Cech era una cuenta pendiente para la Pulga. Se habían enfrentado seis veces, siempre con el checo defendiendo el arco del Chelsea. Fue una época dura para el zurdo: José Mourinho lo anulaba y el arquero, debajo de los tres palos, sacaba todo lo que le tiraba. Parecía su kryptonita: llegó, incluso, a fallar un penal en la semifinal de la Champions League 2011/2012. Sin embargo, el martes, en Emirates Stadium, ante Arsenal, Messi tuvo la frialdad para parar con la suela una pelota en el área, ver barrenar a su piedra en el zapato y definir al medio del arco, con la sencillez de un buen pintor. Después confirmó el asesinato con un remate más, de penal.
Si Cech era el más difícil, Casillas es la víctima preferida —decir el más fácil de semejante figura sería una herejía—. Messi le hizo bullying durante mucho tiempo: en cada derby entre Barcelona y Real Madrid, Messi hacía algún gol. Y en el arco, cada vez que Messi festejaba, Iker se resignaba. Fueron 17 las veces en que el campeón del mundo con España 2010 se mordía los labios para bajar la bronca de no poder parar al mejor de todos.
Los argentinos también lo sufrieron: le metió 22 goles a arqueros nacionales. Fueron 10 los convalecientes: Oscar Ustari, Gerónimo Rulli, Leonardo Franco, Damián Albil, Germán Lux, Franco Costanzo, Willy Caballero, Cristian Álvarez, Juan Pablo Carrizo y Marcelo Barovero. El de River fue el último en sumarse. Y Álvarez, ex Rosario Central, es a quien más tantos le metió Messi, en siete oportunidades.
Pero hay, todavía, un invicto, un tipo que camina por las calles, levanta sus manos —guantes puestos— y dice: "Conmigo no, Lionel". Ese hombre es italiano y es leyenda: Gianluigi Buffon, hasta el momento, está virgen de Messi. Se midieron en la última final de Champions League. Estuvo cerca, pero Buffon respondió bien. Buffon, sin embargo, lo admira: hace un tiempo, se encontraron y se acercó a tocarlo porque quería ver "si era una persona de carne y hueso".
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