El bloque defensivo argentino tuvo un rendimiento similar en todos los sectores. El arqueo Ramiro Macagno no tuvo mucho trabajo gracias a la buena noche de la línea de cuatro compuesta por Nahuel Molina que cerró el andarivel derecho lo mismo que Milton Valenzuela, por la banda opuesta. La zaga central que anoche volvió a estar compuesta por Cristian Romero y Juan Foyth no pasó mayores problemas para tomar a los atacantes netos bolivianos.
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En la mitad de la cancha, el doble cinco funcionó correctamente. Con el Ruso Ascacíbar esta vez más dedicado a la recuperación que al juego, gracias a que al lado suyo estuvo Tomás Belmonte, un volante que además de correr juega muy bien con la pelota en los pies. Unos metros delante suyo se posicionaron Tomás Conechny y el mencionado Mansilla, encargados de abrir la cancha en cada intento ofensivo albiceleste.
Y arriba, el goleador tuvo una noche endemoniada. Fue la pesadilla de la defensa boliviana que nunca pudo encontrarlo para anularlo. Por momentos se movió como nueve de área y por otros salió de esa posición para arrancar desde más atrás. Metió dos goles y es el máximo artillero del campeonato. A su vez, Lautaro Martínez fue importante a la hora de arrastrar las marcas para abrir fisuras en la endeble defensa del equipo de Marcos Sandy, que rindió muy por debajo de los pibes argentinos. En la segunda mitad, como parte del recambio implementado por el DT, ingresaron Joaquín Pereyra, Lucas Rodríguez y Ramón Miérez.
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