Lucio Lorenzo fue asesinado dentro de una camioneta por una bala que salió del arma de su compadre, un policía que argumentó que quiso repeler un asalto. Hoy se cumplen 5 años del crimen, el efectivo sigue libre y siguió trabajando.
A Lucio Pablo Lorenzo lo mataron de un tiro en la cabeza, cuando se encontraba en su camioneta estacionada en una calle de la localidad de Los Polvorines y el autor del disparo fue su amigo y compadre, un agente de la Policía Federal Argentina, quien argumentó que abrió fuego para evitar un supuesto intento de robo y en primera instancia, la investigación del hecho se orientó a una cuestión accidental. Hoy se cumplen cinco años del homicidio del joven y su familia aguarda que la causa llegue a juicio para que "se sepa la verdad" y el imputado, que nunca estuvo detenido e inclusive siguió trabajando en la fuerza, deba responder sobre lo ocurrido en aquella noche del 16 de enero de 2012.

El expediente que tramitó ante la Unidad Funcional de Instrucción Nro. 21 Descentralizada de Malvinas Argentinas, a cargo de la fiscal Lorena Carpovich, bajo la caratulada de "homicidio culposo", transitó un largo camino de dilaciones tribunalicias y a mediados de este 2017 tendrá al acusado Sebastián Stroman (38 años) afrontando el debate en el Juzgado en lo Correccional Nro. 1 de San Martín. "Nunca creí nada de lo que dijo y en todo este tiempo tuvimos que luchar para que la causa no se cierre. Las pericias son claras, en que hubo un solo disparo y ejecutado por la pistola reglamentaria del policía. Nada se supo de los presuntos ladrones y tampoco apareció el celular de mi hijo. Todo ese relato que contó, jamás pudo ser comprobado por alguna prueba", señaló María Teresa Argüello, madre de la víctima, en diálogo con DIARIO POPULAR.

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Para la mujer, pese a no estar claro el móvil del crimen, no duda que "se trató de un caso de gatillo fácil, del que ya pasaron 5 años, 1825 días desde que le arrebataron la vida a Lucio" y el recuerdo está siempre presente. "Según Sebastián Stroman había dos personas que se acercaron hasta donde estaba estacionada la camioneta con fines de robo. Entonces, dice que repelió el ataque, pero extrañamente solo se encontró un casquillo de bala, la que salió de su arma. También que el proyectil entró por el techo, de arriba hacia abajo y del lado del acompañante. Por eso, hay tantos interrogantes, como a quien le apuntó, porque no encontraron o no buscaron a los supuestos ladrones, porque tiraron al suelo el celular de mi hijo y lo destrozaron para luego hacerlo desaparecer", afirmó.

El joven asesinado, de entonces 29 años, estaba desocupado y al día siguiente de su muerte le llegó la citación para incorporarse a una fábrica de colchones, "mientras Stroman siguió en la Policía Federal, trabajando en la comisaría 35 como sí nada hubiese pasado, hasta diciembre de 2012. Por el homicidio de Lucio no estuvo ni un día preso, pero al poco tiempo lo arrestaron 15 días cuando le robaron su pistola reglamentaria. ¡Que ironía!. Para la justicia y las instituciones, vale más un arma que la vida de una persona. Ahora, solo me queda la esperanza de poder saber la verdad y que el que mató a mi hijo pague por lo que hizo", sostuvo María Teresa Argüello. La crónica policial, dando crédito a la versión "oficial", señaló que a las 21.30 del 16 de enero de 2012, cuando Lorenzo acompañó al agente Stroman (además era padrino de uno de sus hijos) a comprar a un supermercado de Los Polvorines y luego lo llevó hasta su domicilio, en la calle Winter, entre Gilardi y Madera. Al estacionar su Chevrolet Zafira, el conductor recibió un balazo en la cabeza, que resultó letal y entonces su acompañante contó que le había apuntado a un delincuente, pero que la bala dio en la chapa del techo del vehículo, lo atravesó y se incrustó en el cráneo de su amigo. Que todo había sido un accidente al resistir a un intento de robo.

Cuando personal de la comisaría 2da. de Malvinas Argentinas arribó al lugar, constataron el deceso de Lucio Pablo Lorenzo, escucharon el testimonio de Stroman, los vecinos dijeron que no se habían escuchado disparos como de un tiroteo y de él o los asaltantes nunca se supo nada. Los peritos solo hallaron una vaina servida, de calibre 9 mm. y perteneciente al arma reglamentaria del agente de la Policía Federal (que estaba de civil y franco de servicio). Y entonces, se presumía que la situación del imputado podía complicarse, aunque para los investigadores su relato del hecho pareció suficiente, al menos hasta que el futuro juicio puede esclarecer lo sucedido y el homicidio no quede impune.

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