De día, de noche, con frío o calor, incluso con lluvia. Nunca paran. Siempre salen a correr.
¡Correr! Una actividad tan básica que nos remite a nuestra infancia.
¡Correr! Una mecánica tan simple que todos deberíamos poseer la capacidad de realizar...
Y, sin embargo, vemos a los corredores y a veces los minimizamos pensando que están perdiendo el tiempo. ¿Es así?
¿Es esto una moda pasajera? ¿Seremos todos alcanzados por esta sinrazón de trotar sin sentido a ningún lado?
¿Hemos perdido la cordura? ¿Vale la pena cansarse tanto?
Nuestros antepasados corrían para cazar o para evitar ser cazados.
• LEA MÁS: Running: el calendario de carreras de calle de abril y mayo
Casi 500 años antes de la era cristiana, un guerrero de Grecia corrió 40 kms desde Maratón hasta Atenas, para anunciar la victoria sobre Persia. Y por este hecho, la competencia de pedrestismo por excelencia, que cierra todos los Juegos Olímpicos desde 1896, se denomina "Maratón". Recién en los JJOO de París en 1924 se normalizaría la distancia de 42.195 mts como estándar de este tan anhelado desafío.
Correr siempre fue una actividad relacionada con los deportes, pero se convierte en práctica deportiva a principios de 1960 cuando Bill Bowerman, entrenador del equipo de atletismo de la universidad de Oregon, crea
un método de mejora física basado en el trote.
Bowerman, fundador de NIKE junto a Phil Knight, fue un precursor en muchos aspectos: obsesionado por el peso de las zapatillas, derrite caucho en una wafflera y crea la suela "gofre", liviana y con gran tracción.
Si hacemos una observación amplia, notaremos que correr, como práctica deportiva, comenzó hace muchos años. De a poco y con la concientización social ha ido creciendo y hoy, felizmente, alcanzó unas proporciones tan importantes que
nadie quiere quedar exento del fenómeno.
¿Y por qué corremos?
Las motivaciones iniciales pueden ser diversas, a saber: recomendación médica, optimizar el porcentaje de grasa en el cuerpo, mejorar la capacidad física, eliminar el stress, desafíos, acompañar a alguien, etc. ¡Y todas son buenas razones!
Pero, a mi modesto entender, la más importante es el desafío personal de cuantificar hasta dónde llega nuestro poder de voluntad, esa fuerza interior que todo lo puede, la llama que calienta al mundo, la musa inspiradora de todas las realizaciones, esa energía que nos levanta cuando creíamos que no quedaba nada... Entonces, esto es muy importante, llegó para quedarse y no es una moda pasajera.
¿Cuáles son los beneficios que podemos obtener? • Mejorar el bienestar físico y psíquico.
• Limpiar las arterias y los pulmones.
• Tonificar los músculos, fortalecer los huesos y reforzar los cartílagos.
• Estilizar las piernas y el cuerpo.
• Incrementar la resistencia.
• Mejorar las defensas naturales.
• Aumentar la capacidad respiratoria.
• Incrementar el volumen del corazón.
• Disminuir la presión arterial.
• Optimismo, con menos episodios de depresión y ansiedad que las personas sedentarias.
• Mejora real del sistema cardiovascular y pulmonar.
• Socializar y conocer gente nueva.
Evaluando, son muchos los beneficios.
Empezamos a darnos cuenta de que la locura es no intentarlo...
La decisión está tomada: ¿cómo empezamos? El previo y necesario chequeo médico. Voluntad. Calzado adecuado, ropa cómoda. Una básica guía instructiva que nos oriente cómo iniciarnos e ir progresando.
Pocas cosas y muy importantes que nos brindarán un cambio de vida, ¡una nueva vida! Mucho más cerca de la plenitud. La tarea más importante: encontrar motivos de felicidad.