En el boxeo argentino de hoy, el tuerto es rey. La pérdida de nivel interno genera campeones de cartón, y triunfos vacíos, que sólo pueden constatarse cuando se confronta con la elite en el exterior. ¿Dónde estamos parados? ¿Hay futuro? Sin referencia válida, los puntos cardinales son difusos como un castillo en el aire

La ausencia de campeones mundiales masculinos le ha ocasionado al boxeo argentino un problema colateral, más grave que el dato estadístico y el ego devaluado: la falta de parámetro.

Hoy en día, una buena figura local, sea nueva y en alza, o de experiencia y trayectoria, puede sacar diferencia en el consumo interno puntualmente debido a la mediocridad reinante, ya por superioridad física, por técnica, e incluso por privilegio promocional, que otorga ventajas de todo tipo. Entre ellas, la continuidad, y un calendario anticipado donde se está programado con tiempo, mientras su rival llega de apuro.

Hay pocas figuras en el boxeo argentino en la actualidad. Una de ellas es el invicto bonaerense Gustavo “El Eléctrico” Lemos, que el viernes pasado conquistó el título mundial juvenil ligero de la FIB –NdeR: un mal invento surgido de la necesidad- al vencer por KOT 3 al también bonaerense Jonathan Eniz, no sin antes haber cedido el 1º round, haber recibido lo suyo casi sin desperdicios, y hasta haber vacilado en algún que otro pasaje fugazmente.

Pero Lemos desequilibra por su fortaleza física. No porque sea granítico, sino porque hasta ahora es más fuerte que el otro, tiene un estado físico óptimo, y una relación entre pegada y aguante que le da superávit, y le alcanza con sólo plantarse a eso.

De más está decir que en el terreno internacional no es así. Y de serlo, este formato está reservado para carreras cortas, por lo tanto, lo que haya que hacer mejor hacerlo ya.

Para colmo, aún no está claro en qué categoría Lemos rinde más, ya que ha conquistado coronas –siempre menores, regionales, como latinos y ahora ésta- en tres divisiones diferentes (ligero, superligero y welter), donde casualmente en la que más lució fue en la más grande (welter) siendo para ella demasiado chico.

En el concierto internacional, en ese peso militan Shawn Porter, Manny Pacquiao, Errol Spencer y Terence Crawford. ¿Hay chances?

En cambio en ligero -en especial en el ránking FIB, donde figura 6º-, reina el ghanés Richard Commey, de 32 años y 29-2-0, 26 KO. Parece accesible.

Lemos tiene apenas 23 años y 23-0-0, 13 KO. Pero en los otros organismos el monarca es el ucraniano Vasyl Lomachenko, que defiende este sábado sus coronas ante el británico Luke Campbell (NdeR: curiosamente, Lomachenko está suspendido hasta el 9 de octubre por la Comisión Atlética de California, según boxrec.com. Esto a propósito de la prohibición que en Alemania regía contra el santafesino Hugo Santillán tras su pelea ante Artem Harutyunyan, previo a la de su muerte frente Eduardo Abreu. ¿Corre riesgo de vida Lomachenko?).

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Pero teniendo en cuenta cómo les fue a un par de figuras caseras en los últimos tiempos en sendos compromisos internacionales, como Miguel “La Joya” Barrionuevo, o Juan José Velasco, el buen rendimiento acá puede estar lejos del primer nivel mundial. ¿Mas cómo testearlo?

Hace poco, la otra promesa de nuestro pugilismo vernáculo, el minimosca Agustín “El Avión” Gauto, fue bajado de una eliminatoria mundialista contra el filipino Cristian Araneta, en el fondo por similar razón, aunque por decoro se esgrimió otra excusa.

Gauto tiene apenas 21 años, y aunque acá los pasa por encima a todos los moscas, sean mini o super, nadie sabe a ciencia cierta qué podría acontecer a la hora de la verdad, en el choque contra la realidad internacional.

No obstante, Palma, Salazar, Domínguez, Chacón, Reveco, Castro, Maidana –por nombrar algunos- fracasaron en sus primeros intentos mundialistas, y después fueron grandes campeones. A veces no es cuestión de nivel, sino de madurez.

Sin embargo acá hay referentes como para medirse y no perder mucho en caso de tropezones. ¿O para qué están aún el Cotón Reveco, Omar Narvaes, y los recientes olímpicos Leandro Blanc, o Fernandito Martínez?

Y a propósito de Fernando Martínez, ¿por qué no se concreta una pelea –que se llegó a ofrecer - entre él y el Gran Omar? ¿Quién es el que se niega? ¿Quién esquiva, y a título de qué? ¿Aún no se aprendió la lección de que reditúa más una derrota a tiempo contra un superior, que una victoria insípida ante un inferior?

El propio Lemos tiene a nivel interno parámetros como Jeremías Ponce, Leo Amitrano, los mencionados Velasco y Barrionuevo, Matías Rueda, incluso el Chucky Verón. ¿Qué se espera para enfrentarlos?

Eso es lo que le está faltando al boxeo argentino, en todas las épocas, pero cada vez más. No quiere decir que haya que cruzar a todos con todos, sino a alguno con alguno.

Foguearse. Medirse. Probarse. Si se gana, habrá humo blanco, y si se pierde, se recupera en aprendizaje, porque el contexto local oficia de red, amortigua impactos. Y desnuda falencias que -de repararlas- quizás sean las que edifiquen los cimientos en donde se pararán los triunfos de futuros campeones.

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