La medida de la AIBA de autorizar a los boxeadores profesionales a participar en los JJOO, causó conmoción, rechazo, indignación, y hasta temor en la mayoría de las personas y entidades boxísticas de una sociedad conservadora por naturaleza. ¿Cuáles son los verdaderos motivos? ¿Hay razones para alarmarse?

Cuando Galileo Galilei habló de su teoría heliocéntrica, el mundo estuvo en su contra y lo obligaron a desdecirse para no condenarlo a la hoguera.

Más tarde, en la Revolución Francesa (1789), cuando se comenzó a evaluar la abolición de la esclavitud, los mismos esclavos se opusieron, preguntándose qué irían a hacer entonces sin su amo, afligidos por quedarse sin trabajo.

Jesucristo vino a cambiar un viejo paradigma social, por otro basado en el amor, la paz, la austeridad, la fe y la hermandad, pero terminó crucificado por querer alterar el orden sociocultural que imperaba.

Podrían seguirse enumerando las calamitosas consecuencias de quienes provocaron revoluciones, de aquellos preclaros que lucharon por desterrar arcaicos convencionalismos. Y más aún, las férreas resistencias al cambio que tuvo el hombre/masa a través de la historia, dado su naturaleza conservadora, que deviene de su inestable antepasado.

En aquellos tiempos, su salvación dependía de qué tanto podía prolongar su estado de equilibrio,    lo cual le posibilitara el control sobre las cosas que lo rodeaban.

Obsérvese este video acerca de la resistencia al cambio:

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La ya olvidada resistencia al boxeo femenino en nuestra sociedad quedó enterrada, y a nadie se le ocurre ahora cuestionarlo. Pero tampoco nadie se hace cargo de su postura inicial, de su rotundo rechazo y de su no aprobación al reglamento, si de ellos dependiera. Y no quedan siquiera recuerdos de aquellas cercanas épocas, como si no hubiesen existido.

Sería bueno hacer el ejercicio de compaginar simultáneamente, como por arte de magia, las opiniones de los conservadores de cada época con las realidades actuales, como si todo hubiese quedado grabado en la memoria de un gran Archivo Divino.

Hoy la AIBA acaba de aprobar en una reunión de Comité Ejecutivo en Lausana, Suiza, algo que como tantas cosas estaba inexplicablemente prohibido: la inclusión de púgiles profesionales en los JJOO.

Y será tanto en el de Río 2016, como en los sucesivos, sin marcha atrás, cosa que ya se había anticipado en la columna "¿Renacimiento o Armagedón?".


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La medida hizo estallar al 99 % del planeta boxístico, como era de esperar ante todo cambio de paradigma. Y que pusieran el grito en el cielo muchas partes interesadas.

¿Por qué no pasó lo mismo cuando se aprobó la inclusión de profesionales en el básquet, el tenis y el fútbol?

Si los JJOO no están vedados para Messi, Federer, Nadal, Cristiano Ronaldo, Kobe Bryant y los NBA, ¿por qué deben estarlo para los Pacquiao, Mayweather, Klistchko, Narvaes, Matthysse, Golokvin, Canelo Álvarez y compañía?

El argumento más básico, tan débil, y tan poco creíble, es que los profesionales pueden "matar" o "lastimar" a los amateurs, y ellos bregan por su seguridad e integridad física. Decir eso y colegir en el fondo que el boxeo es un deporte dañino, es lo mismo.

Mucha más diferencia hay sin embargo entre amateurs cubanos y/o rusos con más de 300 peleas y varios JJOO encima, respeto del 80 % de los participantes del resto del mundo en diversos torneos amateurs -no solamente los JJOO, donde llegan los mejores-, donde el grueso de los púgiles no alcanzan a veces el medio centenar de combates y son debutantes absolutos en competencias de tal magnitud.

También hay mucha más diferencia entre las estrellas del profesionalismo y el 80 % de sus ocasionales rivales dentro de su palmarés, donde la falta de control de equivalencias permite que peleen impresentables perdedores contra descomunales ganadores.

Y peor aún es que en los reglamentos de las entidades mundialistas, no esté prohibido que un mosca pelee contra un pesado, si quiere.

Sí, como leyó: no está prohibido que pelee un mosca contra un pesado.  Y no les importa.

Las reglas del boxeo, en general, hacen que si se cumplen como es debido, el superior triunfe sin lastimar ni matar a nadie. Sea en el profesionalismo, en el amateurismo, en el boxeo femenino y, como pasará ahora, entrecruzando ambos campos.

¿Cuál es entonces el verdadero motivo del susto?

Porque además hay algo comprobado en la práctica: hasta ahora son los amateurs quienes superaron a los rentados en el 90 % de sus choques sostenidos por la WSB y la APB.

Es que vale aclarar que serán los profesionales quienes deban adecuarse a las reglas, y pasar de sus 12 rounds, a los 3 del sistema olímpico, con el cambio estratégico que eso conlleva. ¿No será que el temor es desnudar inferioridad?

El CMB, a través de su presidente, Mauricio Sulaimán, no sólo se expresó en contra, sino que además anunció que "suspenderá a los peleadores que acudan a los JJOO", en una medida autoritaria, discriminatoria, y que atenta contra las libertades personales que tanto pregona.

Cabe recordar que también Sulaimán fue el primero en alzar la voz contra la AIBA y su presidente, el chino Ching-Kuo Wu, cuando ésta propuso la medida de desafiliar a las Federaciones que mantuvieran relaciones con las entidades mundialistas, por considerarla monopólica y dictatorial.

Y razones no le faltaban al mexicano en su argumento.  ¿Pero qué clase de ceguera le impide ver que ahora él está haciendo lo mismo?

¿Realmente quiere hacer creer que su preocupación es por el riesgo físico y la seguridad de los boxeadores? ¿O temerá más por la seguridad de sus negocios y el prestigio de sus púgiles?    

También es cierto que los profesionales de renombre vigorizarán al Boxeo Olímpico, quien en los últimos JJOO pasó de ser deporte "D" a deporte "C", por haber llenado la taquilla todos los días en el estadio, aunque ayudó el contexto de un país boxístico como Inglaterra, en cuya capital se realizaron.

Con esta inyección, tal vez se consiga llevarlo al nivel "B", aprovechando la ansiedad que habrá por ver lo que sucede en un choque entre un amateur y un profesional, sea cual fuese el resultado.

A todas luces, es una apuesta apasionante, y por sobre todo, justa. Máxime cuando en todas las instancias los únicos que pudieron participar fueron los de la AOB, y se dejó el último clasificatorio recién para que sea abierto a los PRO, que entrarán en un porcentaje menor, sin desplazar ni discriminar a nadie.

El amateur que no haya obtenido el pasaje hasta ahora, con tantas chances que hubo, no podrá quejarse, ya que de algún modo el sistema mismo le marcó su nivel.

La pregunta es si cambiarán de postura si, a la inversa de lo que se supone, los PRO no matan a nadie, y encima pierden contra los amateurs. ¿Sus reflexiones dependerán de un resultado deportivo?

Ahora bien, de persistir en la misma posición aún con las pruebas en la mano, sus convicciones tendrían mucho más de capricho que de preocupación por la salud de los atletas, desnudando un incomprensible apego a estructuras conservadoras, o bien intereses creados ocultos.

El problema es si demuestran tener razón y algún accidente enluta los rings. Entonces sería hora de un profundo replanteo en nuestro deporte, que no solamente debería restringirse al nuevo modelo. Pero por alguna razón, hasta ahora nunca la sangre llegó al río.

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