El reconocido cardiocirujano se quitó la vida un día como hoy del año 2000. Dejó siete cartas y un mensaje contundente "a las autoridades competentes". La Fundación que llevaba su nombre atravesaba una dura situación económica y él pidió una ayuda que nunca llegó
El 29 de julio del 2000 una información sacudía a todos los argentinos. El prestigio cardiocirujano René Favaloro decidía poner fin a su vida mediante un disparo en el corazón dentro del baño de su propia casa.

Por aquellos días la Argentina estaba sumergida en una crisis económica y política y la Fundación Favaloro se encontraba en una difícil situación, endeudada en unos 18 millones de dólares, por lo que el doctor Favaloro decidió solicitar una ayuda al gobierno de Fernando De la Rúa, sin recibir una respuesta oficial.

"Estoy pasando uno de los momentos más difíciles de mi vida, la fundación tiene graves problemas financieros. En este último tiempo me he transformado en un mendigo. Mi tarea es llamar, llamar y golpear puertas para recaudar algún dinero que nos permita seguir", llegó a implorar la mayor figura que dio la medicina argentina.

Nada hacía prever el desenlace ocurrido 29 de julio del año 2000, el mismo día del cumpleaños de su amigo y cardiólogo Luis de la Fuente, quien lo había convencido de volver a la Argentina. Según las investigaciones, Favaloro se encerró en el baño de su casa y se disparó un tiro en el corazón.


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Tras el desenlace fatal, se conoció que Favaloro había dejado en su departamento siete cartas cuyo contenido se reveló parcialmente.

En una de ellas, dirigida a las "autoridades competentes", dejaba en claro que había decidido quitarse la vida, y explicaba que la crisis económica que atravesaba su Fundación había sido el desencadenante de su determinación, expresando que la sociedad argentina necesitaba de su muerte para tomar conciencia de los problemas en los que estaba envuelta.

Favaloro expresaba su cansancio de "ser un mendigo en su propio país", luego de los reclamos enviados al entonces presidente de la Nación, Fernando de la Rúa, en los cuales solicitaba entre otras cuestiones el pago de las deudas millonarias que mantenían con su fundación varias obras sociales, siendo la más abultada la contraída por PAMI.

Lo que resulta indudable es que Favaloro preparó la escena con varios días de anticipación. Compró los sobres y comenzó a redactar, de su puño y letra, lo que sería su legado, que quedó encerrado en las mencionadas siete cartas de varias páginas, lo que llevó a decir de una fuente judicial que no se trató de un "un acto repentino, ni producto de un estado de ánimo momentáneo".

Los investigadores reconstruyeron los últimos días de Favaloro y llegaron a la conclusión de que el médico había realizado una prolija preparación de su propia muerte. Él mismo fue a comprar los sobres blancos, tamaño carta, donde luego guardó los manuscritos. Los textos, escritos en papel membretado con su propio nombre y apellido, tampoco pudieron ser escritos en un solo día. Los sobres estaban lacrados y en todos ellos tenían una leyenda: "Reservado".

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Ese día sábado, Favaloro decidió dispararse un balazo en el corazón en su departamento de Palermo Chico. Pero antes escribió una última nota, que dejó pegada en el espejo, donde dejaba constancia en qué lugares de la vivienda estaban las siete cartas y otros sobres con dinero. Según las fuentes, se trataba de una suma "varias veces mayor a los 20 mil pesos" que se mencionaron en un primer momento. El dinero estaba destinado a sus allegados y a su empleada doméstica.

El juez Daniel Turano comenzó a liberar algunas de las cartas que tenía bajo custodia y las entregó a los sobrinos del médico fallecido, sus herederos. Estos, a su vez, le pidieron al magistrado que tomara la previsión de conservar una muestra de tejidos para un eventual análisis de ADN, en el caso de presentarse en el futuro algún reclamo de filiación.

En una de las cartas, Favaloro expresó su voluntad de que sus restos fueran cremados y las cenizas esparcidas en la localidad de Jacinto Aráuz, el pueblito de la provincia de La Pampa donde el cardiocirujano comenzó su carrera como médico rural, antes de su viaje a los Estados Unidos. Pero el deseo del médico no pudo cumplirse ya que el juez dispuso la entrega del cuerpo a los familiares, pero prohibió expresamente su cremación.

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