Dos amigos de esta sección nos dieron sus tips para sacarle el jugo: trabajar brazoladas a ras del fondo y llevar una interesante variedad de carnadas. La mejor línea: yo-yó chica con brazoladas bien largas.

Esta semana nos vamos a ocupar de un espejo que viene dando que hablar, según los informes semanales que nos provee nuestro amigo Paco García: Laguna de los Padres. Y hablando de amigos, precisamente dos queridos amigos la pescaron por separado en la misma semana y nos hicieron llegar sus experiencias e imágenes, por lo que podemos dar fe desde más de una visita, de cómo hay que pescar pejerreyes en este espejo: a ras del fondo.

En la primera salida, a cargo de Brenda Blum y Daniel Giménez, embarcaron con viento suave y usaron línea de dos boyas yo-yó fijas. El primer intento fue del palo 1.000 para el lado de la compuerta y no hubo respuestas. Se corrieron unos metros hacia la compuerta y empezaron a cobrar pejes buenos, tras haber regulado las brazoladas para que trabajasen a sólo 5 cm del fondo. En cuanto a los cebos, de entrada les rindió la mojarra, y después el camarón de mar con tiritas de dientudo coloreado de amarillo, cebo este último que rindió mejor.

En un momento el viento calmó y la laguna se planchó, cortándose el pique en varios lugares. Finalmente, reencontraron la pesca trabajando la zona que va del palo 1.000 hacia el predio del casino. Las últimas horas, ya con algo de viento, hicieron que mejorara el pique, pudiendo completar la cuota.

Brenda contó que usaron líneas de boyas yo-yó de 20 mm, con brazoladas para pescar a un poco más de 2 metros y regularon las mismas en cada parada a 5 cm del fondo. Los anzuelos fueron los 270 C Nro 3 de Mustad.

La segunda visita a este ámbito estuvo a cargo de Daniel Pavoni, quien entró por el pesquero La Isla, siempre con motor eléctrico y a remo, únicos permitidos. La primera parada fue a 1.000 metros del pesquero, por la boya 500, y también trabajaron con líneas de 2 boyas yo-yó trabajándolas casi a ras del fondo, en brazoladas de 1,85 a 1,90. No tocaban las mojarras, por lo que varió a lombriz negra de tierra con remate de filet de dientudo salado. Ahí empezó la fiesta: un pique tras otro de un pejerrey muy peleador, vigoroso y sano. Algunos ejemplares llegaron a pasar los 40 cm.

Una clave: el pescado está acardumado y hay que moverse para encontrarlo. A veces es bueno esperar 15 minutos para tener respuestas. Pero si hasta los 20 o 25 no hubo respuestas, hay que irse y probar en otro lado.

Cuando se cortó la pesca se movieron hacia el Monte de los Judíos, donde sólo cobraron dos pescados. Otra vez volvieron a moverse y eligieron, ya pasado el mediodía, el sector de El Chiquero, cola de la laguna, una zona baja de 70 a 90 cm de profundidad. Allí, siempre trabajando a ras del fondo pero esta vez con boya palito, siguieron la fiesta con regios pejes que una vez clavados incluso llegaban a saltar fuera del agua como si fueran taruchas.

Pese a lo dicho, no es una laguna fácil y hay muchos pescadores que salen con muy pocas piezas, mientras que otros completan la cuota y se divierten todo el día. Hay que saber trabajarla, llevar variedad de carnadas, moverse y tomarse el trabajo de medir profundidad en cada sector elegido para trabajar las carnadas pegaditas al fondo. Muchos pescadores locales usan chiripá, pero sólo trabajan de este modo una sola brazolada pegada al fondo, en cambio, con las yo-yó multiplicamos las chances cuando la pesca está así. El premio es grande: excelentes piezas

Agradecemos a los amigos Brenda Blum de Sentí la Pesca y Daniel Pavoni de Locos por la Pesca.

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