial destacó la centralidad obtenida por el presidente argentino en su excursión suiza y coincidió en que el gobierno argentino estaba rompiendo el aislacionismo que caracterizó los años de los Kirchner en el poder.

Más allá de la lógica repercusión local de los tres días en Davos, otro dato diferenciador de los años recientes fue el interés del gobierno en dar señales claras a sus interlocutores en particular y al mundo en general. Fundamentalmente la diferencia es con Cristina Kirchner, que en una tendencia exacerbada en los últimos años actuaba en el exterior exclusivamente para el plano local. Y lo que es más: para la atención exclusiva de los propios.Pero la primera experiencia transatlántica del gobierno macrista no estuvo circunscripta exclusivamente a negocios y líderes mundiales; hubo obviamente también interés en atender el plano interno. Ahí es donde talla la figura de Sergio Massa, quien recibió una especial atención de parte del presidente Macri. El líder del Frente Renovador no fue un invitado más de esta visita oficial, sino que recibió un tratamiento privilegiado desde el primer día, cuando a la hora de la cena compartió la mesa con el matrimonio Macri, sin más comensales.

Macri lo tuvo a su lado en las entrevistas más importantes, y hasta hubo un momento especial, cuando al presentárselo Macri como 'el principal dirigente opositor', el vicepresidente Biden lo abrazó y dirigiéndose a la prensa de su país, mostró el gesto como un ejemplo a imitar. La sonrisa no le cabía en la cara a Massa. Los macristas también sonreían exultantes.

En la conferencia ante la prensa internacional, el último día de visita a Suiza, Macri dio un paso más, al asignarle a Massa 'serias posibilidades de ser quien conduzca el peronismo en los próximos meses'. Difícilmente podría haberse esperado que el Presidente le hubiese dedicado semejantes elogios a Daniel Scioli, quien se suponía que lo acompañaría en esta primera salida al exterior. Quedó claro que la elección del líder del FR tuvo razones muy concretas, que apuntan a la influencia que pueda tener en la interna del Partido Justicialista, abocado por estos días a una incipiente búsqueda de renovación y nuevos liderazgos.Hubo previsibles reacciones en el seno del peronismo, pero también en el massismo, donde no son pocos los que parecieran tener más cercanía con el Frente para la Victoria que con el macrismo. Uno de ellos es el todavía massista, pero frustrado sciolista Alberto Fernández, que el viernes dijo que 'flaco favor' le había hecho Macri a Massa con ese comentario, para desgranar luego ante la prensa kirchnerista los peores vaticinios para la gestión macrista. Entre ellos, que el aumento de tarifas anunciado por el ministro Aranguren será frenado por la justicia, atento a 'la jurisprudencia establecida' en la era kirchnerista, con anteriores intentos de aumentos.

Armador histórico del PRO, el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, no se privó tampoco de esbozar cómo imagina la renovación peronista, estimando que el partido se recompondrá detrás de las figuras de Florencio Randazzo, Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey. Lo dijo en el programa Intratables, adonde lo habían convocado para hablar de la insólita disputa en torno a un despacho que el kirchnerismo quiere asignarle a Máximo Kirchner, en el tercer piso del Palacio Legislativo.

Tal vez con la misma picardía que tuvo Macri al augurarle a Massa públicamente la presidencia del PJ, Monzó aprovechó la nueva conformación de la Cámara baja para alterar la distribución de despachos y ponerle el ojo precisamente a la oficina elegida para el hijo de la expresidenta. Si bien el titular de la Cámara habló de 'distribuir los metros cuadrados en función del resultado electoral y de la representación a partir del 10 de diciembre', en principio querría ese despacho para dárselo a José Luis Gioja, quien es vicepresidente primero de la Cámara de Diputados, exgobernador y prestigioso dirigente del peronismo que hasta sonaba para presidir el Cuerpo si ganaba Scioli, pero que fue confinado por La Cámpora a un pequeño despacho del Anexo de la Cámara. Monzó personalmente se comprometió semanas atrás a darle un espacio más acorde, y esta sería otra manera de meter cuña en la interna peronista.

Es así que en cada reportaje que concedió Monzó sobre este tema, se dedicó a diferenciar al peronismo de 'una parte del kirchnerismo', aclarando que el primero es 'solidario a la hora de gobernar', característica que no le asigna a La Cámpora. La división de los bloques FpV-PJ en ambas cámaras es, calculan en Cambiemos, una posibilidad cada vez más concreta. Se notó una vez más en el 'despachogate', por el cual pusieron la cara solo representantes del 'kirchnerismo duro'. Mientras tanto, otros diputados de esa misma procedencia andaban por Jujuy reclamando la liberación de Milagro Sala, cuya detención es vista por un sector del gobierno como 'un problema innecesario', por cuanto les complica el reclamo por Leopoldo López en Venezuela, aunque consideren que entre ambos casos hay diferencias 'abismales'.

Otros celebran alborozados. Por un lado, destacan que el gobernador radical Gerardo Morales está dando muestras de gobernabilidad que contrastan con los que comparan a Cambiemos con la Alianza. Y por otro, destacan que la figura de la líder de la Tupac Amaru está tan desprestigiada que la defensa que el kirchnerismo duro hace de ella los perjudica ante la sociedad. Ni qué decir cuando en el día más caluroso de los últimos tiempos sometieron a parte de la sociedad a un calvario con cientos de piquetes en todo el país.

Ese coyuntural 'estado de gracia' fue sintetizado por el periodista Gustavo Noriega en un tuit concluyente: 'Macri y Massa en Davos, Scioli en Intratables y La Cámpora peleando una oficina. No se si Cambiemos va a volver a tener un día así de dulce'

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