El tandilense volvió al circuito cambiado. A su fortalecida mentalidad, le agregó diferentes variantes a su juego. El slice y la volea fueron sus dos nuevas armas. Esa vuelta lo convirtió en el jugador con el "regreso del año" y ahora lideró al equipo con una actuación magnífica ante Marin Cilic.

No es el mismo. Después de dos años sin jugar con continuidad, Juan Martín Del Potro cambió. El tandilense se replanteó su carrera y modificó sus objetivos para esta temporada: "Quiero estar sano", repitió varias veces. El cóctel lo transformó en un deportista diferente, más suelto y, sobre todo, más fuerte a la hora de enfrentar las adversidades, pero su cabeza no es lo único que se reconvirtió: su tenis es otro. Evolucionó.

El esquema de juego de Del Potro mantiene sus dos principales pilares: el saque y su drive. Son sus golpes fundamentales, pero ya dejaron de ser los únicos. No es más un jugador lineal.  Pasaron tres operaciones en su muñeca izquierda, la última de ellas le llevó su recuperación más larga. El principal afectado por esa situación fue su revés dos manos. La imposibilidad de golpear, las dudas, la pérdida de costumbre de partidos y de peloteos largos lo llevaron a adoptar variantes. En ese contexto el slice y la volea se convirtieron en sus nuevas armas.


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La decisión fue propia. Desde junio de 2015, Franco Davin no es más el entrenador y, a partir de ese momento, el tandilense no tiene a nadie en su banco.  Aunque escucha algunos consejos puntuales de Daniel Orsanic, el capitán del equipo campeón de Copa Davis que, por ejemplo, estuvo junto a él en el Us Open. No obstante, si bien toma recomendaciones, la resolución de todo lo referente a su juego pasa por el propio Del Potro. El tandilense fue quien tomó las decisiones sobre sus golpes, sobre los planes dentro de la cancha y fue el que armó el calendario gira a gira viendo las respuestas de su mano. Junto con un sparring, Santiago (amigo suyo), forjó durante la temporada del retorno las nuevas variantes. 

"Estoy haciendo cosas con mi juego que no hacía antes. Estoy sumando cosas obligadamente", dijo Del Potro en una entrevista con Gonzalo Bonadeo. Además, agregó:  "Para la temporada que viene voy a sumar mi revés y voy a sentir ese crecimiento".


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El slice es la primera de las variantes de esta nueva versión. Si uno repasa los videos de temporadas anteriores se encuentra con un patrón de juego similar, pero mucho más directo.  Pelotas largas, profundas y con "top" de revés. Lineal. Y, a lo sumo, algún ángulo corto para luego encontrar su drive. Su derecha no cambió. Se mantiene explosiva y picante. Pero en el modelo 2016 la fórmula varió. No es más "palo por palo".


Ahora la premisa es utilizar la potencia cuando hace falta. Así adoptó la utilización del slice, flotado y que, si bien lo pone a la defensiva en algunas ocasiones, le permite un tiempo para acomodarse.  "Hizo una gran evolución. Cortar la pelota es importante para neutralizar al rival. Es una variante para hacer plataforma de un tenis agresivo. Dormir al rival y después lastimarlo con el siguiente tiro", explicó Mariano Hood, sub-capitán del equipo de Copa Davis, en diálogo con DIARIO POPULAR.

Luego del encuentro ante David Ferrer en el US Open de este año el tandilense explicó parte de estos cambios: "A veces me confío mucho en mi derecha, pero como ahora juego bastante con slice me cambia la forma de subir a la red y por eso lo hago un poco más que en años anteriores". Esa modificación, por ejemplo, quedó plasmada en el encuentro siguiente ante Stanislas Wawrinka (en el que cayó 7-6(5), 4-6, 6-3 y 6-2). Allí subió 31 veces a la red (ganó 21 puntos). Mientras que, por ejemplo, en el Us Open 2009 tuvo un promedio de 22.5 subidas a la red, según le detalló la ATP a DIARIO POPULAR.



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El slice de Del Potro ante Djokovic. Informe: Eurosport


La falta de una pretemporada, que no fue prevista por las dudas sobre su competencia, lo llevó a tener que buscar una respuesta ante la falta de físico en su retorno a la actividad. En principio, las subidas a la red se convirtieron en una respuesta a esa necesidad. Sin embargo, lejos de ser un reflejo espontáneo, esta alternativa se convirtió en una contundente variante de ataque. "Aprendió a cerrar la cancha y los ángulos", explicó el exdoblista Hood.

Una de las razones del crecimiento pasa, justamente, por animarse a jugar más en dobles. Incluso, hasta tomó la lanza y disputó  dos series de Copa Davis en esa especialidad. La posibilidad de ir a la red constantemente, de convivir con ese entorno le dio la oportunidad de amigarse con ese juego y de tener voleas fáciles. Así encontró la forma de no complicarse en un ámbito, hasta ese momento, desconocido que le generó un mayor peso en su ataque. "Técnicamente siempre estuvo bien. Nunca hubo problemas técnicos en realidad. Ahora se acostumbró a ir más a la red y lo ejercitó mucho más", resaltó el subcapitán. 

El tandilense formó su modelo 2016. Se aplomó, encontró variantes  y explotó su potencial. Con estos cambios, se convirtió en el líder de una generación que consiguió el torneo más preciado.
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