E l vicepresidente y probable sucesor en el Ejecutivo cubano, Miguel Díaz-Canel, reconoció los retos económicos que tiene la isla de cara a un nuevo gobierno que se formará el 19 de abril, luego de emitir su voto en las elecciones que definirán a los 605 miembros de la Asamblea Nacional.
“Va a ser un gobierno que se va a deber al pueblo. El pueblo va a participar en las decisiones que tome ese gobierno”, aseguró el funcionario de 57 años al salir del colegio electoral en Santa Clara. Se espera que sea Díaz-Canel quien asuma en las próximas semanas como sucesor de Raúl Castro, convirtiéndose en el primer líder del país en casi seis décadas que no haya participado de la revolución de 1959.
“El pueblo también puede revocar si alguien no cumple con su responsabilidad”, expresó el vicepresidente durante un proceso sin sobresaltos, en el que el número de candidatos es igual al de escaños en disputa y que funcionó como primer paso de la conformación de la Asamblea de sucesión de Castro.
El futuro gobierno tiene como desafío sacar adelante a la isla de una difícil situación económica. Díaz-Canel, un ingeniero oriundo de la provincia de Villa Clara, reconoció que la modernización financiera, así como los planes de apertura presentan dificultades.
Según el funcionario “la actualización del modelo” es “un proceso más complejo de lo que pensamos en un principio y por eso no hemos podido avanzar”.
En 2010, Raúl Castro comenzó una paulatina reforma de apertura a la iniciativa privada con la autorización de pequeños negocios, la regularización del mercado de bienes raíces y la entrega a particulares de tierras ociosas, entre muchas otras acciones, pero en el último año se registró una parálisis.
Aunque no se espera que esta nueva camada de dirigentes políticos rompa con la revolución y la llamada generación histórica, Díaz-Canel mostró ayer un estilo un poco más abierto, pues llegó a votar con su esposa de la mano, vestido con ropa informal e hizo fila junto a los vecinos para ingresar a las urnas.
Además, lamentó que las relaciones con Estados Unidos se hayan deteriorado bajo la presidencia de Donald Trump, a quien acusó de volver a la retórica de la Guerra Fría y ofender a Cuba con las medidas que enfriaron la relación bilateral.
Por su parte, el presidente Castro votó en el este de la isla, según mostraron imágenes de los medios de prensa locales, mientras que en La Habana lo hicieron otros altos dirigentes, como el canciller Bruno Rodríguez.
“Nuestro modelo electoral es muy autóctono, muy cubano. Sin transnacionales mediando, sin el dinero corriendo, sin enconada guerra entre candidatos, sin exacerbar el odio entre los candidatos; solo es una muestra de la expresión genuina de nuestro pueblo”, sentenció Rodríguez, para quien “habrá un sentido de renovación y continuidad” en el futuro de Cuba.
Más de ocho millones de cubanos estaban llamados a las urnas para votar a los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular, que se instaurará el 19 de abril, fecha en que escogerá entre sus miembros a los 33 cargos del Consejo de Estado, máximo órgano de Gobierno, incluido el presidente.
En los comicios habían votado al menos 6,93 millones de personas, un 78,5% del padrón, mientras que los datos definitivos se conocerán hoy. La presidenta de la Comisión Electoral, Alina Balseiro, aseguró que la jornada se desarrolló con un resultado “satisfactorio y positivo” y una participación “masiva”, “entusiasta” y “disciplinada” de la población.
Con el Partido Comunista de Cuba (PCC) como único legal, las elecciones suponen en la práctica la ratificación de los nombres de la boleta, ya que concurren en todo el país 605 aspirantes, el mismo número de escaños del Parlamento. También se eligieron 1.265 delgados para las Asambleas Provinciales.
Los diputados que no pertenecen al PCC provienen de organizaciones oficialistas de masas ligadas al partido y, aunque las candidaturas independientes están contempladas por la ley, no suelen prosperar las de personas vinculadas a la oposición. En la lista está garantizada la cúpula del PCC, entre ellos Castro -su primer secretario general- y los históricos de la revolución.