Explica por qué las celebridades están mas presionadas que cuando empezó en la industria. Además, cuenta su extraña relación con los abogados de la pantalla, ahora que interpretará al abogado de O.J. Simpson.
La carrera tempestuosa del formidable astro de Hollywood John Travolta decididamente desacredita el viejo refrán de que no hay segundos actos. El nativo de New Jersey ganó la fama en primer término con su rol de ingenuo estudiante de la escuela secundaria en la serie comedia Welcome Back, Kotter (ABC, 1975-79). Estar en el lugar correcto en la época real, fue enredado y unido a la corriente de la cultura pop, gracias a sus sensacionales actuaciones en el disco-drama Saturday Night Fever (1977), y en el musical de la década del 50 Grease (1978).

Sin embargo, por alguna razón indiscernible su carrera perdió fuerza durante la década siguiente y virtualmente lo ignoraban hasta que un productor independiente, Quentin Tarantino, lo contrató para el rol estelar de Pulp Fiction (2004). El extraordinario éxito que tuvo la actuación de Travolta, aplaudido por la crítica especializada y por la gran respuesta del público, le hizo ganar millones de dólares, los que aumentaron con sus películas siguientes Get Shorty (1995), The Thin Red Line (1998) y Ladder 49 (2004).

Las audiencias aplaudieron y los críticos lo ensalzaron cuando retornó con otro rotundo éxito del género musical con Hairspray (2007).

John Travolta tiene por estrenar series televisivas y películas. El inminente estreno del primer capitulo de The People vs. O.J. Simpson: American Crime Story motivó esta entrevista exclusiva para DIARIO POPULAR, que se realizó en una sala del Four Seasons Hotel en Beverly Hills. (N. de R.: entrevista realizada el 15/1/16).

l Comenzó en la TV y ahora...

-Ahora estoy de vuelta (risas).

l En sus cuarenta años de actor se relacionó mucho con abogados. Está interpretando a uno. ¿Se sintió estimulado por eso?

-Su pregunta es muy fuerte, probablemente he tenido más contactos con gente de esa profesión que cualquier otro actor. Hice, entre otras cosas, una Acción Civil que fue bastante similar a la que filmé, y siento como si conociera muy bien a esa gente. El punto determinante fue estudiar al abogado (Robert) Shapiro y asegurarme de la veracidad entre los tres libros que fueron escritos sobre el asunto, y de todos los videos filmados por los periodistas sobre O.J. Simpson, lo que fue la más grande ayuda para mí, fue construir el personaje.

      TRAVOLTA


l Quisiera saber su opinión personal. ¿Piensa que O.J. Simpson es culpable o no?

-¡Qué pregunta! Puedo decirle que hay mucha evidencia que hace que me incline hacia esa conclusión, pero mi opinión no tiene importancia y seguir con lo expuesto en el guión. Creo que los abogados sienten que él cometió el crimen, y ellos estuvieron siguiendo el sistema judicial. Mi opinión no está reflejada por mi interpretación. Lo hice porque soy un actor.

l Físicamente no ha cambiado respecto a cuando era joven. ¿Cómo se cuida?

-Bueno, vivo una vida bastante limpia. Me ejercito, como bien, no hago nada en exceso, y todo eso ayuda. Todas las celebridades llevan una vida con mucho estrés, pero por el contrario, mi religión (N.de R.: cientología) y todas esas cosas mencionadas, contribuyen a que me vean bien. Me alegra que usted me vea de esa forma.

l ¿Cuál es la diferencia entre la industria de hoy día y la que usted vio cuando entró?

-Interesante. Déjeme pensar un poco. En primer término había menos actores y eso es real. Cuando comencé fui para una audición (N. de R.: entrevista para un rol) y nos presentábamos seis o siete actores. Eramos Richard Gere, Treat Williams, yo y otros que éramos los más conocidos y otros pocos menos conocidos. La posibilidad de ser contratado estaba del lado de los más conocidos. Luego, con los cambios en la cinematografía y su compartimiento en distintos aspectos, y la aparición de centenares de actores que querían y quieren obtener roles. Eso es bueno. Eso de ser famoso ha cambiado drásticamente. Es muy diferente ser famoso hoy que en 1975.

l ¿Por qué?

-Porque el Big Brother (N. de R.: "el Hermano Mayor") está ahí, y usted no puede hacer un movimiento que no esté grabado, que sea reportado on line, juzgado equivocadamente, o sobrejuzgado, o no juzgado, y eso pone a las celebridades con un gran estrés, que hace que ellos no salgan de sus casas, porque si lo hacen deben estar bien vestidos, no tocarse la nariz, y asegurarse de un comportamiento perfecto. De todos modos, se hacen dificultosos los movimientos de los famosos. Esas son mis observaciones de los últimos 40 años.

l ¿Qué aprendió haciendo este rol? ¿Cómo es un buen abogado?

-Son preguntas buenas pero muy cargadas. Lo que aprendí es que el sistema legal y el sistema judicial no son necesariamente razonables. Con seguridad están diseñados para ser razonables dentro de la legalidad y no necesariamente con el aspecto humano. En un episodio que aún no ha sido visto, hay un gran diálogo que pasa entre el personaje de Schwimmer y yo. Pero le voy a dar una pista que no me ponga fuera del control de los guionistas, y se siente lo inhumano. Dije que nosotros, los abogados, no somos seres humanos.

l ¿Por qué?

-Hay un estado mental que un abogado tiene que tomar algo que no es precisamente humano, y que está basado en factores técnicos. Eso lo encuentro como algo empírico y que sea en realidad auténtico. Si usted puede encontrar uno que agregue humanidad y que observe esto y justicia y equidad, pienso que encontró a un ganador. Pero recuerde que usted está enfrentando a tigres que pelean con conceptos legales. Fue una pregunta interesante y hay ideas muy mezcladas al respecto.

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