Salieron a la luz el caso de un púgil fallecido y otro retirado hace 10 años, ambos de Concordia, a quienes la WPC hacía pelear en la zona de San Martín, usando sus licencias y falsificando identidades. Intentaron luego borrar las huellas del delito, pero fue en vano, porque un periodista tomó captura de pantallas. Hay denuncias y hubo consecuencias. Por donde se toque, sale pus en la WPC

Todo comenzó cuando el colega entrerriano Juan Carlos Valdez, del diario El Heraldo de Concordia, impartió vía mail la voz de alerta.

La misma advertía que había dos púgiles de su provincia que, estando uno fallecido -asesinado hace 4 años por un disparo-, y otro retirado desde 2006 sin haber vuelto jamás a los rings, figuraban con peleas recientes, ambos por la zona de San Martín, provincia de Buenos Aires.

El nombre del primero (el fallecido): Jorge Daniel Medina, oriundo de Concordia.

El del segundo: Julio Esteban "Maulita" Martínez, de Federal, pero residente también en Concordia.

Era evidente que alguien estaba usufructuando sus licencias para hacer peleas truchas, incluso entre ellos mismos, impostando las identidades de los peleadores por un lado -que quizás pudieron ir cambiando pelea a pelea-, que seguramente no poseían licencia, es decir, no eran boxeadores. Y por otro, cometiendo el delito de falsificación de identidad.

La FAB se puso a investigar y comenzaron a aparecer de a poco más ilegalidades, más y más datos, más y más pruebas.

Lo primero que se descubrió fue que detrás de todas esas peleas estaba la WPC (Comisión Mundial de Pugilismo) como fiscalizadora, la misma que la semana pasada montó un show boxístico en Casilda, Santa Fe, televisado por Crónica TV, y que reprodujimos en la columna "Boxeo Bizarro".

El colega Marcelo González, del área prensa de la FAB y responsable de los records, datos y estadísticas de la institución, tuvo el tino de hacer capturas de pantallas de la página boxrec.com –referente en la materia, donde estaban subidas todas estas peleas apócrifas-, en la que opera cargándola (u operaba) alguien de la WPC, que curiosamente, ya no está más.

Gracias a esas capturas pudo comprobarse que tras ver la luz estas denuncias, al poco tiempo alguien entró a la página y corrigió todo.

Primero reemplazaron algunos nombres; luego les pusieron TBA (To be announciated –a ser anunciado, en inglés-), o dejaron el espacio en blanco donde antes figuraba el nombre del fallecido Medina. Y al final, directamente las borraron a todas.

Esta es la captura de pantalla del récord original del fallecido Medina, antes de que se descubriera el ilícito.

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Esta es la captura de pantalla en la actualidad del récord de Medina limpio, sin las peleas truchas.


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Pero eso no fue todo. También se detectó un video del retirado "Maulita" Martínez, peleando hace poco contra un tal Cristian Miño, ante quien perdió por KOT 1. Obviamente, era un Martínez falso, cuyo rostro apenas se ve.

Cuando el colega Marcelo González –descubridor del video- lo subió a su Facebook, al instante dieron de baja la pelea de la red en YouTube. Pero González había tenido la precaución de descargarlo en su cuenta personal, y lo volvió a subir. Acá está:

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En BoxRec primero intentaron cambiar el nombre de Maulita Martínez por el de Lucas Lemos, pero luego directamente sacaron la pelea.

Obsérvese además que hay un renglón en blanco, que es donde figuraba el nombre del fallecido Medina como rival del Maulita Martínez, con fecha 2016-07-01. Allí hay un resultado, una fecha, un lugar (San Martín), pero no rival.

Pondremos las pruebas por partes.

Acá está el récord original del retirado Maulita Martínez con todas las peleas fraudulentas, que incluye la de Miño, antes de que se blanqueara la farsa:


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He aquí cuando BoxRec se entera del descubrimiento del ilícito. Borra la pelea de Miño (antes reemplazó a Martínez por Lucas Lemos, captura que también obra en nuestro poder) y deja el renglón en blanco donde antes figuraba el fallecido Medina:

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Este es el récord de Martínez actual, ya sin ninguna pelea, totalmente limpio, solo hasta su último combate oficial contra Jonathan Barros en 2006, como debía ser.

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Todo esto generó una denuncia penal de la hija del fallecido Jorge Medina, que para qué vamos a abundar en detalles si acá la tenemos:

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Por último, la prueba aún vigente de la adulteración, ya que en ambos púgiles olvidaron corregir su lugar de residencia. Casualmente los dos figuran como radicados en Hurlingham, cuando ninguno de ellos se movía de Concordia.

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Hace poco habíamos publicado una columna denominada "Boxeo fantasma", donde se prendía la luz de alarma respecto de la cantidad de festivales y peleas incomprobables que aparecían tras cada fin de semana, sin haberse anunciado antes.

Lo que no se dijo en aquella nota es que detrás de todas esas peleas y festivales –o al menos, en la mayoría de los casos-, también estaba la WPC.

Cierto es que esta modalidad no es nueva en el boxeo. Siempre hubo y seguirá habiendo peleas truchas, inventadas, falseadas, tongos y demás yerbas, en general por razones de necesidad, por las que a veces se hace la vista gorda, o cuesta comprobarse.

Pero en ningún caso los infractores redoblaron la apuesta y se jactaron de eso.

Además, siempre fueron casos aislados, menores, fugaces. Ahora se tomó por costumbre, se institucionalizó, legalizó, y –según ellos- tienen el 70% del boxeo del país.

Pese a ser una clara estafa, si no cobran entradas, ni son espectáculos públicos, alguien puede tomar como un acto de insensibilidad la persecución y el castigo de estos deslices. Pero por algo quisieron taparlos, encubrirlos, o borrar las huellas del delito, demostrando cola de paja.

Lo primero es aclarar que el boxeo es otra cosa, no semejante farsa. Llegó la hora de que se deje de desprestigiarlo más aún, usando su nombre para hacer caridad, negocios, o lo que sea. La voluntad popular también es la de vivir en un país sin corrupción, sin mentiras, sin trampas ni oportunismos, e ilegalidades.

Allegados al boxeo piden que la FAB actúe, y preguntan por qué no hace nada, o permite todo esto, como si la FAB fuera omnipotente.

Cual si fuese una SIDE deportiva que se enterara de todo, y pudiera mandar un escuadrón a cada lugar, gimnasio, estadio, club, etc –que a veces ni existen, porque son peleas inventadas, o lugares recónditos-, para que se atraviese en la puerta y no deje entrar a nadie. Y que con una especie de camión policíaco se lleve a los responsables presos.

No es tarea de la FAB ésa. La FAB, cuando se entera previamente de algo, deslinda responsabilidades, y avisa que los púgiles programados están suspendidos, o no tienen licencia oficial. Es lo más que puede hacer. A veces, con éxito, otras no (la mayoría). Es decir, hay complicidades orgánicas del contralor.

Lo insólito es que la WPC tiene reconocimiento y aval de la Inspección General de Justicia (IGJ) para operar. Está reconocida como entidad, ya sea para organizar boxeo, como para otorgar licencias.

Se ha hablado más de una vez de intervenir a la FAB, tanto por razones políticas, como por denuncias efectuadas en la DGI para revisión de cuentas -de las que siempre ha salido ilesa- y sin embargo nunca se hizo lo mismo con la WPC, al menos, que sepamos.

Pero al parecer, hasta acá llegamos. Cuando se aprieta un grano, sabido es que sale pus. Cada quien elige absorberla o expulsarla según valores, principios e ideales. Luego hay que atenerse a las consecuencias.

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