La sudestada y la pleamar dejaron poca arena en los balnearios. Hubo mucho sol, pero las ráfagas que llegaron a los 40 kms. por hora, obligaron a los turistas a hacer planes alternativos, como paseos y distintas recorridas.

MAR DEL PLATA (Enviado especial).-  El viento, que había dicho presente en Mar del Plata y sus alrededores  como un integrante más del elenco climático de los primeros días del año, decidió transformarse en protagonista principal de la jornada. Y lo hizo, con furia, desde bien temprano; ya de madrugada, durante las horas de descanso de la mayoría (algunos ya empezaban su jornada laboral y otros recién regresaban de la farra).  Aún desde la cama, en casas o departamentos, todos se dieron cuenta que en las calles se volaba todo. Crujían las ventanas, se sacudían los árboles  y se escuchaba el tradicional zumbido que da cuenta de un ambiente poco propicio para andar a la intemperie.

Cuando amaneció, la fuerza del viento disminuyó un poco, pero no mucho. De hecho,  soplando mayormente desde el sudoeste,  mantuvo a  lo largo de todo el día una velocidad que no  fue inferior a los 35 kms. por hora y con ráfagas constantes que estuvieron por encima de los 40 kms. Eso, sumado a la pleamar de media mañana y primeras horas de la tarde, dejó a la mayoría de los balnearios casi sin playa pública, debido a lo crecido de las aguas.

Así, y aunque el  sol brilló durante buena parte de la mañana y la tarde, la temperatura acusó recibo del aire fresco y se ubicó en los 21 grados. La visita a la playa quedó limitada para los más valientes y para los que se pudieron asegurar algún lugar más reparado,  lejos del mar. También se animaron los que tenían alquilada una carpa que, teniendo en cuenta que su renta diaria ronda los 800 pesos, no es cuestión de desperdiciarla. Entonces, con el equipo de mate a cuestas, las cartas y una campera, hubo más de un grupo  que aprovechó a tomar un rato de sol.

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La playa volvió a ser la reina de las vacaciones. Aunque esta vez hubo que tomar algunos recaudos para hacerles frente a las fuertes ráfagas que soplaron desde el Sur y a un mar agitado y bastante crecido.


Unos de los que más se divirtieron, pese a las inclemencias del viento, fueron unos muchachos que están estrenando los 50 años, excompañeros de la escuela secundaria (Santa Lucía de Florencio Varela) que cambiaron el habitual asado mensual por un par de días en la costa: "Vinimos por unas horas, no nos íbamos a quedar encerrados entre cuatro paredes", contó Pomelo que desembarcó con la pelota en la playa pero, muy pronto se dio cuenta de que el deporte debía ser tachado de la agenda. El Oso se encargó del mate, como lo hace en cada reunión.  Nani tiró los reyes para arrancar un truco de seis y advirtió: "estén atentos porque las cartas se vuelan", circunstancia para la que se ubicaron los celulares sobre la mesa para jugar las barajas y asegurarlas bajo su peso. Los más sofisticados y con varios años de playa a sus espaldas, llegan previstos de un elástico especialmente medido que ajustan alrededor de la mesa (que preferentemente se usa con mantel de cuerina) y permite que las cartas queden sujetadas por el  mismo elástico.

Armando, el más joven del grupo, pretendía jugar al Desconfío,  pero Pilín, con autoridad, lo mandó a "los fichines mientras los adultos juegan al truco". En medio del "pica-pica", Norberto –al que llaman cariñosamente el Borracho- ya estaba planificando el asado que iba a preparar a la noche; mientras que Hormiga había traído algunos regalos sorpresa para sortear entre sus amigos. "Pero siempre se los gana Pilín", se quejó Luis y aseguró que a la noche iban a mandar al afortunado al casino; "hacemos una vaquita que vaya a la ruleta", como habían hecho en aquel viaje de egresados a Bariloche de hace 36 años, cuyas anécdotas volvieron a recordar mientras se sacaban de encima la arena que el viento hacía volar.

Otros, menos aventureros, eligieron planes más acorde al día. Paseos por la Rambla, recorridas por los centros comerciales y mucha caminata por las calles peatonales y por las más coquetas y ya clásicas Alem y Güemes. Los más grandes a casino temprano, los jóvenes a los jueguitos y  los más pequeños a recorrer la ciudad en los trenes de la alegría acompañado por los diferentes personajes infantiles.

Los que llegaron a la ciudad en auto, muchas veces reservas estos días destemplados para pegar escapadas a Sierra de Los Padres, a visitar la laguna; a la zona de los acantilados (camino a Miramar), a recorrer el Parque Camet o el Bosque Peralta Ramos; o llegarse hasta Santa Clara del Mar o Mar de Cobo. También se puede ir hasta complejo de Chapadmalal (hacia al sur) e, incluso, llegar a Miramar que cuenta con varios atractivos, uno de ellos, el bosque energético.

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