Después de que miles de personas lo recibieran en las calles de la capital la noche del viernes con cánticos y hasta música de
mariachi, Francisco inició esta mañana su apretada agenda en el DF con una
reunión en Palacio Nacional con el presidente Enrique Peña Nieto.
Los dirigentes subieron al tercer piso del edificio para sostener el
encuentro privado e intercambio de regalos, que duró media hora. Después ambos, acompañados por la primera dama,
Angélica Rivera, hicieron un recorrido por los murales de
Diego Rivera, tras el cual regresaron al
Patio de Honor. Allí Francisco fue recibido con los honores de un
jefe de Estado en una breve ceremonia que empezó puntual a las 09.30 hora local (12.30 de Argentina).
La banda de guerra interpretó los himnos de
México y el Vaticano y después hubo la tradicional presentación de las delegaciones oficiales.
La de hoy fue la primera vez en que un presidente mexicano recibió en el Palacio al jefe de la
Iglesia católica, un gesto simbólico en un país devoto, pero con una larga tradición laica y que apenas en 1992 restableció relaciones diplomáticas con el
Vaticano.
La presencia de Francisco en el Palacio "viene a cerrar un círculo (...) durante mucho tiempo, en el siglo XIX y buena parte del XX, vivimos momentos en la relación con el Vaticano que se caracterizaron por la
tensión e incluso el conflicto" en medio de las leyes anticlericales del gobierno nacido de la
Revolución, reconoció el embajador de México en el Vaticano,
Mariano Palacios Alcocer.
De hecho, la visita del papa a México fue buscada con insistencia por el gobierno de Peña Nieto, que ha sido blanco de fuertes críticas por la situación de derechos humanos en el país y casos como la desaparición y presunta
masacre de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
Tras el encuentro con el presidente, el pontífice visitará la
Catedral Metropolitana para, en la tarde, encabezar uno de los actos espirituales más esperados de su visita:
la misa en la Basílica de la Virgen de Guadalupe, a quien Francisco ha encomendado su viaje.
"El encuentro del papa con la Virgen de Guadalupe será monumental. Él es un gran devoto mariano y la virgen de Guadalupe no es sólo reina en México sino
emperatriz de América", estima
Andrew Chesnut, profesor de estudios de religiones en la Universidad de
Virginia Commonwealth,
Estados Unidos.
Francisco ha manifestado su emoción por estar en el santuario y ha dicho que, al terminar la misa, le gustaría rezar solo y en silencio frente a la imagen de la virgen.
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Pobreza, migración y violencia
Aún conmocionado por el
motín que el jueves dejó 52 muertos en una cárcel de Monterrey (noreste), México condensa actualmente todos los temas que preocupan a Francisco: una
sociedad desigual donde
la mitad de sus habitantes sigue siendo pobre, un país acechado por la violencia del narcotráfico y donde miles de migrantes viven un calvario tratando de llegar clandestinamente a Estados Unidos. "El México de la violencia, de la corrupción, del tráfico de drogas, de los cárteles, no es el México que quiere
Nuestra Madre y, por supuesto, que yo no quiero tapar nada de esto", manifestó el Papa días antes de su visita.
"
Intentaré ser claro, hablar claro", se comprometió el viernes Francisco en el avión papal ante la expectativa de muchos mexicanos para que dé unas palabras de aliento ante la dramática situación que vive el país.
Y la elección de las paradas del papa parecen estar cargadas de simbolismo.
El domingo visitará
Ecatepec, una sobrepoblada ciudad de la periferia de la capital que vive un repunte de violencia, especialmente hacia las mujeres.
El siguiente punto será el lunes en
Chiapas (sur), el estado más pobre e indígena del país, donde está previsto que el papa de una misa con fragmentos en tres lenguas indígenas (
tzotzil, tzeltal y chol) y que apruebe un decreto para el uso de lenguas nativas en las misas.
El martes, Francisco visitará
Morelia, la capital del convulso estado de
Michoacán (oeste), donde en
2013 grupos de autodefensas se levantaron en armas contra los abusos del cártel de
Los Caballeros Templarios.
Y el Papa se reservó para el final de su viaje la fronteriza
Ciudad Juárez, que durante años fue considerada la más peligrosa del mundo y que ahora trata de
cicatrizar heridas abiertas por los femicidios y la violencia que vivió.
Francisco visitará ahí una cárcel y se despedirá con una simbólica misa en el borde de la frontera con
El Paso (Texas, Estados Unidos) por donde miles de migrantes cruzan clandestinamente cada año y donde se espera que participen padres de los 43 estudiantes desaparecidos.