El doctor Facundo Manes responde a las consultas de los lectores de Diario Popular.

Ángela: Un saludo, doctor, y un agradecimiento personal y familiar por las explicaciones que brinda cada domingo en este diario. A propósito de su columna de la semana pasada quería preguntarle qué impacto tuvieron los descubrimientos sobre neuroplasticidad del cerebro humano.

Muchas gracias a usted, Ángela, y un saludo muy afectuoso para toda su familia. Antes los investigadores creían que cada región del cerebro humano se especializaba en una tarea específica. Entonces, el procesamiento de determinada información correspondía a un área en particular. Y esto no podía alterarse con el paso del tiempo ni con las vivencias ni la modificación del contexto. Hoy, gracias al concepto de neuroplasticidad sabemos que no es así. El cerebro es plástico: tiene la capacidad de cambiar a partir de la experiencia y el entorno. Y este concepto es muy importante para el conocimiento del ser humano pero también para la sociedad y sus políticas públicas. Por ejemplo, para considerar las acciones que debemos tomar frente a la desnutrición infantil. Un estudio muy interesante realizado por la reconocida neurocientífica de la Universidad de Pensilvania Martha Farah es fundamental para entender que de manera urgente tenemos que involucrarnos y mejorar el presente y el futuro de niños malnutridos y que viven en entornos poco estimulantes. Esta neurocientífica estudió los efectos negativos que produce una pobre nutrición, la exposición a toxinas del medio ambiente o cuidados prenatales inadecuados. Pero uno de los elementos más relevantes de sus estudios tuvo que ver con el grado de reversibilidad de estas condiciones. La necesidad de los adecuados estímulos, alimentación y contención afectiva es imprescindible y, aunque el tiempo haya pasado, siempre será favorable la intervención.

Mercedes: ¿Qué otras investigaciones nos puede contar sobre neuroplasticidad?

Una investigación realizada por Harold Burton y sus colegas de la Universidad de Washington en St. Louis estudió qué sucede con las áreas destinadas al procesamiento de la información visual en personas ciegas. Estos investigadores estudiaron a 16 personas. De ellas, nueve personas eran ciegas desde el nacimiento y siete habían perdido la vista durante el transcurso de su vida. Entonces midieron la actividad cerebral de estas personas cuando leían en Braille palabras reales y palabras sin sentido a través de estudios con imágenes de resonancia magnética funcional. Los resultados mostraron que había gran activación en la corteza visual ante la lectura de las palabras reales. Además, las personas ciegas desde el nacimiento presentaban mayor actividad en esta región que las que sufrieron la pérdida de la visión en el transcurso de los años.

A partir de eso, se formularon dos hipótesis, que aún requieren de mayores estudios para su comprobación. Una interpretación de los datos sostiene que las áreas tradicionalmente visuales se activan porque están disponibles para una tarea. Esto quiere decir que podrían haber sido reclutadas para alguna otra función. Probablemente en este caso, se trate del procesamiento de la entrada táctil que reciben por la lectura con sus manos.

La segunda hipótesis afirma que estas áreas no se utilizan únicamente para procesar la información visual, sino de manera más general para codificar información que luego es procesada por los centros cerebrales del lenguaje.

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