El supuesto "parate" en las causas contra el kirchnerismo llevó a Margarita Stolbizer a hacer un cuestionamiento público que incomodó al gobierno. El gobierno y su relación ambivalente con los protagonistas de la mesa de diálogo.

La ex presidenta Cristina Kirchner arrancó la semana bajándole línea por videoconferencia a la dirigencia convocada por el PJ porteño para celebrar el Día de la Lealtad. En ese contexto la emprendió duramente contra el gobierno nacional, al que acusó de estar "generando una bomba de tiempo" con el endeudamiento, pero insistió en la necesidad de "construir un gran frente nacional" que incorpore a "todos aquellos sectores que están siendo agredidos por estas políticas". Ante un auditorio de fieles, aprovechó para convocar a la marcha del #NiUnaMenos, victimizándose. Autoreferencial como de costumbre, al hablar de violencia de género se puso como ejemplo: "He sido víctima de esa violencia por el solo hecho de ser mujer", dijo con el fondo de un bosque calafateño.

Las apariciones de Cristina generan reacciones encontradas. Entusiasmo en una militancia más raleada, pero cada vez más radicalizada, frente a una dirigencia peronista que se incomoda ante su permanencia, pero que rehuye enfrentarla. Espanto en empresarios que creían haber dado vuelta una página; contra un gobierno que siente que las recurrentes apariciones de la ex presidenta le sirven electoralmente, pues en la confrontación prevalece el oficialismo.

En 2017 las elecciones son nacionales, pero el resultado gravitante será, por tratarse de legislativas, el que suceda en la provincia de Buenos Aires. Por eso si hay una figura que no quiere a la ex presidenta en el juego es Sergio Massa, pues si la pelea lo domina el duelo Macri-Cristina, el tigrense pierde protagonismo. En la grieta, no hay ancha avenida del medio...

En ese contexto, su actual aliada política, Margarita Stolbizer, salió a alertar sobre un supuesto "parate" judicial de las causas que involucran a la ex presidenta. Lo hizo después de que el jefe de Gabinete pareciera subirle intencionalmente el precio a CFK al señalar en un reportaje que ella "tiene más importancia de la que se le da" Marcos Peña habló de "un 20-25% de bonaerenses que hoy le son fieles conceptual y políticamente a Cristina y que van a votar por ella o por quien disponga, independientemente de si está presa o está libre". Palabras que parecieron ir en el sentido de lo que se viene diciendo respecto de la intencionalidad oficial de mantener viva y presente la figura de la ex presidenta, para introducir una contradicción en el seno del peronismo y dividir ese voto. Después de las palabras de Stolbizer, Peña salió a aclarar que "ni hacemos algo para que Cristina vaya presa, ni para que no vaya presa", pero lo cierto es que al brindar el porcentaje de intención de voto kirchnerista no hizo más que detallar datos reales que manejan los encuestadores.

Del mismo modo, a Margarita le sigue rindiendo la confrontación con la ex presidenta, y el gobierno tuvo que salir a través del ministro Rogelio Frigerio a expresar su "preocupación" porque las causas contra el kirchnerismo estén perdiendo "ímpetu".

Fuentes oficiales juran y perjuran que hoy los magistrados trabajan sin presiones oficiales, tal cual graficó recientemente la jueza María Servini -aunque luego cambiara su discurso-, y en Tribunales lo ratifican. Aclaran además que más allá de la espectacularidad de algunos de los casos, los jueces se toman su tiempo, y que de aquí a que las causas vayan a juicio falta un buen tiempo. El periodista Jorge Lanata, que la semana pasada fustigara duramente a la ex presidenta en un editorial pronunciado en su programa, advertía que a este paso judicial, CFK podrá ser candidata. En rigor, no hay manera de que no lo sea, a menos que no quiera, pues la ex presidenta podrá acumular procesamientos, pero en los próximos meses ninguna de las causas que la involucran habrá llegado a juicio.

La contradicción oficial es que el gobierno la necesita libre y activa -mas no victoriosa, claro está-. Pero los empresarios de Argentina y el exterior que no necesariamente la quieren presa, la prefieren fuera de circulación. Y no en carrera, como la muestran las encuestas que tanto consulta el gobierno. Ven un fantasma dibujado en el horizonte de 2019 a una Cristina Kirchner en competencia.

No por nada la pregunta recurrente que suele escuchar Mauricio Macri en el exterior es qué garantías hay de que él no sea apenas un intervalo entre gobiernos populistas.

Impaciente por las esperadas inversiones que no llegan, el Presidente les pidió a los empresarios locales esta semana dejar de lado "los miedos" y, más gráfico, que se "rompan el traste". Lo hizo en un foro celebrado en el Alvear, donde ante un millar de ejecutivos hizo un repaso de las medidas implementadas por su gestión para 'generar confianza'. ¿Qué más señales esperan?, es la pregunta recurrente en el gobierno.

Si de señales se trata, un día antes el gobierno había dado una notoria cuando en la ronda inaugural de la mesa de diálogo acordó la negociación de un bono de $ 2.000 como base para el sector privado. Si bien no está definido que vaya a extenderlo al sector estatal, la cara sonriente de Andrés Rodríguez, líder del gremio de trabajadores del Estado, daba a entender que tiene claro que no se quedarán afuera. El sector empresario no lo tomó con sorpresa, sí con decepción; no les gusta que el gobierno muestre tal permeabilidad a las presiones. Están iguales: al gobierno tampoco le gusta que el "círculo rojo" se muestre impermeable a sus necesidades.

En estas páginas se ha comentado que el gobierno había concluido que un eventual paro general le resultaba menos oneroso que ceder a las demandas de los sindicalistas. Sin embargo terminó volviendo sobre sus pasos. En la reconfiguración tiene que ver la relación que ha buscado reencauzar con Francisco, y la convicción de que terminar el primer año sin un paro general es un activo muy valioso para un gobierno no peronista.

Además, necesitaba darles algo a los sindicalistas que se expusieron ante sus propios pares desalentando una y otra vez el paro. Aunque, bueno es recordarlo, la concesión principal la hizo a principios de agosto pasado, cuando les reconoció el dinero de las obras sociales que retuvo el kirchnerismo, reintegrándoles en efectivo $ 2.700 millones.

El ya engrosado déficit fiscal volverá a crecer con lo que defina conceder a los trabajadores públicos. La salida será trasladar esas cuentas al próximo ejercicio. Pone además en un brete a las provincias, otra de las relaciones que el macrismo se obsesiona en cultivar. Tendrá que auxiliarlas, como siempre.

¿Y los privados? Pagará el que pueda. Fue muy gráfico Juan Carlos Schmid, uno de los integrantes del triunvirato de la CGT, cuando relató el diálogo que tuvo con el mozo de un bar donde tomaba un café antes de acudir a una reunión: respecto del pago de un bono de fin de año, "el compañero gastronómico me dijo que le venía genial". "El problema es cobrárselo al que está detrás de la caja". ¿Cómo hace, si acá no entra casi nadie?" reconoció que le dijo el trabajador. El problema sigue siendo sin dudas una reactivación que sigue postergándose. Ahora se habla de marzo, veremos.

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