El problema empezó a los 43 minutos del segundo tiempo. Augusto Batalla salió a cortar un rebote largo y chocó con un atacante del local. Lastimado, con su equipo volcado en ataque y el reloj aplastándolo, tomó la decisión irracional: le dio continuidad a la jugada para ver si sus compañeros provocaban una situación de gol. Los volantes perdieron la pelota en campo rival y Patronato empezó la transición con la velocidad de una tortuga cansada.
Entonces, Mauro Vigliano, el árbitro de partido, hizo lo lógico: detuvo el juego para que atendieran a Batalla, todavía derrumbado en el suelo.
El juez llamó a un jugador de cada equipo para hacer un pique. Los códigos, ausentes en los libros de reglamentos, dicen que el equipo que corta el juego para recibir la atención de un compañero mientras los rivales tienen la pelota le devuelven el balón al contrincante. Eso quiso hacer Denis Rodríguez: se dispuso a arrojarle la pelota a Sebastián Bértoli para que Patronato, nuevamente, iniciara una jugada.
Pero los dirigidos por Forestello no lo dejaron. Rodríguez agarró la pelota, empezó a caminar y Damián Lemos se la arrebató antes de que la arrojara y comenzó un contraataque letal. Que terminó en el cabezazo de Vázquez. Y en la victoria de Patronato.
La situación generó cruces mediáticos en el vestuario. D'Alessandro dijo que "existen códigos que hoy no estuvieron". Gallardo aseguró que "no hubo la honestidad que tiene que haber en estas situaciones". Lemos contó que Rodríguez "se hizo el canchero porque dijo que la iba a tirar donde quisiera". Forestello, por último, "pidió disculpas" y reveló que Gallardo le regaló diez pelotas cuando no tenían para entrenar. Fútbol argentino. En su máxima expresión.
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