Hace 4 años le diagnosticaron la enfermedad. En el Día Mundial contra el Cáncer, DIARIO POPULAR habló con la cantante, quien contó cómo logró vencer ese duro momento. "Cuando me hacían quimioterapia, yo ponía el pronóstico del tiempo, sin sonido, sólo para ver el cielo", rememora.
Los escenarios, la noche, las presentaciones. Fiesta, gritos, palmas. El sonido de los güiros indica que el show arranca. Comienzan los primeros acordes y ella canta, baila. Muestra su vestuario, mueve su cuerpo y, siempre que puede, le regala al público uno de sus temas más conocidos "La Güera Salomé".

Lía Crucet sabe de memoria lo que son las jornadas nocturnas de los recitales. Cantar, transmitir alegría hasta que el espectáculo termina y si el tiempo aún lo permite, ir a otro lugar y repetir la rutina.

Pero hubo un momento en que ese círculo se vio parcialmente interrumpido. Fue hace cuatro años, cuando comenzó con unas hemorragias que la hicieron asustar. No lo dudo y de inmediato, fue al médico. Nunca se imaginó la crudeza del diagnóstico.

"Me hicieron estudios y me dijeron que tenía cáncer de útero. Fue un momento muy dramático", recuerda. Siempre creyó en Dios pero fue entonces cuando decidió entregarse a él por completo. "Yo le rogaba poder estar con mi hijo, mi marido y mi perro", asegura.

Fueron momentos duros, de mucha entereza por parte de la familia pero también de mucha angustia. Incertidumbres, tratamientos, dolor, impotencia. Pero gracias al apoyo que obtuvo de su entorno, el peso parecía ser un poco más ligero. "Cuando estaba en la habitación, en donde me hacían quimioterapia, yo ponía el pronóstico del tiempo, sin sonido, sólo para ver el cielo", rememora.

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Pero así como se entregó a Dios, también lo hizo con los médicos, quienes lograron detectarle el tumor a tiempo y la salvaron de tener que "vaciarla". Respetó cada indicación, hizo la dieta que le recomendaron y cumplió cada día de la semana que estuvo aislada para recibir los tratamientos.

"Todo el equipo médico fue excelente. Todos se admiraban de cómo lo soportaba. El Dr. Casanelo y el Dr. Larrieta me salvaron la vida. Gracias a ellos, a Dios y a mi familia, pude sanarme", reafirma.

Hoy en día, en su casa en Mar del Plata, ya recuperada pero haciéndose los exámenes rutinarios cada seis meses para chequear que todos los valores estén en orden, disfruta de volver a la rutina. Recién ahora puede tomar "un vasito de cerveza", sale a caminar con su perro, disfruta de su jardín y  de pasar tiempo con su hijo adoptivo, Ezequiel, y con su marido.

Si bien no toma más medicación, la única secuela que le dejó la enfermedad es un problema linfático que hace que sus piernas se vean hinchadas.

Pero nada la detiene. Ya está pensando en las próximas presentaciones: Fiesta Bizarren, shows en San Miguel, La Plata, Flores, La Matanza. Y habla de la enfermedad como un mal sueño que terminó hace algunos años.

"Mi consejo para aquellos que le diagnosticaron cáncer es que busquen un buen médico, crean en él y se entreguen a Dios. Solamente él tiene el derecho de dar la vida y quitártela cuando se le da la gana", concluye.


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