"A veces es más difícil comunicarse con un oriental que con un argentino". El relato de uno de los protagonistas del documental "Arribeños", de Marcos Rodríguez, enmarca una de las tantos cambios que debió afrontar la comunidad china-taiwanesa que hace más de 25 años llegó al país, de a poco y sin darse cuenta, para ocupar un rinconcito de Buenos Aires entre sueños y penas.
Un film que aborda la interesante temática del Barrio Chino, el folclore del Año Nuevo, las festividades religiosas, las costumbres y el arraigo a una tierra lejana que debieron abandonar por necesidad sin saber, en muchos casos, a dónde venían ni cómo todos fueron creando su "patria en dos calles", como dice un poema al final de la película, en referencia a Arribeños al 2.100.
DIARIO POPULAR dialogó con su director que se adentró en esa zona del barrio de Belgrano en donde, como pocos diferencian, conviven dos nacionalidades, la taiwanesa (oriundos de la República de China) y la china.
-En el documental queda claro que los primeros en llegar fueron de Taiwán y luego vinieron desde China ¿En qué condiciones económicas llegaron cada uno?
-Los taiwaneses que vinieron eran de clase media y Taiwán estaba menos desarrollado que ahora, hablamos de la década de los ´70, 80´. Venían a buscar mejores condiciones que las que tenían. Cerca de los 2.000 empezaron a venir de lo que se conoce como China continental y eran generalmente campesinos sin primaria, sin estudios, algunos ni siquiera sabían leer ni escribir.
-Ambos tuvieron diferencias sociopolíticas sobre el territorio de Taiwán (República de China) en el pasado ¿Cómo notaste que conviven acá?
-Por supuesto que cada uno tiene su pensamiento sobre ese tema, pero lograron convivir muy bien y compartir. Los tiempos también son distintos, aunque se nota las diferencias culturales. Por ejemplo, los taiwaneses, como están hace más tiempo en Argentina, lograron realizar todo un proceso junto a sus hijos. En cambio, los chinos recién comienzan, están realizando tarde ese proceso.
-Uno de los testimonios muestra preocupación porque se enseña chino como lengua extranjera a sus hijos.
-Los primeros taiwaneses lo primero que hicieron cuando llegaron fue fundar escuelas con enseñanza de su idioma para que no se perdiera esa lengua. A ellos les importa mucho la educación. Los chinos no lo hicieron así. Pero ambos tienen un problema: los hijos nacieron acá y ya hablan castellano, y en las casas muchas veces no se habla chino, por lo que lleva a perder la cultura. También los abuelos no hablan muy bien castellano y los hijos no hablan muy bien chino, por lo que hay un grave problema comunicacional entre las generaciones.
-¿Notaste diferencias entre los chinos y los porteños del barrio de Belgrano?
-Es una zona en la que se supieron conjugar dos culturas muy distintas. En un lugar tradicional de Buenos Aires, de casas bajas, que tiene otra cultura pudo instalarse otra, muy distinta.