El goleador se desvinculó de Independiente en enero de 2019, con la complacencia de Ariel Holan, quien prefería a Silvio Romero. pero la función de primer punta no resuelta agigantó el error estratégico del entrenador

Emmanuel Gigliotti anunció desde México, donde juega para el Toluca, que su deseo es poder regresar algún día a Independiente. La realidad, más allá de los deseos, es que Independiente necesita a Gigliotti, aunque el entrenador Ariel Holan lo quiera ver lejos por razones futbolísticas o personales que nunca terminó de aclarar.

No es que con Gigliotti Independiente habría resuelto su falta de funcionamiento o su precariedad colectiva inocultable para abordar los partidos, como el que por ejemplo perdió ante las Águilas Doradas 3-2 por la Copa Sudamericana.

Queda claro que este Independiente que hace casi dos años y medio que conduce Holan, se fue transformando en un equipo mediocre. Y en esta transformación negativa que por ahora parece imparable, los errores conceptuales del técnico para armar el plantel y las interpretaciones fallidas a la hora de leer los partidos, hacer los cambios y elaborar una estrategia, empujaron al equipo al desconcierto más absoluto.

En ese ámbito de gran desconcierto hay que enfocar la incomprensible salida de Gigliotti. Porque Independiente sigue padeciendo su ausencia. Una ausencia muy significativa e influyente para las posibilidades ofensivas del equipo. Desde que se desvinculó del club en enero de este año, nadie pudo reemplazarlo. Ni Silvio Romero (vieja debilidad de Holan que lo expuso en varias oportunidades estando lesionado), ni Martín Benítez ni el paraguayo Cecilio Dominguez.

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Gigliotti no era un fenómeno. Nunca lo fue. Pero su oficio de punta clásico para salir y entrar al área y hacer su pesar su potencia y capacidad goleadora, le permitía al equipo tener una carta que en no pocos partidos fue determinante, incluso en la Copa Sudamericana que Independiente conquistó en 2017.

Holan, apenas asumió en Independiente, alentó la llegada de Gigliotti, quien estaba actuando en el experimental fútbol chino. Y con el paso del tiempo, poco a poco y con paciencia artesanal, intentó desplazarlo para ubicar en esa función a Romero. De hecho, en la revancha por los cuartos de final de la Copa Libertadores 2018, frente a River en el Monumental, Gigliotti arrancó en el banco e ingresó en el segundo tiempo generando la jugada que derivó en el empate parcial de Romero.

Por aquellos días de octubre de 2018, Holan ya le había bajado el pulgar a Gigliotti. Y el punta lo sabía como lo sabían todos aquellos que frecuentan el ambiente del fútbol. ¿Qué quería Holan? En apariencia, alguien con más ductilidad, con más recursos técnicos y con mayor participación para tocar y descargar. En ese territorio idealizado, su jugador era Romero. Pero Romero nunca se afirmó ni mínimamente se consolidó. Todo lo contrario. Lo persiguieron las lesiones y quizás también lo acosaron los fantasmas de Gigliotti, muy reivindicado y valorado por los hinchas.

Independiente, en lugar de fortalecerse a partir de la decisión meditada de Holan, se debilitó de manera notable. Y se debilitó tanto que el entrenador no paró de improvisar para tapar la partida de Gigliotti. La dimensión del error consumado se fue agigantando partido tras partido. Y Holan, con su ego siempre intacto, quedó en el medio del baile sin saber que hacer, apelando a excusas y justificaciones de todo tipo y calibre y de paso transfiriendo responsabilidades a la dirigencia, cuando fue él quien precipitó la desvinculación del goleador, perjudicando al equipo.

Dice Gigliotti desde México que sueña con volver a jugar en Independiente. El tema se convirtió en una bola de nieve. Porque Independiente está obligado a salir al mercado para incorporar a un punta que cumpla la función que hoy nadie cumple. Y no le queda otra que tener que desembolsar millones de dólares por un jugador que muy difícilmente sea superior a Gigliotti. O más eficaz que Gigliotti. Salvo que mañana llegue corriendo desde Europa el Kun Agüero con el pase en su poder; circunstancia que no es muy probable que ocurra ni mañana, ni este año ni el año que viene.

La magnitud del desatino de Holan, Independiente lo está pagando. Y no puede disimularse en nombre de los gustos o paladares futbolísticos del entrenador. Más bien que el gran problema originado por la ausencia de Gigliotti, no es el único que viene erosionando al equipo. Quedó de manifiesto con un rendimiento paupérrimo en la caída ante un discretísimo adversario como las Aguilas Doradas.

Podrá superar Independiente al equipo colombiano el próximo martes en Avellaneda. Pero lo que se advierte es que este fragmentado Independiente está prendido con alfileres. No juega a nada el equipo. Como si de aquella estructura que ganó la Sudamericana en diciembre de 2017 no hubiera quedado nada en pie. Ni el juego ni el espíritu. Y esto va más allá de las transferencias de Tagliafico, Barco, Meza y Gigliotti.

Aunque lo de Gigliotti tuvo otro desarrollo, otro contenido y otro final. ¿Un final abierto con la chance de un regreso? Holan, en el caso que permanezca agarrándose de las paredes, tendría que retroceder en chancletas y en un piso enjabonado. El caso Gigliotti no parece un caso definitivamente cerrado.

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