Cuando llega el tiempo del descanso, el sol, la arena y el mar generan un clima muy propicio para ir en busca de nuevas amistades. Trucos y detalles que se deben tener en cuenta para no fracasar en el intento.

Para la franja joven de turistas que veranea en la costa (y para los no tan jóvenes que no arrían las banderas de la seducción) las vacaciones suelen convertirse un campo muy fértil para la conquista amorosa, especialmente, porque las integrantes del sexo 'cada vez menos débil' también se desenchufan de la rutina y encienden el dispositivo de la predisposición al factor 'gente nueva'.

Entre las mujeres, están las que salen de vacaciones resueltas a encontrar algo y las que tienen un bajo perfil pero advierten: 'no tengo ningún objetivo, si aparece algo que me deslumbre, veremos... y si no, tranqui'. Pero la adrenalina, junto al resto de las hormonas que el verano incrementa, hace que todos, hasta los que no lo han planificados, abran su mente a la posibilidad de 'una aventura de verano'.

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Entonces, son los varones a los que les cabe la responsabilidad de afilar su encanto y tratar de establecer vínculos de manera seductora. Hay un elemento que juega a favor de los más resueltos: las chicas se quejan y reclaman 'un poco más de actitud', como cuenta Cintia: 'Cada vez hay menos hombres... te pasan por al lado y ni te miran. No me gustan los desubicados o los grasas que se zarpan, pero a veces está bueno que un chico lindo se te acerque a charlar. Eso no pasa'.

Por eso, la primera regla sagrada que debe tener en cuenta el joven con sed de conquista es que 'ninguna batalla está perdida'. Muchas veces, el hombre se subestima y, ante la presencia de una muchacha considerada 'demasiado para mí', abandonamos el intento antes de ponerlo en marcha y nos retiramos sin la seguridad del 'no' que prevemos. Y, sin embargo, son muchos los ejemplos de aquellos que, por atrevidos, confiados o decididos se quedaron con el premio mayor en esas vacaciones.

Carlos, de Olivos, en ese sentido, recuerda a menudo la noche en que 'la chica más linda del boliche se me acercó y me hizo palpitar el corazón; creí que me iba a encarar, pero sólo me preguntó si 'el de camisa verde agua era mi amigo'. Después de un rato -sigue su relato- "me di cuenta de que me pedía datos de otro tipo, y yo no me daba cuenta de quién. 'El que estaba bailando con la señora mayor', me aclaró. Y me quería morir... me estaba preguntando por mi amigo, quien creyó que esa mujer hermosa nunca le iba a dar bola y encaró a una mujer entrada en años".

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Y es que en un boliche se puede encontrar de todo. Está el que entra muy pronto en 'ronda de perdedores' y trata de asegurar una conquista renunciando a sus pretensiones; y están los que son más exigentes y prefieren esperar aunque sea hasta más allá de la salida del sol, pero insistir por la chica que los deslumbró de entrada. Son estilos, y no los únicos. Está el que mira mucho y tarda en encarar; el que va enseguida a los bifes (este grupo suele fracasar debido a la ansiedad), el que apuesta por la mirada tierna y con un dejo de tristeza, o el que apela a la facha y espera las miradas cómplices. También están los que le hacen 'la gamba' al amigo y acompañan el abordaje sabiendo que hay chicas que sólo aceptan una invitación si su amiga también consigue pareja, al menos para bailar y empezar a conversar.

En este último rubro, como la amistad está primero, tanto ellas como ellos deben estar dispuestos al sacrificio de quedarse a charlar (o a lo que sea) con alguien 'no muy afín a nuestros gustos'.

Hay que aclarar que, aunque las chicas muchas veces se hagan las sorprendidas, conocen todos los versos. La cuestión es la forma en que uno trata de convencerlas de que 'es increíble la atracción que me genera tu piel' o 'siento que hay química entre nosotros', todas frases surgidas del manual no escrito que bien podría titularse: 'No la estiremos tanto'.

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También no se debe pasar por alto un tema: muchas chicas, dispuestas a dejarse seducir, también son amantes del baile, por lo que aunque el chico en cuestión les guste mucho, antes de cualquier otro paso adelante van a querer bailar. Entonces habrá que sacar a relucir las cualidades de Travolta y, en caso de carecer de ellas, acusar un 'desgarro por el picadito de esta tarde' para justificar los movimientos de nuestra exótica danza.

Cuando se trata de grupos de amigos/as hay que poner en claro las reglas de convivencia, en especial las del regreso a casa. Para los varones es más fácil: los códigos para saber que 'el departamento está ocupado' son más sencillos de establecer y respetar, aunque cabe coordinar pautas y horarios para no afectar al 'perdedor' ocasional. La chicas, en cambio, si quieren seguir la noche más allá del baile con alguna charla más íntima, habrá que aceptar un paseo en auto cerca del mar, un trago en algún bar o conocer ese dos ambientes que el flaco alquila con sus amigos, siempre y cuando haya garantías de privacidad.

Pero la conquista de verano no se limita sólo al boliche. Los que más actitud le ponen al tema aprovechan también las horas de playa para entablar algún tipo de conversación. Cuando el físico no es nuestra principal arma de presentación, se puede recurrir a la simpatía: 'me estoy dejando la panza, en Europa ya se usa así', o frases similares.

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Un dato fundamental a la hora de un recorrido por la arena en busca de chicas solas: siempre hay que contar los pares de ojotas, porque es muy probable que esas encantadoras sirenas que junto a nuestro amigo creemos que están esperando nuestra llegada, probablemente están esperando a que sus novios -patovicas del algún boliche- salgan del mar. Entonces, como dice Mariano, un viejo especialista en el arte de la conquista: ' si hay más pares de ojotas que pares de pies femeninos tomando sol, es recomendable seguir la ruta, mucho más si los calzados que sobran son del 43 para arriba'.

Recordemos que muchas veces las chicas -como contaba Cintia- están esperando que les digan cosas lindas. Un 'perdón, ¿vos te llamás Afrodita?' viene muy bien si, después de la respuesta negativa de la niña volvemos a disculparnos y explicamos: 'me equivoqué de diosa'.

Por último, no hay que desanimarse si no se cuenta con un presupuesto de verano abundante. Muchos creen que el ya popular adagio 'billetera mata galán', es imbatible, y que tener mucha plata es una gran ventaja. Y, aunque en algunos ambientes lo sea, no hay que bajar la guardia porque, en algunas ocasiones, 'actitud y simpatía matan a billetera y galán'. Y siempre hay que hacer el intento, porque el único intento perdido es el que no se hace. Y, en una de esas, le damos forma a una nueva relación que se convierta en algo más que en una conquista de verano.

Un dato más: si uno pretende conocer a alguien especial durante las vacaciones, la opción de ir todas las noche a un boliche de moda puede resultar un tanto exagerado para nuestra billetera. Y es que, sólo la entrada a los locales top ronda los 250 pesos.

A eso, muchos deben sumarle el traslado (si es en auto propio el estacionamiento) y una eventual copa. En ese caso, si no contamos con demasiado resto, nuestra incursión en el campo de batalla nocturno deberá ser muy efectivo.

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