La banda platense movilizó a miles de personas al predio de Villa Martelli y, en su recital más importante hasta el momento, demostró in situ y como nunca su carácter de ícono generacional; y sí, lo estadios le sientan muy bien.

Lo que se vivió el sábado por la noche en Tecnópolis significó muchas cosas, tanto para la banda, como para los fans, como, también, para el rock argentino en general. Pero, por sobre todo, representó una confirmación para Él Mató A Un Policía Motorizado.

Llegar al recital propio en un estadio es siempre una ratificación, sobre todo en un país como el nuestro. Y hacerlo desde el lado de la independencia total, mucho más aún. En estos casos, no sólo la demostración del poder de convocatoria, de popularidad y éxito. Significa también la validación del camino recorrido, las decisiones tomadas y de toda una filosofía de trabajo. Pero, más que nada, es una ratificación simbólica. El comprobar in situ que la música y las canciones interpelaron a mucha gente, al punto de querer vivir esa experiencia en vivo.

En el caso del grupo liderado por Santiago Barrionuevo, haber llegado al estadio techado del gigante predio de Villa Martelli, de una capacidad mayor que la del platense microestadio Atenas en el que tocaron en abril de este año (y en el que, a su vez, jugaban de local), es una confirmación de todo eso y más. Porque confirmar a Él Mató como una de las bandas más trascendentes de la actualidad es también confirmar un fenómeno, tanto artístico como generacional. Esa movida (¿o movimiento?) conocida como “indie” argentino, de la que ellos son punta de lanza y que, con y en gran parte gracias a ellos (y más con este show), ratifica su salida del nicho y su llegada a la masividad.

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Aquella hermosa noche primaveral de sábado, Él Mató congregó a miles de personas, que llenaron el recinto pegado a la General Paz y vibraron y cantaron desde el primer tema al último. Otra confirmación más para los platenses: a sus coreables canciones le sientan muy bien las canchas y las masas, como a la gran mayoría de las canciones populares (NdR: ¿para cuándo un cantito de hinchada de Gimnasia y Esgrima de La Plata con una melodía de Santiago Motorizado?).

La primera de la velada, como tantas veces antes, fue “El Magnetismo”, y fue también la primera de “La Dinastía Scorpio ”, aquel trascendental disco en la historia del grupo que, junto al último y exitosísimo “ La Síntesis O'Konor ”, fueron los más revisitados de su discografía durante la jornada. De esos dos álbumes sonaron, en total, 19 temas. Y si bien todos se destacaron (por algo se trata de los dos mejores discos, en términos globales, de Él Mató) ,"La Noche Eterna", “Destrucción”, “El Mundo Extraño” (himno casi desde que nació), “El Fuego Que Hemos Construido”, “Fuego”, “El Tesoro” (es tan bueno que aunque suene hasta el hartazgo nunca va a estar quemado), “Yoni B” (uno de los más pogueados), “Chica de Oro” (uno de los cantados con más emoción), “Ahora Imagino Cosas” (¿el más aguerrido y de “aguante” de Él Mató?) y “Más O Menos Bien” (más que un hitazo un TEMAZO total, con una de las mejores letras de Barrionuevo, sino la mejor).

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Pero también hubo lugar para los temas más viejos, como siempre los más festejados por los seguidores más acérrimos. Así sonaron “Día de los Muertos” (épico y emocionante), “Terrorismo en la Copa del Mundo” (con Mora Sánchez Viamonte de 107 Faunos como invitada en las voces), “Navidad En Los Santos”, “Amigo Piedra” (el primer hit con todas las letras de la banda), “Sábado”, “Chica Rutera”, “Mi Próximo Movimiento” (la mejor del grupo y, como siempre, la más celebrada) y “Prenderte Fuego”, la última del show.

Tras más de dos horas de concierto, una performance ajustadísima y potente (suenan increíble, a un nivel internacional), una lista de 30 temas y, fiel al estilo del grupo y su tradición ramonera, pocas interrupciones entre canción y canción -las únicas fueron las muestras de agradecimiento por parte de Santiago y sus compañeros desde arriba del escenario, las del público con sus “Vamos Él Matooooo” desde abajo y la del “hit” contra el Presidente de la Nación (“¿Están cantando contra Macri? Prosigan”, dijo el cantante al escucharlo, en complicidad con la audiencia y diferenciándose al mismo tiempo de Rolo de La Beriso)-, Él Mató A Un Policía Motorizado dio por concluida una fecha histórica para su trayectoria y para el rock nacional en general. Sin foto final, sin discursos ni poses. Sólo música, emoción, personalidad y autenticidad. Lo que se necesita para cualquier fenómeno de este arte de instrumentos y electricidad que tanto nos gusta.

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Él Mató A Un Policía Motorizado: "Es motivador hacer cosas, viajar y tener aventuras a partir de esta música rara"

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