En los primeros 70 partidos, Gallardo consiguió todo: títulos, rachas de triunfos, goles, buen juego, identificación, reconocimiento y sobre todo contundencia. Luego de aquel viaje la historia cambió.

Cuando el 17 de agosto de 2015, River asomó por el túnel del Monumental y 45 mil personas de pie, saltando enloquecidas, le dieron un recibimiento histórico, Marcelo Gallardo y los suyos supieron que estaban tocando el cielo con las manos.

Habían logrado 4 títulos internacionales en un año, el equipo había quedado segundo en el torneo local y estaba a tiro de la punta en el que se estaba disputando, sólo había perdido 7 partidos (el 10 por ciento) y tenía una diferencia de gol favorable de 68 lo que lo ubicaba como uno de los clubes con mejor promedio del gol del continente. La revolución Gallardo había conquistado América e iba por más con el Mundial de Clubes que lo esperaba a fin de año.

Pero esa tarde perdió de local con San Martín de San Juan y fue un mal augurio. El equipo venía agotado de las finales de la Libertadores y de un viaje a Japón incómodo que traería además de una Copa, inconvenientes que aún hoy no se pueden arreglar.

River entró esa tarde en un camino complejo y complicado, sin grandes actuaciones y con un desborde de ganas que no le alcanzaron, no pudo mantenerse y ahora busca encontrarse con dos objetivos muy claros: la Copa Libertadores 2016 y la Recopa que se jugaría en agosto -no está confirmada- frente a Independiente Santa Fe.

Lo que sí está a la vista es que las cosas no son como antes y los números lo reflejan en los 31 partidos jugados hasta ahora, tras ese punto de inflexión que fue la Suruga, el Millo perdió 13 encuentros y apenas pudo ganar 9 juegos y lo que es más raro, anotó la misma cantidad de goles que los que recibió en todo este periodo.

Al Millo le queda tiempo y posibilidades para recuperarse de este momento. El terreno internacional es un buen lugar para hacerlo. Allí se siente cómodo y sin ir tan atrás en la Copa Sudamericana pasada, jugando mal y sin brillo, arribó a la semifinal y estuvo a minutos de pasar en aquel segundo tiempo ante el Globo cuando luego de ir 0-2 lo empató y no lo ganó de pura casualidad. Por eso en esta Libertadores que otra vez entra en receso en cuartos y las semi y finales se juegan en agosto, le Millo puede revertir la imagen.

Además de tener en sus manos la posibilidad de otra corona al tener que jugar como ganador del a Libertadores frente a Independiente Santa Fe de Colombia que obtuvo la Sudamericana de la temporada 2015.

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