Sedes como el convento de Santo Domingo, la iglesia de La Merced y la Catedral Metropolitana aprestan sus instalaciones para un mayor movimiento de visitantes la próxima semana.

Más de siete iglesias esperan a peregrinos y turistas en el Casco Histórico porteño para la Semana Santa, en el tradicional recorrido de templos, sobre todo en familia, que permite reconocer la ciudad, su calidad y variedad arquitectónica, y reconocer la historia, desde la colonia hasta la actualidad, sin descartar la visita a templos de otras religiones.

En pocas cuadras aparecen la Catedral Metropolitana, la iglesia de San Ignacio -el edificio más antiguo de la ciudad y recientemente reconstruido-, los conventos de Santo Domingo, la iglesia de San Francisco, la iglesia de La Merced, el convento de San Ramón Nonato y la iglesia de San Juan Bautista, donde se luchó en el final de las invasiones inglesas.

Pero en este espacio de la ciudad también se pueden encontrar otros templos -no católicos- de gran belleza arquitectónica, como son la iglesia Presbiterana, en la avenida de Mayo y Perú; la iglesia dinamarquesa, en la calle Carlos Calvo, y el templo de la iglesia Ortodoxa Rusa, con sus reconocibles cúpulas doradas en el barrio de San Telmo, frente al Parque Lezama.

Asimismo, junto a la iglesia de la Merced, sobre la calle Reconquista, se encuentra el convento de San Ramón Nonato, con su patio como oasis en medio de la city porteña, en el que se puede almorzar y visitar su oratorio.

El sitio católico Aciprensa detalla que "el recorrido de las siete iglesias en el Jueves Santo- que se extiende a la mañana del Viernes Santo- es sin duda una de las tradiciones más comunes de toda América Latina". "Estas visitas y la oración en cada una de ellas simboliza el acompañamiento de los fieles a Jesús en cada uno de sus recorridos en la noche que fue apresado hasta su crucifixión", se agrega.

El edificio más antiguo de la ciudad, según la documentación existente, es la iglesia de San Ignacio, que hoy luce reconstruida luego de que en 2004 casi se cae todo su frente y parte de su nave norte por una filtración de agua en los túneles históricos, donde dice una leyenda que fue escondido el cadáver del orador de la Revolución de Mayo, Juan José Castelli, cuyo paradero se desconoce.

El templo construido en 1675 por los jesuitas tiene el privilegio de ser el primer lugar donde se tocó el Himno Nacional, luego de la casa de Mariquita Sánchez de Thompson, debido a que Blas Parera era su organista, por lo que los revolucionarios no tuvieron más que cruzar la calle Bolívar para cantarlo ya que se reunían en el Café de Marcos, hoy la librería del Avila.

En Bartolomé Mitre 896 está la Iglesia de San Miguel, primer enterratorio de pobres de la ciudad, y uno de los límites de la vieja Buenos Aires, que perdió su categoría de orfanato por orden de Bernardino Rivadavia, quien creó la Casa de los Niños Expósitos, mucho más afuera, donde hoy está la Casa Cuna.

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