Uno resuelto a cuidar la pelota y a hacerla circular con orden hasta el medio y, de ahí en adelante apretando el acelerador para imprimirle mucho vértigo a cada ataque; el otro, planeando cerrar espacios y quitarle la pelota al rival. Uno consiguió su propósito, Argentina; el otro, Bolivia, no.
No se había jugado un cuarto de hora cuando empezaron a llegar los goles que modificaron el escenario. Primero fue Lamela con un tiro libre que se desvió en la barrera (Duk) y descolocó al arquero; enseguida, apenas dos minutos después, Roncaglia apareció libre sobre la derecha, mandó un centro preciso a la cabeza de Higuaín que cabeceó a quemarropas, Lampe manoteó con angustia y Lavezzi se tiró en tijera para capturar el rebote y mandar la pelota con violencia al fondo del arco.
VIDEO: LOS GOLES DE ARGENTINA 3-0 BOLIVIA
En la segunda parte, para agigantar las diferencias, Messi entró por Higuaín. Pero para entonces, el equipo argentino había resuelto regular energías mientras que, Bolivia, redobló esfuerzos para evitar la catástrofe renunciando a hacer otra cosa que no fuera proteger su área. Un tiro libre de Messi besó el ángulo y otro desde muy lejos que se fue muy cerca.
Hubo un pa de aproximaciones más que pudieron ampliar la diferencia de la chapa pero, a esa altura, se notaba claramente que las cabezas argentinas ya estaban proyectando las imágenes de lo que pasará dentro de cuatro días. Con el piloto automático, el equipo argentino viajó en primera clase a los cuartos de final.