La figura del artista ha sido reivindicada desde el Frente de Todos en un nuevo aniversario de la movilización que exigió la liberación del líder justicialista en 1945. En Popular repasamos su importancia en la cultura popular y parte de su obra

Después que el Frente de Todos compartiera una imagen de Leonardo Favio por el Día de la Lealtad, su nombre se convirtió tendencia en las redes sociales. Distintas personalidades aprovecharon para recordarlo con algunas de sus frases célebres ("me hice peronista porque no se puede ser feliz en soledad"), mientras que muchos jóvenes se preguntaron quién era ese hombre con un pañuelo en la cabeza. Por ese motivo es interesante recordar su importancia en la cultura popular y su valor como artista.

El mendocino era un prodigio, un director virtuoso que lograba combinar poéticamente elementos fantásticos, sociales y políticos en su cine. A lo largo de su obra, dependiendo de qué film se detenga a admirar, el espectador puede encontrar miles de influencias como el personalismo de la nouvelle vague o los pasajes más espirituales de los clásicos de Ingmar Bergman. Pero lo que nunca varía es su ideología como autor y su facilidad para volcar la doctrina de su partido: sus personajes siempre son atravesados por las conquistas sociales del General.

Por el respeto y la lealtad hacia sus orígenes humildes, el director retrató en su trilogía -compuesta por Crónica de un Niño Solo (1965), Este Es el Romance del Aniceto y la Francisca, de Cómo Quedó Trunco, Comenzó la Tristeza y Unas Pocas Cosas Más... (1967) y El Dependiente (1969)- la vida en los lugares más pobres y los temores de los marginados con una gran ternura.

Esa misma sensibilidad se haría presente en Juan Moreira (1973) y Nazareno Cruz y el Lobo (1975), dos superproducciones a color que lo convirtieron en un cineasta masivo. En cambio, Soñar, Soñar (1976), su creación favorita, no logró conectar con el gran público.

Después de su exilio en Colombia, donde se dedicó exclusivamente a su carrera musical, Favio volvió al país para volver a conquistar a las masas con Gatica, el Mono (1993), la última de sus películas que contaría con un guión desarrollado por su talentoso hermano mayor, Jorge Zuhair Jury. Más tarde concebiría Perón, Sinfonía del Sentimiento (1999), un documental en el que exploró su gran amor, y por último Aniceto (2008), una reinvención que se convirtió en una película de culto instantáneamente.

Para quienes estén interesados en adentrarse en su filmografía, POPULAR recomienda las siguientes genialidades:

Crónica de un Niño Solo (1965)

Reviviendo algunos momentos de su propia niñez, el realizador nos muestra como Polín se enfrenta a las figuras de autoridad y a todas las adversidades que lo hostigan tanto en un reformatorio como en su hogar en una villa miseria. Más allá de la influencia directa de Los 400 Golpes (Les quatre cents coups, 1959), acá ya se vislumbraba que su cine tendría una búsqueda visual repleta de simbolismos e ideas. Para muchos, este relato no solo es la obra maestra de Favio sino también el mejor film nacional de todos los tiempos.

Crónica de un niño solo

El Dependiente (1969)

Durante todo el metraje, a través de las miserias y ambiciones de un empleado de una ferretería, el cineasta pareciera preguntarse cuántas cadenas necesita el hombre para sostener su existencia. Inspirado en el estilo de Leopoldo Torre Nilsson, a pesar de un giro inesperado que obliga a cambiar la perspectiva sobre ciertos personajes, posiblemente, este drama sea su trabajo más austero. Su estilo en este film protagonizado por Walter Vidarte y Graciela Borges recuerda a la pluma de Roberto Arlt. Locura, suciedad y pesimismo.

El Dependiente

Nazareno Cruz y el Lobo (1975)

Hay momentos de perfección en esta versión del mito sobre el séptimo hijo varón como el travelling infernal que antecede a una de las escenas más notables del diablo interpretado por Alfredo Alcón. Cuando se estrenó, el realismo mágico se encontraba en auge y este film pareció capturar todo su atractivo en imágenes. Además, como en ninguna otra de sus realizaciones, se puede apreciar el trabajo de cámara enérgico, muy propio de Favio, que hoy elogiamos en realizadores como Terrence Malick y Alejandro González Iñárritu.

Nazareno Cruz

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